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[AIDEN]

Cuando hay demasiados enemigos, es momento de pensar quién es menos letal que otros. Pierre estaría en mi oficina en menos de una hora, el hombre desea matarme. Supongo que Annette debió contarle una buena historia donde soy el villano. Y ella la víctima indefensa. Tal vez desfigurarle la boca no habla bien de mí.

Es raro, pero aún no hay nada de ello en las noticias. Ni mi historia, ni la de Madison. Solo puedo creer que esto es otro modo de chantaje de esa maldita familia, estoy impaciente porque Pierre esté aquí, y escuchar lo que tiene que decirme.

—Aiden... —me llamó Greg, desde la puerta de mi oficina— Jason está fuera. ¿Hablarás con él?

Cabeceé una vez. Quiero creer que Jason es solo un títere de los Montsalve, hasta probar lo contrario. Necesito saber si él es otro enemigo, o solo mi medio hermano confundido. Puedo perdonar lo segundo. Pero lo enviaré a la puta cárcel sin contemplación si resulta todo lo contrario.

Cuando alcé de nuevo la mirada, Jason entraba a mi oficina con su aire arrogante y superior. Me levanté de mi sillón, y rodeé el escritorio acercándome a él. Sus fríos ojos azules me siguieron en cada paso, con todo el recelo manando de ellos. Incluso dudó de apretar mi mano, pero al final lo hizo.

—Me sorprende que me hayas llamado, Aiden. Hace mucho dejaste muy claro que me querías a un país de distancia de tu compañía.

Sí. También lo envié al infierno cuando supe lo que Anaïs hizo. Después de todo, Jason me introdujo a la jodida mujer que me robó un millón de libras. Dudar de él y su complicidad con los Montsalve, fue muy sencillo.

—Tal vez he reconsiderado la distancia, hermano —le dije serio, dejándolo desconcertado.

Jason me observó con ojos abiertos como platos antes de echarse a reír cual maniaco. Me mantuve serio, esperando que el idiota se recuperase.

—Oh, mierda... —rió divertido, secándose una falsa lágrima— debes estar en serios problemas si quieres utilizar la carta de hermanos conmigo.

Sonreí, sacudiendo mi cabeza.

—En realidad, el problema es tuyo. Estoy por darte el beneficio de la duda, y escucharte. Si no me dices lo que quiero saber, entonces tendrás que afrontar las duras consecuencias, Jason. Y por el hecho de ser familia, tener el mismo padre, y haber vivido bajo el mismo techo, voy a concederte esta oportunidad. Por favor, toma asiento.

Mi serio semblante le borró la risueña expresión, empezó a mirarme con más cautela, sentándose en el sofá de dos plazas. Me acerqué al sillón blanco, frente a mi medio hermano, separados únicamente por la nueva mesita de café. En realidad, muchas cosas eran nuevas, por culpa de mi último exabrupto. Sinceramente espero no tener que reemplazar todo tan rápido.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora