48. Somos la Luna

9.2K 557 56
                                    

-Oye-la rubia no movió un dedo ni cuando terminaron los créditos, pero no los de los protagonistas cantando Waterloo, sino los otros, los que nadie deja nunca puestos pero que ellas no habían quitado para no moverse de donde estaban.
-Dime.
-¿Me dejas empezar ya a presumir de novia?
-¿A presumir de novia?-se le escapó una risa tonta a la fotógrafa-. ¿Por?
-Has venido a traerme helado y a ver Mamma mia conmigo porque estaba de bajona, ¿te parece poco?
-¿Y quieres presumir de mí?
-Claro.
-¿De mí de novia?-notaba la sangre acumularse en sus mejillas.
-Se supone que ya le hemos puesto nombre, ¿no? Ya puedo decir que lo eres.
-Si tantas ganas tenías de que lo fuera me lo podrías haber pedido tú, ¿eh?-le dio con el índice en la mejilla.
-¿Y perderme tus explicaciones sobre lunas y nombres y planes distintos? Paso.
-No te burles-la señaló con un dedo amenazador.
-¡Oye, no es burla! Si me ha gustado mucho, me gusta escucharte.
-Sigo sin entender por qué.
-Calla, que esa fase ya la hemos superado. A ver, voy a presumirte.

Alba cogió su móvil y le hizo una foto a las dos tarrinas ya vacías que habían dejado sobre la mesa, a sus pies, y luego cambió a la cámara interna. Natalia intentó esconderse tras la cabeza de Alba para no salir en la foto, pero solo le sirvió para que la rubia soltara una carcajada quejándose de que así no podía presumir de novia, y eso para quedarse ella un poco tonta, como le pasaba cada vez que escuchaba a la pediatra reírse.

-¡Pero deja de hacer el tonto!-se rió más cuando vio que se ponía bizca para la foto.
-Es que yo no soy de posar, Albi, que me da vergüenza. Yo detrás de la cámara mejor.
-No me sirve ese argumento cuando tú me dijiste una vez que no hay buenas ni malas modelos.
-Ñiñiñi.
-¡Venga, una foto solo! Si yo tengo cara de bajona, no es para salir guapas.
-¡Pero si tú estás súper guapa!-se quejó Natalia.
-¡Y tú! Venga, pon un poquito de tu parte que la fotógrafa eres tú, a mí se me da mal y me están saliendo todas borrosas-se reía Alba.
-¿Pero cuántas estás haciendo?
-¡Muchas, porque no posas!
-¡Pirqui ni pisis!-la imitó, con la mejilla pegada a la sien de la rubia, encantada en realidad de verla riéndose así y no con la cara triste con la que se la había encontrado al llegar.
-Eres malísima.

Se rindió por fin y abrió la galería para ver si había hecho alguna buena, y al ver todas las miniaturas de las tropecientas fotos que había hecho en las que las dos salían riéndose, se dio cuenta de que era la primera vez que se hacían una foto juntas. Había hecho bastantes porque se había puesto a darle al botón como una loca, pero encontró una en la que no salían demasiado borrosas y que le gustó mucho. Era un poco cuadro, en realidad, porque Natalia salía con media cara tapada por su pelo y la otra media aplastada contra su cabeza, pero se veía que la estaba mirando de reojo mientras sonreía; y bueno, Alba se estaba riendo tanto que sus ojos eran más bien dos líneas sobre sus mejillas. Pero le gustó, le gustó bastante y la dio por ganadora, así que abrió twitter y escribió: "he tenido 1 día de mierda pero mi novia me ha traído helado para ver mamma mia conmigo a veces la vida es bonita gracias @natlacunza". Añadió la foto de las tarrinas vacías a sus pies y la de las dos juntas, y le dio al botón azul de twittear.




...............................................................................





Le costó lo suyo abrir los ojos a la pediatra, a pesar de las cosquillas en la punta de la nariz causadas por alguna de sus gatas, porque le dolía la cabeza y todo el cuerpo en general después de haber vuelto a pasar una noche bastante mala. Pero los acabó abriendo y acarició sin fuerzas a Queen, que era la que había decidido ir a comprobar si su dueña seguía viva. No había ni rastro de Natalia, y supuso que ya se había marchado a trabajar, pero sí que había un tupper sobre la mesita de noche con una nota encima. Sonrió, porque claro que la que había hecho anotaciones con papel y boli sobre cómo bajar la fiebre a su ahijada el día que se conocieron, tampoco iba a usar el móvil para decirle lo que le tuviera que decir.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora