90. Las cosas que no vas a ver más

7.3K 476 72
                                    

-Vaya-murmuró Natalia, con la sonrisa dibujada aún en sus labios, cuando los de Alba se deshicieron del contacto.
-Perdón-la rubia se tapó la cara con una mano mientras bajaba la que tenía en la mejilla de Natalia, un poco más despacio de lo que podría-. Perdón, es que...
-¿Qué?-quiso tirarle de la lengua la fotógrafa.
-¡Pues que me cantas canciones de Mamma mia en un karaoke, y luego me llamas Albi, y después me dices lo que me acabas de decir y... y yo soy débil!
-No eres nada débil-se rió Natalia al verla tan indignada-. Llevo como un mes arrastrándome, no has sido nada débil.
-Calla-soltó una risilla también la pediatra, y aprovechó la diferencia de altura para apoyar su cabeza en el hombro de la morena mientras dejaba escapar todo el aire de sus pulmones.
-¿Te arrepientes?-preguntó con un hilo de voz.
-¿Tú sabes cuántos meses llevo queriendo hacer eso?
-¿Me puedo tomar eso como un "no"?-se mordió la sonrisa Natalia.
-Sí puedes-Alba le dio con la cabeza en el hombro, como si le molestara estar admitiéndole aquello. Aunque en realidad tuvo que sonreír al ver la cara de ilusión con la que le miró la fotógrafa, que se separó de ella lo suficiente para poder buscar sus ojos de frente-. ¿Qué?
-Que acabas de decir que no te arrepientes de darme un beso.
-Eso parece.
-"Tú déjalo ya, no me lo pidas más, yo no te voy a dar ni un beso"-canturreó la morena, moviendo su torso lo suficiente como para mover también el cuerpo de Alba, recordándole la canción que le había dedicado hacía muy poco en realidad.
-¿Estás buscando que me arrepienta?-le amenazó.
-"Vienes hacia mí, y no ves que me fui, que ya no estoy aquí, yo no te voy a dar ni un beso"-siguió cantando Natalia, y esta vez Alba levantó la cabeza de su hombro para dedicarle una mirada que pretendía ser dura pero que no lo era para nada porque no podía evitar reírse.
-¿Me voy?
-Está feo amenazar con cosas que sabes que no vas a hacer-Natalia levantó una ceja con chulería y Alba tuvo que negar con la cabeza, porque lo peor era que tenía razón.
-No te aguanto-dijo, pero volvió a su hombro.
-Déjame estar feliz, Albi.
-¿Estás feliz?
-Muchísimo. De hecho, no lo estoy exteriorizando, pero si lo hiciera me pondría a dar vueltas a esta plaza corriendo y gritando y riéndome.
-Eres idiota.
-Joder, es que echaba de menos hasta tus "idiota"-lo dijo con tanta firmeza que Alba se lo creyó, y buscó su mano antes de responder.
-¿Ahora qué... ahora qué vamos a hacer?
-¿Ahora? Pues no sé, es temprano para cenar pero podemos pasear un ratito, o quedarnos aquí otro poco, lo que te apetezca. Aunque hace frío, y a lo mejor podríamos buscar...
-No digo eso, tonta. Me refiero a nosotras. A qué vamos a hacer con todo esto, porque yo no...
-No tenemos que hacer nada, Alba. Lo del... lo del beso no tiene que cambiar nada. No tiene que haber otro ahora mismo, ni dentro de un rato, ni dentro de tres días si no estamos las dos seguras de que es lo que queremos.
-¿Y si lo estamos?
-Pues nos volvemos a besar. No es como si no lo hubiéramos hecho nunca, ¿no?
-Menudo cambio de papeles-se rió Alba, con ambas manos sobre su cara-. ¿Te acuerdas del primero?
-Fue justo al revés-sonrió Natalia-. Yo paniqueando por haberte besado de pronto y tú diciéndome que no pasaba nada, que podíamos seguir como estábamos. Joder, sí que han cambiado las cosas para que sea yo la que te está diciendo que no te agobies con lo que vaya a pasar o no ahora, ¿eh?
-Ahora soy yo la que está acojonada-se rió la rubia, porque menuda ironía era aquello.
-En realidad yo también lo estoy-admitió la morena.
-Pues pareces bastante segura con todo.
-Porque estoy segura de qué es lo que quiero. Pero me da muchísimo miedo todo lo que tenemos ahora por delante.
-Es que el mar da miedo.
-Mucho-suspiró Natalia-. Pero también se disfruta muchísimo, Alba, y eso es lo que vamos a hacer ahora, ¿te parece?
-¿Disfrutar el mar?
-Disfrutar lo que venga-se encogió de hombros, y Alba volvió a levantar la cabeza para mirarla-. Y avanzar al ritmo que nos vaya apeteciendo.
-¿En qué momento de estos seis meses has cambiado tanto?-preguntó la rubia, casi incrédula.
-¿Por?
-Porque mira... mira la calma con la que estás teniendo esta conversación. ¡Y tranquilizándome tú a mí!
-Estás flipando, ¿eh?-se rió-. No sé, creo que fue en el momento en el que me di cuenta de que te estaba perdiendo. No es algo que... que me pueda permitir a la ligera, Alba.
-¿Perderme?
-Y perdernos-se encogió de hombros, con la mirada fija en sus manos.
-Menudos niveles de intensidad para una primera cita de tomar un café, ¿eh?-soltó una risilla la pediatra-. ¡Y yo ni siquiera he hecho el payaso!
-Bueno, un poco sí lo has hecho, Alba.
-¿Perdona? ¿Cuándo?
-¿Lo de seguir fingiendo que bebías con la taza vacía para no irnos? Un diez.
-¿Te has dado cuenta?-se le encendieron un poco las mejillas a la rubia al ver que la habían pillado.
-Es que tú igual te pensabas que no porque eres bastante enana, Albi.
-¡Oye!-le dio un golpe en el hombro, riéndose.
-¿Qué? ¡Es verdad!
-Tampoco tanto.
-Bueno, eres solo un poquito enana, entonces no te dio por pensar que desde mi altura de rascacielos yo veía esa taza ya vacía mientras tú seguías haciendo como que bebías.
-Qué vergüenza.
-¿Por?
-Creía que no te habías dado cuenta.
-Sí me he dado, pero me has parecido monísima.
-Calla.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora