37 (SPANISH)

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Krist abrió los ojos y observó el lugar en el que se encontraban... Su mirada se deslizó por las ventanas rotas y sucias que ocupaban la parte superior de las amplias paredes pero lo que sin duda más le llamó la atención fue la gran puerta, de un gastado tono grisáceo y con un logotipo medio borrado por el paso del tiempo, que estaba frente a él.  A tan sólo unos metros de distancia.

A través de ella aún se podían oír las voces amortiguadas de las personas que los habían secuestrado cuando salían del jardín de la escuela y traído, en contra de su voluntad, a ese lugar viejo y obviamente abandonado que quién sabe donde podía estar.

"Me temo que por ahí no vamos a poder salir..vamos a tener que encontrar otra forma de huir de este lugar..."

El joven, una vez más, revisó cada pared, cada recoveco de la habitación buscando otra manera de salir, de escapar del lugar en el que Knott, con la ayuda de Porsche, les había encerrado.

"Pero primero tengo que soltarme", se dijo mientras volvía a intentar romper las cuerdas que le ataban los brazos y las piernas a la silla.

- "¿Estás bien?" - preguntó Pai a su lado. 


Tras despertar, la joven se había encontrado igualmente atada. Sin embargo y a diferencia de Krist, a ella la habían dejado sobre un sucio jergón que estaba en una de las esquinas de la habitación. Inmediatamente había intentado hablar con su amigo, ver que estaba bien, pero desgraciadamente el joven no había recuperado la consciencia hasta ahora y, sinceramente, no creía que les quedara mucho tiempo antes de que sus secuestradores volvieran a por ellos.

- "Si.. pero estaré mejor si logro liberarme de estas cuerdas" - musitó Krist, en ese instante, mientras volvía a intentar separar sus manos del respaldo de la silla. 

Pai suspiró y, sentándose sobre el mugriento colchón, observó al joven que, con sus esfuerzos, sólo estaba logrando que leves manchas de sangre aparecieran sobre las gruesas cuerdas que ataban sus muñecas.

- "Así no lo vas a lograr.." - dijo finalmente mientras comenzaba a mirar el lugar en el que se encontraban.

Algún tipo de fábrica...

Fue entonces cuando la joven observó varias botellas que, sobre un estante, aparecían cubiertas de polvo y suciedad.

"Necesitaré una buena ducha después de que todo ésto acabe", se dijo mientras lograba ponerse de pie y, con dificultad, comenzaba a dar pequeños saltitos hacia la mesa sobre la que estaba el estante.

Krist abrió los ojos por la sorpresa e, intentando girar el cuerpo, o al menos la cabeza para seguir con la mirada a la joven, acabó haciendo que la silla perdiera su equilibrio cayendo al suelo y levantando una nube de polvo que hizo que ambos comenzaran a toser y a lagrimear.

- "¡No hagas eso!" - exclamó Pai mientras intentaba mantenerse de pie a pesar de la fuerte tos.

Sus ojos picaban y varias lágrimas corrían por sus mejillas, pero por suerte había logrado no caer.

"Para algo tenía que valer esas clases de defensa y de yoga", pensó la joven mientras se volvía hacia la mesa y continuaba su camino.

- "Lo siento" - musitó mientras tanto Krist que, todavía atado a la silla, sólo pudo reposar la cabeza sobre el suelo sucio y desear estar en otro lugar, en cualquier lugar salvo en el que se encontraba.

"Singto", pensó el joven mientras intentaba no comenzar a llorar, "ayúdame..."

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Las clases por fin habían acabado y los alumnos comenzaban a salir de la escuela mientras comentaban lo felices que estaban por el inicio del fin de semana. Sin embargo uno de ellos, un muchacho que estaba apoyado sobre su coche, no estaba para nada contento sino que, con el ceño fruncido y un rictus de enfado en la cara, observaba la pantalla de su móvil mientras esperaba una llamada, un mensaje...alguna noticia de su novio.

- "Krist está tardando bastante... y eso que le dije que no se tardara..." - musitó Singto mientras volvía a abrir el chat y comprobaba, una vez más, que su último mensaje permanecía sin contestar.

- "Lo más seguro es que esté aún en el aula" - comentó Fiat mientras se volvía hacia una de las ventanas del tercer piso - "tal vez deba subir y ver qué está pasando".

Singto levantó la mirada del pequeño teléfono y la posó en el joven fantasma que, flotando con total calma, comenzaba a ascender con la firme intención de acercarse a la ventana y ver si Krist aún estaba allí.

Sin embargo, antes de que se hubiera alejado unos pocos metros, un timbre hizo que Singto volviera a mirar hacia la pantalla del móvil. Éste se había encendido mostrando un chat que, desde hacía muchos meses, estaba desactivado.

"¿Off?", pensó extrañado el joven, "¿para qué estará intentando comunicarse conmigo?"

Singto activó el chat sintiendo que su corazón empezaba a latir a un ritmo más rápido de lo normal. Y es que por su mente pasó la imagen de un hombre y una mujer de mediana edad que le sonreían mientras se despedían.

¿Les habrá pasado algo a nuestros padres?

Ambos estaban en el extranjero pero, aún así, solían llamar a menudo y tener una vídeo llamada al menos una vez en semana. Esa, de hecho, fue la condición para que ambos pudieran quedarse en el país y no tener que ir con ellos al extranjero.  A la residencia preparada para su padre... para el diplomático representante del país ante las Naciones Unidas.

Sin embargo las pocas líneas que su hermano le había escrito decía algo bastante distinto de lo que esperaba. Algo que hizo que su sangre se congelara en sus venas y que, de un salto, ocupara el asiento de su descapotable rojo metálico.

- "¡Fiat!" - exclamó Singto haciendo que el fantasma se volviera hacia él con el ceño fruncido - "sube al vehículo... ¡Krist está en problemas!"

Tras lo cual, y en cuanto éste hubo subido, arrancó el motor y salió a toda velocidad hacia el lugar que le había indicado su hermano en el escueto mensaje.

"Espérame Krist, ya voy...", se dijo mientras pisaba a fondo el acelerador del vehículo.

Las calles, los semáforos... todo pasaba a gran velocidad mientras el coche se dirigía hacia la zona industrial de la ciudad.  Los sonidos estridentes de los demás vehículos, de los claxones que sonaban a su paso, apenas si llegaban a sus oídos. Singto no tenía cabeza para ellos, mucho menos para el coche de policía que, saliendo desde uno de los carriles anexos a la calle principal, les seguía mientras hacía sonar la sirena.

No... nada importaba salvo llegar a ese lugar lo antes posible.

Y es que en su mente sólo había una cosa, una única imagen... La de Krist, aterrorizado y en manos de ese energúmeno ex novio suyo.

"Si se atreve a hacerle algo soy capaz de matarlo..."




SMILING PINK MILKSHAKENơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ