67. Corriente de resaca

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El mar había empezado a relajarse después de aquella ola gigante que había llegado en forma de cuchillos afilados por parte de la pediatra, y aunque con el paso de los días la masa azul parecía estar cada vez menos agitada, ninguna de las dos había vuelto a sentir la calma que reinaba en el agua apenas un par de meses antes. La ola había llegado en un mal momento para la fotógrafa, que ya estaba a muy poquito de no hacer pie y había sufrido bastante la fuerza con la que había roto contra su cuerpo precisamente por esa inestabilidad en la que se encontraba. Se vio con el agua por los hombros ante aquella fuerza bruta del mar y no solo tuvo que retroceder un par de pasos para asegurarse de que no la tirara, sino que además se vio tan pequeña que se dio cuenta de que necesitaba un punto de apoyo más fuerte. Y ese punto de apoyo con la estabilidad suficiente como para poder mantenerla a ella también a flote lo buscó en la rubia, pues desde el principio la había visto nadar con más seguridad y muchísimo menos miedo que ella. Alba, por su parte, aunque hacía ya tiempo que buceaba para ver los peces bajo sus cuerpos y que se reía a carcajadas salpicándole con poco cuidado, también había sentido el impacto de otra ola, una que había llegado en forma de miedo de perder a la fotógrafa. Esas dos semanas que se habían distanciado le habían pesado demasiado, sobre todo por el sentimiento de culpa que le invadía cada vez que se daba cuenta de que las cosas habían vuelto tanto a como eran antes, a como eran cuando Natalia apenas se había dejado mojar los tobillos. El mar había empezado a relajarse, sí, pero seguía sin ser el mismo mar en el que nadaban antes.

El sábado que merendaron con Ale y Vicky se pasaron la tarde sonriéndose desde la distancia, diciéndose con miradas lo mucho que se habían echado de menos para decírselo de una manera mucho más cercana horas más tarde, cuando Natalia aceptó la invitación de la pediatra de cenar juntas y, luego, de dormir allí. Era una sensación extraña para las dos, porque aunque la complicidad en la cama parecía intacta, igual que lo parecían las ganas de estar juntas, como si el mar nunca se hubiera agitado; al mismo tiempo ambas eran conscientes de sus nuevas inseguridades ante esa no-calma del agua, pero también las dos intentaban ignorarlas para darles tiempo a sus cuerpos a acostumbrarse y que dejaran de tener miedo.

Era, en resumen, una calma poco tranquila, pero era mucho mejor que las semanas que habían pasado tras las palabras desafortunadas de Alba, y era el camino lento hacia una tranquilidad completa en la que ya no diera miedo seguir adentrándose.



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-Oye, Nati, tengo que hablar contigo.
-Joder, eso suena a que vas a dejarme-se mofó Natalia.
-Pues más o menos. No te aguanto más y me piro.
-¿Estás buscando algo con Pablo?-preguntó la morena, ahora más seria, y se giró a mirarla con las cejas alzadas apartando su atención de la sartén.
-No, gilipollas-se rió María-. No es eso. Pero sigue siendo más o menos dejarte.
-¿Y qué es entonces?
-A ver, es que no es seguro, pero a lo mejor me sale un rodaje para este verano.
-¿De eléctrica?
-Jefa de eléctricos, ¿cómo te quedas?-movió las cejas varias veces con chulería.
-Hostia, pero eso está súper bien, ¿no?
-Sí, está de puta madre, pero serían dos meses en Barcelona.
-De ahí lo de que es más o menos dejarme, ¿no?
-Exactamente.
-Así que me vas a abandonar-suspiró con exagerado pesar.
-A ver, que todavía no es seguro, pero te lo quería comentar porque si me sale igual te interesa pasar esos dos meses con la enana de jardín, le vacíamos esto a la casera y que lo ponga para alquileres cortos, ¿no?
-Pues podría ser una opción-hizo una mueca pensativa.
-Es que es una tontería que yo lo siga pagando mientras estoy fuera, estaría tirando una parte de lo que gane con la peli, pero tampoco vas a pagarlo tú entero. Así que se lo dejamos libre y tú te mudas un par de meses a vuestro nidito de amor.
-Nidito de amor-repitió con una risa nasal-. ¿Y cuándo sería eso?
-Pues si al final sale, sería para agosto y septiembre.
-Ah, quedan todavía un par de meses, creía que iba a ser antes.
-No, no. Tienes dos meses para decírselo a Alba, para que veas que yo aviso con antelación. Van a ser como unas vacaciones largas pero sin poder iros de vacaciones.
-Me faltaría la parte de poder irnos de vacaciones.
-Coño, pero es como una convivencia pero sin que sea permanente. Un par de meses viviendo juntas, para poder follar como conejas todas las noches, anda que no molaría, ¿eh?
-Eso de follar como conejas suena feísimo-se rió la fotógrafa.
-Perdón, perdón. Para poder realizar el acto carnal del amor todas las noches.
-Eres idiota-Natalia negó con la cabeza.
-Ya estáis bien, ¿no?-preguntó la rubia, al ver que no parecía haberle hecho gracia.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora