80. Darle la vuelta al año

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El concepto del tiempo es difícil de entender porque en realidad es de lo más aleatorio: a veces parece que nos han metido un mes entero en tres horas y otras veces nos da la sensación de que esos treinta días han sido en realidad noventa; pero es más confuso todavía cuando ni siquiera eres consciente de lo largo o corto que se te está haciendo el paso de los días. Y así fue como pasó el mes de octubre para Natalia, que volvió a trabajar en el estudio y volvió a adaptarse a su vida en Madrid sin saber muy bien si estaba yendo todo demasiado rápido a su alrededor o si ni siquiera ocurría nada. Era un poco como si estuviera allí pero sin estar, y se adaptaba mecánicamente, sin pensarlo, a los cambios de temperatura y a las cada vez menos horas de sol al día, como si no estuviera viviéndolo realmente. Y de esa forma pasaron las cuatro semanas de octubre y entraron en noviembre, y siguió pasando el tiempo y la fotógrafa se preguntaba, aunque intentaba no hacerlo, cómo estarían pasando para Alba esos días, si le parecerían un parpadeo o si tendría la sensación de que hacía años desde que fue a buscarla a la clínica al volver de Barcelona. A veces se lo preguntaba, como le estaba pasando ese día, mientras hacía fotos a su ahijada en el parque y a la gente que paseaba a sus perros.

-¡Alejandra Gómez ven aquí ahora mismo!-el grito de María quizás se escuchó en toda la calle, pero la pequeña solo soltó una carcajada y salió corriendo en dirección contraria, hacia el tobogán-. Yo a esta niña la mato, ¿eh? ¡Pero si es una mocosa! ¿Cómo me ignora así?
-Porque no tienes ningún tipo de autoridad, Mari-intervino Vicky según llegaba al banco en el que estaban sus amigas, riéndose, y le quitó la chaqueta de su hija de las manos-. ¡Ale, ven aquí!
-Mira, a ti tampoco te hace caso-murmuró la del pelo largo cuando escucharon a Alejandra pedirle a su madre que esperase mientras intentaba subir al tobogán.
-¡Ale! ¡Ven un momento!
-Va a pillar un resfriado-negó María con la cabeza.
-Mari, pero si ni siquiera hace tanto frío. Además, lleva veinte minutos corriendo de arriba a abajo, no creo que tenga mucho frío-intervino Natalia por primera vez, y soltó una risilla cuando vio a la pequeña hacerle caso a su madre y acercarse a ellas-. Mira, parece que sí es cosa tuya lo de que no obedezca.
-No me tienes ningún respeto, ¿eh?-estiró el brazo para hacerle cosquillas en la barriga cuando estuvo lo suficientemente cerca, y Ale soltó una carcajada mientras se separaba de un salto.
-¡Para!-se rió, y se escondió detrás de Vicky.
-Toma, cariño, ponte la chaqueta que hace frío. He traído las galletas, ¿quieres una?
-Es que no sé por qué le has enseñado a esta renacuaja a quitarse la chaqueta tan pronto-reflexionó en alto María mientras la observaba sacar una galleta del paquete y llevársela a la boca.
-Mari, que la renacuaja va para los tres años-volvió a reírse Natalia.
-Además, así ayuda a mamá en casa, ¿verdad?-Vicky le dio un beso en la frente mientras le subía la cremallera, y sonrió cuando Ale le respondió con un movimiento enérgico de cabeza antes de salir corriendo de vuelta hacia el parque.
-Ya, tía, te ayuda pero se la quita por la calle, y luego se pone mala.
-Pues si se pone mala se la llevo a Al... La llevo al pediatra, María-se encogió de hombros.
-Vicky-Natalia soltó una risilla nasal y miró a la bailarina con las cejas alzadas mientras bajaba la cámara de su cara-. Que no es Voldemort, ¿eh?
-¿Cómo?
-Quiere decir que podemos decir su nombre-tradujo María.
-Exacto, que no pasa nada si la mencionáis delante de mí.
-Bueno, es que...
-Vicky, estamos en noviembre ya. En un par de semanas empieza diciembre, y lo dejamos en julio. Creo que en casi medio año me ha dado tiempo a superar.
-Bueno, en julio os disteis un tiempo, no me seas falsa.
-¿Pero fuera por un tiempo o de manera permanente desde cuándo no estamos juntas?-preguntó la del flequillo-. Pues eso.
-A ver, Nati, pero tampoco te hagas la superada cuando es mentira-dijo María, y la bailarina carraspeó para disimular la sorpresa de que lo hubiera dicho así, sin tapujos.
-No es ment...
-Natalia, tía, que sigues poniendo excusas horribles cuando quedamos con Afri y Sergio por si viene ella.
-Pero eso es para evitar situaciones incómodas innecesarias-intentó justificarse.
-Ya. ¿Y lo de evitar a toda costa quedarte sola con Ale por si de pronto le pasa algo y tienes que llevarla al médico?
-Pues eso también es por evitar situaciones incómodas innecesarias-respondió muy digna, y Vicky y María se miraron con una ceja en alto.
-Mi coño moreno-se rió la del pelo más largo-. ¿Sabes por qué es eso?
-A ver, ilumíname-suspiró la fotógrafa.
-Porque te sigues arrepintiendo de haberla dejado.
-Mari...
-No, no, ni Mari ni Maro-alzó las manos junto a su cabeza-. Si no quieres hablar de ello me parece estupendo, pero no nos digas que lo tienes superado, Nati, porque es bastante obvio que no lo tienes.
-Bueno, pues no quiero hablar más de ello.
-¡Tita!

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora