La casa del árbol

73. Laponia

La pediatra había tomado la decisión de dejar de regodearse en la tristeza y empezar a ordenarse para Natalia, pero a la fotógrafa le costaba un poco más como Mercurio que era. Sobre todo después de ese día que la vio de lejos en la calle, mientras iba a merendar con Vicky y Ale, porque fue en ese momento cuando se dio cuenta de que Alba en realidad seguía existiendo, seguía haciendo su vida y en cualquier momento se la podría cruzar por la calle, o incluso podría querer quedar con sus amigas, que ahora también lo eran de ella; y ser consciente de eso supuso un peso más sobre todo el que ya tenía encima. Por eso, cuando a María le dijeron desde producción que se habían quedado colgados con la foto fija y le preguntaron, porque los técnicos de luces trabajan muy de la mano de los fotógrafos, si conocía a alguien a quien pudiera recomendar, la rubia no se lo pensó dos veces.

-¿Cómo que a Barcelona, Mari?
-Tía, escúchame, que no es tan descabellado.
-¿Cómo no va a ser descabellado que me vaya a Barcelona en tres días? ¿Y el estudio? ¿Dejo a Dani tirado?
-Pero si justo esta primera quincena de agosto teníais vacaciones, coño. En estas dos semanas fijo que encuentra a alguien, yo le puedo decir un par de tías que son también buenísimas.
-¿Y Fígaro?
-Pues lo dejas con Afri, o con tus padres. O te lo traes, tía, que nos ponen un hotel para el alojamiento durante el rodaje, pero seguro que está como en casa.
-No sé, María, no lo veo.
-Escúchame, ¿qué es lo que más te gusta en el mundo? Las fotos de calle, ¿no? Las de hacer a la gente mientras están a su puta bola. ¡Pues esto es lo más parecido a eso que vas a tener como oportunidad laboral! En plan, remunerado por horas, quiero decir.
-Ya, pero es que...
-Tía, piénsatelo en serio, porfa. Es que serían dos meses haciendo lo que más te gusta, porque en realidad no hay apenas diferencia entre las fotos que haces tú por la calle y estar en un rodaje de foto fija, que literalmente te dedicas a hacer fotos a la peña mientras trabaja. Y encima, pasas dos meses con la cabeza puesta en eso y no en hundirte más, porque Nati, yo te quiero mucho, pero estás hundiéndote sin hacer nada. Imagínate ahora con dos semanas de vacaciones que ibas a tener, me dirás que no va a ser peor para ti que estar fuera unas semanas.
-¿Hasta cuándo tengo para pensármelo?
-¿Un par de horas?-María hizo una mueca-. Es que necesitan encontrar a alguien pronto, que empezamos en cuatro días.
-Me lo voy a pensar-suspiró Natalia.

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-Esta persona es gilipollas-refunfuñó la fotógrafa, mientras lanzaba el móvil lejos de ella.

Llevaban cuatro días de rodaje, Natalia había terminado de volcar a un disco duro las fotos de ese día para dejar espacio en la tarjeta de memoria para el día siguiente, y se había puesto a mirar instagram antes de dormir. Y mirando instagram vio la canción que Alba había compartido, fue a escucharla entera y ahora estaba cruzada de brazos y con el ceño fruncido sobre sus ojos. María y ella compartían habitación, lo cual era positivo para la fotógrafa porque podía desahogarse si le hacía falta, como en ese momento, pero podía terminar haciendo que la rubia se tirase de los pelos.

-¿Quién?
-Pues Alba.
-¿Por?
-Por lo que me ha dicho.
-¿Te ha hablado?-preguntó la rubia con sorpresa.
-Más o menos. ¿Has visto su historia?
-Cariño llevo todo el puto día eligiendo focos y moviéndolos y me acabo de salir de la ducha, no he tenido el placer-dijo mientras desbloqueaba su móvil en busca del storie en cuestión-. ¿Esta canción?
-Sí.
-¿Y qué te ha dicho?
-Pues la canción, Mari.
-¿Eso es hablarte?
-Sí, porque nosotras... hablamos así a veces-explicó por encima, quitándole importancia con un gesto de la mano.
-¿Puedo escucharla?
-Sí-se encogió de hombros.

María se puso los auriculares y abrió spotify para escucharla, con curiosidad pero también asustada por lo que podría haberle dicho que había puesto a su amiga de ese humor.