18. Pa' llamar tu atención

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Se levantó del banco después de haber guardado la cámara, dando por finalizada esa sesión de calle improvisada, y dejó a Alejandra en el suelo para pasear un poco con ella, eso sí, de la mano, no se le fuera a escapar otra vez como el primer día que la llevó al pediatra. Con la mirada puesta sobre los pasos torpes de su ahijada, y empujando el carrito con una sola mano, prácticamente tuvo que centrar toda su atención en el paseo que estaba dando la pequeña, pendiente de que no se agachara a coger nada del suelo para luego llevárselo a la boca. Y lo hizo hasta que escuchó una carcajada familiar, esta vez la de María, a pocos metros de ellas.

-Huy, mira quién está aquí, Ale-le dijo a la niña, tirando de ella con suavidad para que echara a andar hacia la rubia-. ¡Mari!
-¡Natalia! Te estaba buscando, coño.
-Ya veo-Natalia alzó una ceja, observando sus pintas con un sombrero que tenía pelos artificiales que salían de pincho desde la copa, rojos y negros, y la chaqueta más hortera que había visto en su vida.
-Que sí, mujer, te estaba buscando pero es que esto me ha distraído. ¡Ale! ¿Un abrazo a la tita Mari?
-Creo que ahora mismo le das miedo-se rió Natalia al ver la cara de angustia que había puesto la niña, en vez de sonreír como solía hacer al ver a María.
-A mí también me lo darías, sinceramente-intervino la chica que había tras el mostrador, la que había hecho a su amiga soltar semejante carcajada. Natalia la reconoció de haberla visto en la sesión, pero no recordaba su nombre.
-Amo un mercadillo de segunda mano con toda mi vida, te lo juro-María se quitó el sombrero y lo colocó sobre la mesa de nuevo-. ¿Cuánto cuesta la chaqueta?
-¿Te la vas a llevar?-se sorprendió Natalia, que no sabía si reír o llorar, mientras sentaba a Alejandra en el carrito.
-¿Obviamente? Tía, está guapísima, ¿tú estás viendo esto?-giró sobre sí misma, pero no hacía falta ni que lo hiciera para que Natalia la viera. Tres o cuatro estampados distintos, flecos cayendo de los hombros, los colores más rocambolescos que podías poner en una sola prenda, todos juntos. Y por si fuera poco, el cuello de pelito. Le recorrió un escalofrío por la espalda-. Esto en nuestro garito de dosmileo lo peta.
-Perdona que me entrometa, pero, ¿he oído garito de dosmileo?
-El mejor de Madrid, y lo tenemos al lado de casa, no me digas que no fuimos las putas amas buscando piso-chuleó María de su pequeño pero gran antro favorito.
-Pues me vas a tener que decir cuál es porque mis amigos y yo llevamos queriendo ir a uno así desde no se sabe cuándo y no encontramos uno bueno-Natalia se rió de cómo le brillaban los ojos a aquella chica, que a decir verdad, parecía haber revivido con esa información. La vio buscar su móvil y poner cara de fastidio al no encontrarlo-. Mierda, es que hoy no tengo la cabeza donde la tengo que tener, a saber dónde he dejado ese aparato del demonio. ¡Alba! ¡Ven, corre!
-¿Qué pasa?-la voz de la rubia llegó hasta sus oídos desde unos metros más allá, y una parte de ella no quiso girarse a mirarla.

Era una parte estúpida, porque ya ves tú, ni que tuviera motivos para sentirse mal por enterarse de que la pediatra tenía novia, pero bueno, a veces el cuerpo es irracional, ya lo sabemos.

-¡Tú ven!
-A ver, ¿qué pasa?-ahora la voz estaba, ciertamente, mucho más cerca-. Huy, hola, Natalia.
-Hola-murmuró la morena, repeinando a Alejandra más de lo que lo había hecho nunca por mantenerse ocupada.
-¿Os conocéis?-se hizo la tonta la desgraciada de María, que ya sabía perfectamente quién era esa Alba.
-Soy la pediatra de Alejandra, voluntaria en la protectora en mis ratos libres, así que aquí estamos-le dirigió una amplia sonrisa que llegó con calidez a la otra rubia.
-Coño, la pediatra-se regodeó esta. "La madre que la parió, como suelte algo la mato"-. Ale nos habla mucho de ti.
-Bueno, presentaciones hechas, vamos a lo importante-sentenció la morena-. Tía, apunta, porque esta reina del glamour dice que conoce EL bar de dosmileo-remarcó el artículo gesticulando con las manos, como si estuvieran hablando, no sé, de algo demasiado épico como para nombrarlo sin más.
-Escúchame, el mejor de toda España, hazme caso.
-Afri, ¿y para eso me llamas? ¿por qué no lo apuntas tú?
-Porque no tengo ni idea de dónde tengo el móvil, cariño. ¿Qué te crees, que te llamaba porque te echaba demasiado de menos?

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora