61. Tres Monster y dos cafés

6K 473 61
                                    

-La rubia viene, ¿no?-preguntó María mientras echaba al carrito otro paquete de pan de molde.
-En teoría sí, pero no sé, últimamente tiene tanto lío en la clínica que lo mismo no puede.
-Pero si mañana es sábado.
-Pero es que tiene a un compi de baja y están ella y otra doblando turnos.
-Coño, con razón te veo tanto por casa últimamente-se burló.
-Ja, ja-achinó los ojos la morena-. ¿Hemos cogido la nutella?
-¿Con nutella también? Tía, que cumple dos años y no se entera, ya habrá tiempo para hacerle cumpleaños con sándwiches y gusanitos y cocacola que ya no tiene gas y muchos niños gritando y sudando.
-Bueno, eso díselo a mi madre, que mira la lista de la compra que me ha hecho-le enseñó la pantalla de su móvil-. Le ha pillado lo de ser abuela muy joven y se viene arriba preparando fiestas.
-Miedo me da mi tocaya-se rió-. Entonces Alba está hasta arriba de trabajo, ¿no?
-Sí, bastante.
-¿Y por eso llevas desde el otro día con la cara hasta el suelo?
-Más o menos-se encogió de hombros, y suspiró al ver cómo la miraba María, porque entendió que no iba a dar la conversación por terminada con aquello-. Es que discutimos un poco.
-¿Y eso?
-O sea, ni siquiera fue discutir. No sé, estamos las dos estresadas, supongo.
-Ay, que ya habéis superado la fase Mr. Wonderful-sonrió la rubia con ternura-. Menos mal, también te digo, porque menudo asco dabais con tanto arcoiris.
-Qué graciosa eres-achinó los ojos en su dirección.
-Es que dabais asco de verdad, Nati, me daban unas ganas de potar de veros quereros tanto...
-Que te den-le lanzó un paquete de patatas al pecho.
-A ti-se lo devolvió, y la fotógrafa lo echó al carrito-. Oye, pero es coña, yo me alegro mucho de verte tan contenta, de verdad.
-No te dura ni tres minutos lo de hacerte la dura-se rió Natalia.
-Es tu culpa. Pero entonces, lo de las discusiones, ¿dentro de lo normal?
-Sí, supongo. Si es que son tonterías y nos dura diez minutos.
-¿Tonterías como qué?
-Pues que estamos estresadas y eso nos tiene irascibles, supongo. Por ejemplo, el miércoles fue por una coña que ella no pilló, pensó que le estaba echando en cara que no fuéramos a cenar juntas y le sentó mal-le empezó a explicar-. Y como yo también estoy hasta el coño de la vida en general y había pasado todo el día trabajando, pues de primeras me molestó que me hablara así. Pero fueron diez minutos, luego nos dimos cuenta las dos de que habíamos saltado por nada y todo bien.
-¿Todo bien pero llevas dos días con la cara de pena?
-Es que es la cuarta vez que nos pasa en tres semanas-frunció los labios, recordando la primera discusión seria que habían tenido el día que compraron el regalo de Ale-. Y no sé, me da un poco de miedo que vaya a más.
-Nati, pero que haya roces es lo más normal del mundo. El problema vendría si no los supierais arreglar bien, y eso lo hacéis, ¿no?
-Sí, creo que sí.
-¿Crees?
-Supongo-se encogió de hombros-. Si luego volvemos a estar bien.
-Es que si habláis bien las cosas y os escucháis las dos para solucionarlo, no tiene por qué ser malo eso de tener alguna discusión de vez en cuando. De hecho, me parece incluso más sano, porque aprendéis a escucharos.
-Ya, Mari, pero eso en la teoría suena muy bonito, el problema es que en la práctica, pues no hace tanta gracia.
-Es que tú eres un bollito así-María cogió del estante un paquete de mini magdalenas y las puso al lado de su cara, poniendo puchero en un gesto enternecido y, por si no había quedado claro el mensaje, uniendo mucho los dedos índice y pulgar de la mano que tenía libre-. Oye, qué ricas, estas nos las llevamos para casa.

Alba llevaba un tiempo doblando turnos, pero es que Natalia también estaba empezando a tener más trabajo de lo normal en el estudio, y el resultado de eso era un estrés acumulado que, efectivamente, les estaba haciendo discutir más de la cuenta. Con el mes de abril ya entrado, la época de comuniones a la vuelta de la esquina y la necesidad de conseguir todo el dinero posible, habían aprovechado esa oportunidad y estaban empezando a hacer sesiones para ese tipo de eventos, aunque solieran trabajar con fotografía editorial. En un trabajo como aquel nunca se le hacen feos a ninguna oportunidad, pero claro, era complicado llevar semejante ritmo entre dos personas, así que Natalia también llevaba un par de semanas trabajando casi el doble.




La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora