72. 1001 piezas

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Alba había escuchado la canción de Natalia, y no se había atrevido a responderle pero en realidad se moría por pedirle que no pensara así y que dejara de culparse, y por decirle que ella no había apagado ningún sol. Ojalá se hubiera atrevido pero no fue capaz, porque probablemente si le hablaba iba a acabar recordándole que la quería, y no sabía hasta qué punto eso era bueno en situación en la que estaban. Pero ojalá se hubiera atrevido porque no podía parar de pensar que Natalia se estaba culpando a sí misma de todo, y era lo último que quería que hiciera.

Lo estaba pasándolo mal por ella y por la fotógrafa, por cómo podría estar, y se le encogía el corazón cada vez que la imaginaba triste. Y solo se le encogía el corazón porque solo se la imaginaba pero no la veía, como sí que la estaba viendo María, convertida en una especie de zombie apagado. El domingo, cuando la secuestró Vicky desde la hora del desayuno hasta la cena, solo Ale fue capaz de sacarle algunas sonrisas. El lunes se fue a trabajar y se pasó la mañana equivocándose de objetivo, y enchufando los focos que no eran, e incluso a media mañana Dani le dijo que se tomara un descanso cuando la vio tan agobiada que parecía estar a punto de llorar. Luego llegó a casa, se sentó en el sofá con Fígaro sin apenas comer y no se volvió a mover hasta bien entrada la tarde. El martes fue igual: comió poco, habló poco y cenó poco, y se fue a la cama temprano. El miércoles fue peor, porque los miércoles eran su día de verse y recargar pilas juntas y eran días de Alba haciendo el tonto por la calle y Natalia pidiéndole que no gritara tanto muerta de vergüenza; y aunque últimamente no eran tan bonitos le dio pena igualmente, porque eran su día. Así que el miércoles Dani volvió a pedirle que se tomara un descanso y Natalia volvió a sentarse en el sofá sin pararse a comer. El jueves María la obligó a comer y le regañó por no haber estado haciéndolo esos días, le dijo que entendía que estuviera triste pero que no podía estar así, y volvió a usar su grupo para preguntar por la pediatra, pues sabía que vivía sola y temía que también andara tan baja de ánimos que no le apeteciera ni comer, pero en su caso sin nadie al lado para obligarla a hacerlo. El viernes fue igual, a pesar del intento de hacerla espabilar de María el día anterior, y ella estaba cada vez más preocupada porque se iba a Barcelona en apenas diez días y en vez de verla ir a mejor con el paso del tiempo la veía cada día peor.

Natalia había sentido algo de esperanza mientras escuchaba Fui a buscar al sol, el sábado anterior sentada en ese banco; pero en realidad esa esperanza por lo vanidoso de las cosas, vanidoso en el sentido de que nada dura para siempre y de que quizás su distanciamiento tampoco lo haría, también fue vanidosa y se desvaneció enseguida. Y desaparecía más cada vez que se acordaba de que Alba le había dicho que la asfixiaba, y cada vez que recordaba cómo le había pedido que fueran a tomar el sol, intentando no llorar. No desaparecía porque dejara de pensar que podría ser algo temporal y ya está, sino porque su cabeza era muy traicionera y no hacía más que decirle que aquello de la asfixia no era ninguna tontería, que quizás sí que era todo tan grave, que a lo mejor había jodido su relación sin darse cuenta. Y a eso se sumaba que cada día echaba más de menos lo de llamarse después de cenar para contarse cómo les había ido el día a cada una y escuchar sus carcajadas o prestar atención incluso a lo que había comido. No se había dado cuenta de que una información tan banal que no le interesaba viniendo de absolutamente nadie, cuando venía de la pediatra de pronto le parecía lo más interesante del mundo; pero ahora que llevaba una semana sin poder preguntarle lo echaba tanto de menos como enviarle todas las fotitos de gatos y todo lo relacionado con Mamma mia que se encontrara por twitter.

Precisamente eso fue lo que le pasó el sábado cuando se tumbó en la cama después de comer y vio el meme del protagonista de The office con los dos carteles de las pelis de Mamma mia con los subtítulos de "I love you guys so much". Le salió por instinto darle a compartir y estuvo a punto de enviárselo a la pediatra, pero cuando no le apareció en sus chats más recientes fue consciente de que no podía mandárselo, y en ese momento se derrumbó todo lo que no lo había hecho desde la tarde del sábado anterior. Había pasado una semana sin llorar, aunque triste y con pocas ganas de todo en general, pero sin soltar una lágrima, y no se dio cuenta de cuánto lo necesitaba hasta que dejó que cayera la primera, y después la siguiente, y cuando se quiso dar cuenta estaba llorando tanto que acabó poniendo la música en alto con la esperanza de que así María no la escuchara. Claro que si lo que escuchaba era SOS versión Meryl Streep y Pierce Brosnan, pues igual su compañera de piso pudo darse cuenta de que algo no estaba bien.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora