99. Agosto en abril

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El paso de las semanas iba alejando el invierno de ellas y devolviéndoles la rutina que un año antes daban por hecho y que ahora valoraban como si fuera lo más especial del mundo, después de haberla perdido. Cada miércoles, Natalia esperaba a Alba en la puerta de la clínica, y se iban a cenar juntas paseando bajo noches cada vez menos cerradas, pues los días estaban empezando a alargarse. Los fines de semana se juntaba el grupo entero siempre que podían, a veces para salir de noche y a veces para merendar y así incluir también en el plan a Alejandra, que estaba cada día más cerca de cumplir los tres años y no paraba de hablar. Ella apenas recordaba ya la época en la que Alba, Sergio y África habían dejado de estar tan presentes en su vida como lo estuvieron una vez, y ahora que volvían a estarlo simplemente volvió poco a poco a llamar tita Alba a la pediatra.

El primer día que lo hizo fue el primer sábado de abril, sentada en el suelo del salón del piso de Alba. Habían ido a comer allí, y era la primera vez que Alejandra veía a Queen y a Luisa. Le había fascinado eso de que en aquella casa vivieran dos gatos en vez de uno, como en la casa de sus tías Nati y Mari, y no paraba de repetir que había dos gatos. La décima vez que se puso a contarlo, fue hacia Natalia, que estaba ayudando a llevar los platos a la mesa bajita del salón, tiró de su pantalón y repitió su nombre con impaciencia hasta que se sintió escuchada. "Ale, cariño, que estaba hablando con mamá. ¿Qué pasa?", le preguntó con el mismo tono tierno que usaba siempre con ella. "La tita Alba tiene dos gatos" respondió ella, con los ojos muy abiertos y dos deditos de su mano levantados con torpeza. "¿La tita Alba?", preguntó Natalia, buscando con la mirada a la pediatra, que observaba la estampa desde la cocina. "Dos gatos", se limitó a responder Ale, y se fue a seguir jugando con Luisa. Natalia sonrió y a Alba le costó un poco más salir de su ensimismamiento de haber escuchado a Ale decir eso. Durante los meses que estuvo con Natalia se convirtió en alguien casi tan presente en su vida como lo era en la de la fotógrafa, y eso supuso cogerle mucho cariño; así que cuando dejó de reconocerla como "tita Aba" y pasó a ser para ella simplemente "Aba", aquello le dolió en el cora más de lo que se había imaginado que podría dolerle. Pero de pronto había vuelto, en la inocencia de un simple "tita" que decía junto a su nombre, la demostración de cariño que suponía aquello, una demostración que le decía que volvía a ser para ella tan importante como lo era un año atrás.

Ese mismo día Alba se pasó media tarde más pendiente de jugar con Alejandra que de todo lo demás, bajo la mirada enternecida de Natalia y las miradas cómplices de María y Vicky al observarlas, y cuando llegó la hora de irse le prometió que podía volver a ir a jugar con Luisa siempre que quisiera. Ale, a pesar de la promesa, se escondió junto a Queen tras el sofá, por si con eso conseguía quedarse un rato más allí, y al final la pediatra tuvo que ofrecerse a acompañarla hasta casa para que no tuviera que despedirse aún. Fue la única manera de conseguir que saliera de su escondite.

-La peque está encantada contigo-comentó Natalia, mientras ayudaba a Alba a hacer la compra cuando se pararon en el super de vuelta a casa.
-¿Has visto?-sonrió la rubia.
-Dice que quiere ponerse el pelo rosa como tú.
-Y me llama tita Alba-la morena notó en su voz la ilusión que le hacía aquello en especial.
-Te llama tita Alba-sonrió, con el labio inferior atrapado entre sus dientes-. Es que te adora.
-No me extraña, también te digo-se puso chula-, ¿cómo no me va a adorar? Todo el mundo lo hace.
-¿Pero cómo eres tan modesta?-Natalia soltó una carcajada mientras soltaba un paquete de macarrones en el carrito.
-¿He dicho alguna mentira?
-Pues sí, yo a veces te tengo un poco de asco.
-Hala-la rubia fingió ofenderse muchísimo-. Mi propia novia.
-Lo siento, cariño, pero es verdad.
-Mi propia novia me dice que me tiene asco-repitió ofendida, y alzó la voz un poco más-. ¡Que me tiene asco! ¡Mi novia!
-Se va a enterar el carrefour entero-se rió Natalia.
-¡Que se enteren! ¡Que me dice que me tiene asco mi novia!
-¿Cómo no te lo voy a tener? Si te sobra tanto ego que te sale por las orejas-se le escapaba la risa mientras se alejaba poco a poco del carrito llenísimo que arrastraba Alba.
-Oye, ¡pero serás falsa!
-Encima por las mañanas te huele el aliento fatal-dijo lo primero que se le pasó por la cabeza, y al ver los ojos achinados de Alba que la observaban con fingida ira, soltó una risilla y huyó al pasillo siguiente.
-¡Oye!-escuchó a sus espaldas-. ¡Que yo no puedo correr!
-¡Se siente!
-¡Cerda!
-¡Creída!

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora