44. Te lo has buscado tú

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Cuando Natalia murmuró aquel "te vas a enterar" antes de volver a entrar en la discoteca, tenía únicamente un objetivo en mente: provocarla como lo había hecho la rubia con ella, pero más. Quizás fue por las ganas de vengarse o por lo divertido que era ver a Alba mirarla como si estuviera a punto de combustionar ahí en medio, pero se le olvidó la timidez y la gente que pudiera verles mientras bailaba con una pierna entre las de Alba y asegurándose de que sus cuerpos entraran en contacto más de lo estrictamente necesario.

-Eres una cabrona-murmuró la pediatra cuando la cogió de la cintura para pegar su pelvis a la suya.
-Te lo has buscado tú-la morena rozó con sus labios el lóbulo de la oreja de Alba al responder, y luego la miró con una sonrisa traviesa.
-No sé quién eres ni qué has hecho con mi Natalia pero puedes quedarte un ratito-se rió la rubia.
-¿Tu Natalia? No te tenía por una persona posesiva.
-Y yo a ti te tenía por una Magikarp y no por una provocadora que me fuera a intentar poner cochinacachonda en medio de la discoteca, Nat, y mírate.

La fotógrafa soltó una carcajada que las sacó un poco de su microclima que solo existía entre ellas dos y las devolvió a la pista de baile en la que estaban. Les costó lo suyo, pero volvieron a integrarse con sus amigos, aunque sus miradas se buscaban cada poco y sus cuerpos lo hacían también a ratos, y volvían a bailar alguna canción juntas disfrutando de saber que estaban provocando tanto a la otra con tan solo un par de movimientos y roces tontos. A María le dieron ganas en alguna ocasión de pedirles un taxi para que se largaran a retozar como cerdas de una vez, pero lo cierto es que consiguieron mantener su juego sin que llegase a ser incómodo para los demás. Bailaban con ellos como si nunca hubieran empezado en realidad con esa competición de provocaciones, y cuando volvían a su tarea se alejaban lo suficiente como para no estar manoseándose entre ellos.

-Estoy a puntito de pedirte que le pidas a Ici las llaves de ese baño, Natalia-informó la rubia mientras estiraba el cuello para facilitarle el acceso a la fotógrafa.
-No se las voy a pedir-soltó una risita nasal que estremeció a la pediatra cuando entró en contacto con su piel-. Tú has dicho que en casa, ¿no? Pues en casa.
-Te odio.
-Seguramente-le dio un beso en la base del cuello antes de volver a su altura y le dedicó una sonrisa satisfecha que desapareció cuando la rubia metió la mano sin pudor alguno en el bolsillo trasero de su pantalón para acercarla más a sí misma. Fue ella quien sonrió con satisfacción esta vez mientras movía la cadera de un lado a otro con movimientos demasiado lentos para el ritmo de la canción que sonaba y su pelvis pegada a la de Natalia-. Esto es trampa.
-Te lo has buscado tú-repitió las palabras de la morena un rato antes.

Les costó bastante, pero aguantaron como campeonas sin pedirle las llaves a Ici de ningún baño, reservándose esas ganas que iban cada vez a más para cuando llegaran a casa de la pediatra. Llevaban bastante sin beber y el efecto del alcohol se les iba pasando progresivamente, y aunque Alba había asociado la actitud de Natalia precisamente a este, se sorprendió al ver que quizás no era tanto la borrachera sino ella misma. Lo de que la timidez de la fotógrafa era algo más bien unido al hecho no tener confianza con la gente y que en realidad desaparecía un poco más cuanto más a gusto se sentía, era algo a lo que tenía que acostumbrarse, pues su cabeza y su corazón habían aprendido a tratar con una persona que se ponía roja por hablar incluso de besarse y ahora entraba en juego otra dimensión de ella, otra pieza de las mil que la conformaban.

-Parecemos dos adolescentes con las hormonas revolucionadas-se reía Alba mientras intentaba concentrarse en abrir la puerta del portal, con los labios de Natalia dificultándole la tarea mientras recorrían la piel de su cuello, cuando por fin el taxi las dejó junto al edificio de la rubia.
-Te lo has buscado tú-volvió a decir la fotógrafa aquello que se habían estado repitiendo a lo largo de la noche.
-Sabes que María te va a recordar esto el resto de tu vida, ¿no?-se mordió el labio, disfrutando del contacto.
-Que le den a María.

La casa del árbolWhere stories live. Discover now