101. Quererse más que aguantarse

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-Oye-Alba soltó una risilla mientras alargaba la última vocal de ese "oye" al pillar una vez más a Natalia mirándola a ella a través del objetivo.
-¿Qué?-se rió desde detrás del aparato.
-Que si solo vas a hacerme fotos a mí. 
-¿No puedo?-apartó la cámara de su cara para poder mirarla directamente a los ojos, sonrió y volvió a subirla.
-Sí puedes, pero me da vergüenza.
-Es que estás muy guapa.
-Y tú esta mañana acojonada porque iba a quedar mal.
-Pero no ha quedado mal, Alba. Y es que encima te vistes de azul y queda una combinación perfecta para una foto-dijo, casi emocionada, y la rubia la miró como queriendo comérsela mientras se aguantaba una risa de ternura-. Eso ha sonado muy friki, ¿no?
-Un poquito-Alba juntó sus dedos índice y pulgar hasta casi tocarse-. Pero es que son complementarios, se te permite.
-Gracias-respondió Natalia con alivio, y le hizo otra foto porque le seguía mirando con la misma cara.
-¡Oye! Pero avisa al menos-se rió, y agachó la cabeza para que el pelo cubriera su cara y esconderse de alguna manera.
-Pero si las mejores fotos son las robadas-le hizo una más y soltó la cámara a su lado.
-¿Qué eres, el de Amelie?-Alba levantó la cabeza para mirarla divertida.
-Gilipollas, no digo robadas literalmente-se rió la morena y le tiró su chaqueta arrugada a la cabeza.
-¡Oye!-se quejó Alba, quitándosela de encima para hacer una bola con ella. Pero en vez de utilizarla para tirársela de vuelta a la fotógrafa, la colocó sobre sus piernas cruzadas para usarla de almohada y la observó desde abajo, sonriendo, cuando se acopló.
-¿Qué?
-Te sale una arruga monísima aquí-estiró un brazo y señaló su mejilla-. Cuando te ríes.
-¿Supongo que gracias?-soltó una risilla mientras soltaba la cámara al lado de sus piernas, para tener las manos libres y buscar con ellas las de Alba.
-De nada-respondió alegremente, y entrelazó sus dedos con los de Natalia por encima de sus hombros-. Desde aquí además se te ven los pelos de la nariz y también son monísimos.
-Oye, para-la morena intentó levantar las manos para taparse la cara mientras se reía, pero Alba no le dejó y soltó una carcajada.
-Perdón, es que estás muy mona cuando pasas vergüenza.
-Que te den.
-Mira, ¡la arruga de reírte!-exclamó emocionada la del pelo naranja, analizándole la cara al milímetro, y volvió a reírse en alto cuando Natalia le hizo una mueca de burla.
-Cuánta diversión a mi costa-se quejó como si le molestara lo más mínimo-. Encima de que te doy sorpresas porque me dices que estás de bajona.
-Ay, ya-suspiró Alba al recordar la alegría que le dio encontrarse a Natalia al salir de trabajar-. Eres la mejor novia del mundo.
-Lo soy, pero no por eso. Por aguantarte.
-¡Oye! ¿Cómo que aguantarme?
-Cariño, es que a veces es difícil.
-Pero cómo eres tan cerda-abrió mucho los ojos, y la fotógrafa soltó una carcajada antes de agachar el cuello para darle un beso en la nariz.
-Es broma-aclaró.
-Ah, pensaba-cerró los ojos para concentrarse en el cosquilleo del pelo de Natalia sobre sus mejillas.
-Me estoy acostumbrando a aguantarte.
-¡Oye!-volvió a fingir ofenderse, y esta vez, como tenía a Natalia más cerca pero sus manos seguían entrelazadas con las suyas, la reprimenda vino con un movimiento brusco de cabeza que pretendía ser solo un golpe suave pero que sin querer fue una buena hostia en la nariz.
-¡Ay!-exclamó Natalia, llevándose las manos a la cara-. ¡Pero cómo eres tan burra!
-Huy, perdón-a Alba se le escapaba la risa, pero intentó ponerse seria cuando se incorporó para comprobar mejor si le había hecho algo y vio que le lagrimeaban los ojos-. Ay, Natus, perdón.
-Menudo intento de romperme la nariz-le dio la risa floja a la otra.
-Perdón, perdón-repetía Alba, y apartó con cuidado las manos de Natalia de su cara para poder ver si tenía algo. Cuando vio que la nariz no estaba rota se estiró y le dio un beso-. Me he pasado.
-Te has pasado-se rió Natalia, aún asimilando el golpe.
-Es que creía que no estabas tan cerca-a Alba le empezó a dar la risa también.
-Lo llego a saber y no me acerco tanto, que casi me matas.
-Bueno, tampoco nos pasemos, ¿eh? Además, está justificado-la pediatra volvió a tumbarse usando de almohada las piernas cruzadas de Natalia cuando se aseguró de que seguía viva y entera-. Que me estabas diciendo que cuesta aguantarme.
-Me da miedo volver a afirmarlo por si me llevo un puñetazo esta vez-dijo, pero Alba la miró tan mal que le entró la risa antes de poder terminar de hablar siquiera.
-Qué bonito eso de tener a tu novia en pleno síndrome premenstrual, con todas las hormonas locas que eso conlleva, y decirle que te cuesta aguantarla...
-Vaya chantajista estás hecha-Natalia se masajeó la nariz una última vez antes de volver a buscar el contacto de su mano con la piel del cuello de la rubia.
-Es que ten pareja para esto-suspiró la otra con dramatismo-. ¡Para esto!
-Oye, ¡pero que era broma!
-Ya, seguro.
-Pues sí, más o menos.
-"Más o menos"-se rió Alba, sin poder mantener su papel dramático-. ¿Cómo vas a intentar arreglarlo así de mal?
-¿Me dejas que me explique o te vas a seguir metiendo conmigo?-Natalia también soltó una risilla mientras recorría con la yema de sus dedos los lunares de la pediatra.
-Te escucho.
-A ver-se concentró en buscar las palabras adecuadas-, creo que sí que tengo que aguantarte, pero me apetece hacerlo.
-No estás mejorándolo mucho.
-¿Puedo hablar?-se rió Natalia, y Alba le dijo que sí con la cabeza-. Es que convivir con otra persona es aguantar a la otra persona. Es aguantar sus manías y las cosas que no te gustan mucho de ella. Y yo como novia tuya que soy pues tengo que aguantar que ensucies muchísimo la cocina cuando hacemos la cena juntas, pero luego me meto contigo y te ríes y la limpiamos juntas escuchando música, y no me importa, ¿sabes? Quiero decir, que estar enamorada de una persona no hace que te guste absolutamente todo lo que hace, pero sí te hace querer aguantar esas cosas que no te gustan, porque eso significa que estás con ella.
-Eso de estar enamorada son palabras mayores, ¿eh?-dijo la rubia tras mirarla con una sonrisa bobalicona durante un silencio un poco largo.
-Ya-Natalia seguía con la vista fija en los dibujos sin sentido que iban haciendo sus dedos sobre la piel de Alba-. Pero es verdad.
-¿Sabes qué son también palabras mayores?
-¿El qué?
-"Convivir con otra persona"-respondió-. Convivir es casi, casi como... no sé, casi como casarse.
-Para mí convivir es quererse muy fuerte-pensó en alto la morena-. O sea, es quererse más que aguantarse.
-Elabora tu respuesta-pidió Alba, solo por el placer de ver a la fotógrafa explicarse.
-A ver, quiero decir que para convivir con alguien y que salga bien tiene que pesar más lo que le quieres que las cosas que tienes que aguantar de ella, ¿sabes? Porque cuando eso pesa más, convivir no va a desgastar la relación.
-¿Tú crees que con nosotras pesa más?
-Pues no sé, Albi, no lo hemos probado. Supongo que eso es algo que hay que ir viendo, ¿no?
-Un momento-la pediatra se incorporó, desbloqueó su móvil para mirar algo que Natalia no podía ver y enseguida se dibujó una sonrisa en sus labios, justo antes de volver a mirar a la fotógrafa-. ¿Vamos a un sitio?
-¿A qué sitio?
-Sorpresa-sonrió tanto que se le achinaron los ojos-. ¿Vamos o no?
-Cualquiera te dice que no.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora