31. Las botas

9.9K 568 111
                                    

El día que vieron la segunda parte de Mamma mia, el día que pararon el movimiento de la tierra y la fotosíntesis de las plantas mientras se abrazaban, Alba pasó más tiempo del que admitiría en voz alta buscando una exposición de fotografía que le pudiese gustar a la morena. Quería demostrarle que con ella no tenía que tener ese miedo del que le había hablado, cuando ella le había dicho que quería besarla después de ver la película, quería demostrarle que quería de verdad seguir con eso que tenían que aún no era nada pero que quizás podía llegar a ser algo, y que le gustaba en serio, sin echarse para atrás. Así que leyó mil nombres de exposiciones de fotografía que había en la capital, buscó las obras de los artistas que participaban en ellas, comparó, abrió veinte pestañas en su móvil guardando las que más le llamaban la atención y las que más creía que podrían gustarle a Natalia, y acabó con la cabeza loca pero con una decisión tomada. Había encontrado una que le llamó la atención, primero por el nombre, "El instante Masats", y después por lo poco que pudo ver del contenido de la exposición. Ya solo faltaba que a Natalia le apeteciese ir con ella.


...............................................................................


Natalia salió del estudio y se colocó la chaqueta. Aún quedaba buen tiempo por delante, pero ese 22 de septiembre el frío había decidido hacer acto de presencia, como quien dice "eh, que ya mismo estoy aquí". Como los pinchazos abdominales durante la semana previa a que te baje la regla, apareciendo para avisar de la proximidad de su llegada. Estaban a 13°C incluso a las dos del mediodía, y se había puesto sus botas de estilo militar por primera vez desde, por lo menos, abril, cuando había empezado a hacer demasiado calor como para usarlas. Le gustaban esas botas porque se sentía fuerte con ellas, algo poco común para ella, y que no llegaba a entender del todo. Le parecía curioso que una prenda de vestir pudiera hacer eso, pero lo hacía, por algún motivo, se sentía más poderosa, con más seguridad. Como el drag, suponía, pues nunca lo había hecho pero siempre había escuchado que hacer drag te hace sentir que puedes con todo. Pues esas botas eran su drag particular, digamos. Sacó el móvil de su bolsillo trasero para poner los auriculares, pero una notificación retrasó su tarea de poner la música.

alba

hey
puedo pedirte permiso para secuestrarte otro rato este finde??
se me ha ocurrido un plan que no incluye meternos en los pocos metros cuadrados que tengo de salón y no sé si te apetece

y supongo que no me vas a decir en qué consiste el plan, no?

supones bien

entonces cómo voy a saber si me apetece?

igual puedes volver a usar el criterio de compañía vs plan y entonces decides

pues me apetece

sin saber el plan?

sin saberlo

A lo mejor eran las botas las que le habían ayudado a responder con esa rotundidad, o a lo mejor que ya sentía más confianza con la pediatra, sobre todo después de lo que le había contado el sábado por la noche, o a lo mejor que ver la sinceridad de la rubia sobre las ganas de volver a verla había hecho que ella también quisiera ser sincera. La cosa es que, fuera cual fuera el plan, le apetecía mucho.


...............................................................................


-Ay, Natalia, cariño mío, ¿cuántas veces te tengo que decir que lo que hemos elegido esta mañana está bien?
-Es que como no me ha dicho a dónde vamos, pues no sé qué ponerme, y como no sé qué ponerme, me estreso, María, me estreso.
-Pues como sigas estresándote nos vas a desgastar el parqué-se quejó la rubia desde el sofá.
-¡Me da igual el parqué! ¿Botas militares o zapatillas blancas?
-Creo que la prefiero cuando no le gusta nadie-María no le respondió, se limitó a mirar a Vicky, que se reía mientras le daba el biberón a Alejandra, a su lado.
-Militares, sí, militares-dijo la morena para sí misma.
-Lo peor es que han quedado más veces, que no es la primera, pero mírala-seguía quejándose María.
-Hemos quedado tres veces-Natalia sacó la cabeza de la puerta de su habitación para mirar mal a su amiga-. Y dos de ellas han sido en su casa, no es lo mismo, así que no cuenta.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora