79. Nubes de atardecer

5.9K 421 96
                                    

Cuando Marina abrió la puerta y vio la cara con la que llegaba su hermana, se pudo imaginar cómo había ido ese reencuentro del que habían estado hablando por el grupo. No necesitó que le dijera nada, simplemente abrió los brazos y la pediatra se aferró a ella con fuerza. Cuando dejó a Natalia en aquel parque para ir a coger el metro, en vez de coger la línea que la llevaba hasta su piso decidió casi sin pararse a decidirlo ir a ver a su hermana, porque su subconsciente pensó que le iba a venir mejor esa compañía que estar sola en casa.

-Es imbécil-se quejó, aún abrazada a ella-. Es una imbécil, Mini.
-¿Natalia?
-Sí.
-¿Qué ha pasado?-la invitó a ir hasta su habitación, pues en el salón estaban sus compañeras de piso, a quienes Alba saludó con un gesto distraído mientras lo atravesaban, y cerró la puerta a sus espaldas-. ¿Te ha hecho algo?
-Venir a la clínica-respondió la rubia con enfado-. Venir a la puñetera clínica para dejarme.
-¿Para dejarte?-eso sí que sorprendió a la pequeña.
-Es que es imbécil-volvió a decir, aunque le tembló la barbilla mientras hablaba-. Es gilipollas, porque va y me dice que me merezco otra cosa. Así que ella va, toma esa decisión por mí, ¿y a mí que me den por culo?
-¿Pero cómo que te mereces algo mejor? ¿Por qué dice eso?
-Porque es idiota-esta vez además de temblarle la barbilla, se le rompió la voz-. Es idiota y yo estoy ya harta, Marina. Se podría haber quedado en Barcelona otros dos meses.
-No piensas eso en realidad-Marina alzó las cejas, porque sabía que no lo pensaba.
-Déjame. Sí lo pienso, porque estaba mejor cuando me dejaba tranquila y no venía a buscarme al puto trabajo.
-Alba.
-¿Qué?
-Estás cabreadísima.
-¡Claro que lo estoy!
-¿Pero y aparte?
-¿Aparte de qué?
-Aparte de cabreada, ¿cómo estás?
-Con ganas de matarla.
-No digo eso, Alba. Al fin y al cabo llevabas muchísimo sin verla, dudo mucho que te haya dejado indiferente su visita.
-Claro que no me ha dejado indiferente, Mini, si ha venido para dejarme, ¿cómo coño va a dejarme eso indiferente?
-Sabes a lo que me refiero-alzó una ceja la pequeña.
-Sí que lo sé, pero prefiero ignorarlo.
-¿Por?
-Porque quiero seguir enfadada y si pienso en eso no puedo-refunfuñó.
-O sea que te ha removido entera verla.
-¿Cómo no me va a remover, Mini?-resopló la del pelo corto-. Que han sido casi tres meses.
-Es que ha sido mucho tiempo.
-Mucho. Pero es idiota, así que me da igual que se me haya vuelto loco el cuerpo al verla, Marina, porque se acabó.
-¿El cuerpo o el cora?-alzó una ceja Marina.
-¿Te puedes creer que me estaba diciendo que me dejaba y yo solo quería abrazarla?-dijo Alba, como respuesta, dejándose caer en la cama de su hermana y con un cojín entre sus brazos-. Quería un abrazo, Marina, ¿se puede ser más ridícula?
-No eres ridícula, Alba. Es normal, joder, si antes de que se pusiera chunga la cosa erais uña y carne y andabais encoñadas por la vida, eso no desaparece en tres meses.
-Eso díselo a ella.
-Alba, ¿tú crees que para ella ha desaparecido todo eso de verdad?
-No hay más que ver lo claro que lo tenía.
-Puede ser gilipollas y tenerlo clarísimo pero estar igual que tú por dentro.
-¿Qué vas a saber tú, Marina?-dijo Alba, enfadada de más con ella por culpa de todo el enfado que llevaba un rato hirviendo en su sangre.
-Pues sé lo que nos ha dicho María, por ejemplo-respondió rápidamente, pero en cuanto se dio cuenta de que eso podía proporcionar a la pediatra una información que en teoría no tenía que tener, trató de disimular su cara de haberla liado y esperó que su hermana no tuviera la cabeza para ponerse en modo equipo de investigación.
-¿María?
-Eh... sí, María.
-¿María ha hablado con quiénes? ¿Quién es "nos"?
-¿Qué?
-Has dicho "nos ha dicho", Marina, deja de hacerte la tonta-se quitó el cojín de la cara para dedicarle una mirada de puro enfado y la del pelo largo se vio acorralada. Su hermana enfadada le acojonaba demasiado.
-¿Si te lo cuento no me matas?
-¿El qué?-Alba se incorporó para sentarse y Marina retrocedió un paso.
-Cuando... cuando lo dejasteis, en julio... María hizo un grupo para preguntarnos cómo estabas y eso. Y no lo hemos borrado aún.
-¿Un grupo? ¿Con quiénes?
-Pues están María, Afri, Vicky, Sergio y yo. Y lo hemos... lo hemos utilizado para hablar y eso, y así María nos contaba también cómo estaban por allí por Barcelona, Alba. Nada, una tontería.
-Me estás ocultando información.
-¿Qué dices? ¿Qué información te voy a estar ocultando?-aparte de que el grupo se había creado en realidad con el objetivo de ayudar a que solucionaran las cosas y que aún se llamaba "operación rescate".
-Pues tú sabrás, Mini. ¿Qué os ha dicho María?
-¿Qué?
-Has dicho que sabes lo que os ha dicho, ¿qué os ha dicho?
-Ah, no... nada, nos ha ido contando cómo les iba en el rodaje y eso, y...
-Marina-la pediatra cogió aire como si eso le fuera a dar paciencia además de oxígeno-. Puedes decirme lo que os haya contado sin que me muera, ¿eh? Solo quiero saber... dices que no estás tan segura de que ella haya pasado página ya, ¿no? Pues quiero saber por qué lo piensas.
-Pero, Alba...
-No, ni Alba ni Elbo. Joder, quiero entender un poco, nada más. Quiero saber si para ella lo nuestro ha sido... si ha sido tan insignificante que ya se la sudo.
-No lo ha sido-afirmó Marina, con el ceño fruncido-. Natalia lo ha pasado muy mal, Alba. Y lo sigue pasando, ni de coña tiene nada superado ya.
-Pero le encantaría tenerlo.
-Tampoco estoy tan segura de eso.
-No me jodas, ¿cómo no lo vas a estar? No ha tardado ni un día en venir a hablar conmigo, Marina, le ha faltado bajarse del tren y venir a buscarme con la maleta y todo para decirme que se acabó todo, ¿cómo me vas a decir que no está deseando superar de una vez?
-No sé, Alba, a lo mejor no ha ido a buscarte hoy porque esté deseando que se acabe ya, sino porque era una conversación que tendríais que haber tenido hace tiempo y estar lejos y echarte de menos ha ayudado a que se arme de valor.
-¿Por qué hablas como si estuvieras intentando convencerme de que tengo que perdonarle o algo así?-la del pelo corto frunció el ceño con enfado, viendo que su hermana no dejaba de llevar la conversación hacia el mismo lugar.
-No hablo así-dijo muy rápido Marina, pero ante la mirada de la pediatra suspiró y agachó un poco la mirada-. Bueno, igual sí hablo un poco así, pero joder, Alba, es que te he visto lo feliz que estabas con ella, y no creo...
-Tú lo has dicho-interrumpió la mayor-. Lo feliz que estaba. En pasado. Pero dejamos de estarlo, nos dimos un tiempo y ella ha tomado la decisión de que no volvamos a intentarlo. Y yo ya he esperado mucho y me he arrastrado bastante, y no voy a hacerlo más.
-Tampoco lo llamaría arrastrarse, Alba, solo has esperado.
-Sí me he arrastrado, mucho, pero ya se ha acabado. Y te juro que no lo digo por orgullo, de verdad, pero es que ya no puedo más. Si tienen que ser así las cosas, pues a tomar por culo, a centrarme ahora en superar.
-Pero no es tan fácil, ¿no?-adivinó Marina cuando escuchó cómo se le rompía la voz.
-Igual me hace falta llorar un poco antes-admitió la pediatra, y su hermana se sentó a su lado para darle el abrazo que sabía que necesitaba.





La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora