15. Maldito coche teledirigido

7.9K 570 81
                                    

La alarma sonó mucho más alto de lo que a Alba le habría gustado, y más temprano también. En realidad eran las diez y media, no es que estuviera madrugando, pero teniendo en cuenta que se había dormido cerca de las seis de la mañana, aquello sí que podía contar como un madrugón. Se arrepentía un poco mucho de haber salido la noche de antes sabiendo que había quedado con la fotógrafa, pero por otra parte se sentía orgullosa de sí misma por haber venido tan poco y haberse despertado casi sin resaca. Sintió a Paula removerse bajo su brazo cuando se estiró para apagarla, pero comprobó de reojo que ni siquiera había abierto los ojos y soltó una risilla. "Puede explotar una bomba nuclear y no se despertaría". Se dio cinco minutos de tregua para mirar twitter antes de levantarse a darse una ducha e intentar arreglar el desastre de cara que tenía con menos de cinco horas de sueño, y cuando volvió a la habitación envuelta en una toalla y con el pelo mojado Paula ya se había despertado.

-Buenos días-saludó con voz ronca, disfrutando de las vistas cuando la rubia soltó la toalla para vestirse.
-Buenos días-giró la cara para sonreírle-. Creía que iba a tener que dejarte aquí sola hasta que te despertaras.
-También podrías ir a eso por la tarde y ahora quedarte aquí-sugirió con una ceja en alto.
-No puedo-se rió mientras se enfundaba un vestido bastante veraniego-. Demasiado que estoy haciendo a la pobre ir un sábado para que me dé eso, que es para la protectora, como para ahora cambiarle de hora un rato antes de cuando habíamos quedado.
-Pues es una pena, porque aquí se está en la gloria-se estiró sobre el colchón.
-Pues siento decirte que tienes que moverte-le lanzó la toalla húmeda a la cabeza-. Que tampoco es un hotel mi casa.
-Hostia, qué manera más fea de echarme-se quejó Paula con aire melodramático-. Yo qué sé, ofréceme algo de desayuno o algo, ¿no?
-Que conste que solo lo hago como agradecimiento por madrugar por mi culpa-la señaló con el índice-. ¿Café?
-Porfa-sonrió complacida, y Alba se tuvo que reír.

No se había bebido ni la mitad de su taza cuando Paula salió del baño, ya duchada y vestida, y aceptó el café que le había preparado Alba. Apenas hablaron mientras desayunaban, una porque tenía mucho sueño y la otra porque no paraba de darle vueltas a cómo podría hacer para alargar mínimamente la conversación con la fotógrafa cuando la viera; y apenas una hora después de que sonara el despertador de Alba, ya estaban ambas saliendo hacia la calle. Se despidieron en el metro, pues cada una iba hacia un sitio distinto, y Alba se puso los auriculares para amenizar el trayecto. Se vio un par de veces reflejada en la pantalla de su móvil y se sintió bien, viéndose guapa para la mala cara que podría tener con lo poco que había dormido, y teniendo que reprimir una sonrisa al hacerlo. Se había maquillado muy poquito: corrector para las ojeras, eyeliner y un brillo con una pizca de color cereza que iba a juego con el estampado de su vestido, pero se gustó incluso en ese pobre reflejo, y eso le puso de buen humor. Siempre le gusta a una verse guapa, ¿no?

Paró la canción, desconectó los auriculares y los enrolló cuando estaba llegando al estudio, comprobando el camino con el google maps porque no lo recordaba bien de cuando fue la semana anterior, y según se acercaba al destino marcado en la pantalla de su móvil, vio a la morena apoyada en la fachada. Llevaba un top blanco de tirantes, que dejaría su barriga al aire si no fuera por el tiro alto de la falda vaquera con la que lo había combinado, y unas deportivas también blancas. Tenía la mirada cubierta por unas gafas de sol enormes, dándole un aire como de pertenecer a otro planeta que casi hizo que la rubia frenara en seco, aunque deseó que se las quitara porque si no lo hacía no le serviría de nada aquel encuentro para lo que ella quería.


...............................................................................


Natalia salió de casa a las diez de la mañana, con su cámara en mano, para poder aprovechar aquel paseo para hacer unas cuantas fotos en lugar de encerrarse bajo tierra en el metro. Normalmente tardaría unos cuarenta y cinco minutos en llegar desde casa hasta el estudio andando, pero claro, su ritmo era totalmente distinto cuando el trayecto se convertía en un reportaje.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora