93. Quererse y ya está

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Los mini infartos por parte de la fotógrafa con los que había empezado la noche, cuando se veía a punto de ser pilladas en su mentira, se siguieron sucediendo cuando se sentaron primero a tomar unas cervezas y luego a cenar. La pediatra, que parecía estar disfrutando más cuanto peor lo pasaba Natalia, no dejaba de hacer comentarios al respecto, y como no podía ser de otra manera, María y Marina se unieron en cuanto se dieron cuenta de qué iba la movida.

-¿Entonces tú hoy también has estado de compras, Natalia?-preguntó la del pelo rosa cuando ya estaban los platos vacíos sobre la mesa, aguantándose la risa cuando vio la cara con la que la miró la más alta al ver que ella misma iba a obligarla a mentir. La iba a matar.
-Sí-carraspeó Natalia, y dio un sorbo a su cerveza ya casi vacía para disimular la ausencia de una respuesta más desarrollada mientras pensaba algo más que decir-. Con Elena.
-¿Con Elena? Entonces me he confundido-intervino María-. Yo es que también he estado por el centro esta tarde y me pareció verte, pero debía ser otra persona porque iba con una tía mucho más enana que Elena.
-Mucho más enana-repitió la pediatra-. Pobre, yo creo que con decir que no era tan alta como Elena bastaba.
-No, no, es que cuando te digo enana es que era enana de verdad. Tamaño minion.
-A ver, tamaño minion igual es exagerar un poquito, tía. Pobre chiquilla.
-¿Pero qué más te da a ti que llame minion a la que iba con la Nati falsa por el centro? Ni que fueras tú. ¿Eras tú?
-Claro que no era ella-intervino enseguida Natalia-, yo estaba con Elena.
-Y yo con una amiga.
-¿Una amiga alta?-quiso saber Marina-. A lo mejor eras tú la enana que vio María, con tu amiga alta.
-Una amiga altísima, igual éramos nosotras-respondió Alba, y miró de reojo al decir aquel "nosotras" a la fotógrafa de tal manera que hizo que se atragantara con la cerveza. En cuanto se recompuso, le dio con el tobillo en su pierna, bajo la mesa, y la pediatra tuvo que volver a aguantarse la risa-. Mi amiga y yo, quiero decir.
-¿Vosotras?-preguntó María-. Pues no sé, a lo mejor sí que lo erais. ¿Por dónde habéis estado?
-¿Quién?-se puso nerviosa Natalia, más aún.
-Pues la rubia y su amiga alta sin nombre.
-Se llama Amalia-explicó Alba, y enseguida le llegó otro golpe en el pie por parte de la morena. Marina se atragantó con su cerveza.
-¿Desde cuándo tienes tú una amiga que se llama Amalia?-preguntó África, extrañada.
-Es de Elche, no la conocéis-negó con la cabeza-. Es que ha venido de visita y hemos quedado, porque llevábamos muchísimo sin vernos. Incluso perdimos relación un tiempo pero ahora parece que la estamos retomando. Muy maja la chavala. 
-Retomad, retomad-levantó su botellín María hacia ellas. En teoría hacia ella, pero en realidad hacia ellas, que estaban sentadas una al lado de la otra-. Está muy bien retomar relaciones.
-¿A que sí? Yo me alegré mucho de ver que estaban retomando-asintió Marina-. Es que en casa queríamos mucho a Amalia. Muy buena muchacha.
-Bueno, pues a ver si nos presentas a la chiquilla un día, se podría haber venido hoy-dijo Sergio, y María se puso a toser para disimular la risa que le dio aquello, mientras Natalia, roja como un tomate, no sabía dónde meterse.
-Tías, estáis rarísimas-las observó África, a María y Alba intentando no reírse y a Natalia destrozando la pegatina de su botellín para no mirar a nadie.
-¿Verdad?-asintió Vicky-. Yo llevo tres cervezas pero creo que no es para tanto como para que sea cosa mía lo de pensar que esta gente está teniendo una conversación de besugos.
-Voy al baño-se levantó de golpe Natalia, que prefería huir de aquello antes de que fuera demasiado tarde.
-Pues aprovecho y voy yo también-se levantó Alba tras ella, dejando enseguida al resto del grupo solos.
-¿Ves? Están rarísimas-las señaló Vicky con la barbilla mientras se alejaban de la mesa.
-¿Lo roja que está Natalia?-dijo África-. Yo creo que esta está por algún motivo cachonda perdida y Alba está disfrutando de tenerla así sin que ni siquiera haya pasado nada todavía entre ellas.
-Seguro que es eso-se rió María, que no se lo podía estar pasando mejor con el panorama.
-¿Tú crees?-preguntó Vicky con un ceño fruncido.
-Pues tiene toda la pinta-asintió Marina.
-Yo creo que nos están ocultando algo-negó con la cabeza Sergio.
-¿Te parece?-preguntó la bailarina-. ¿Pero algo como qué?
-Pues que igual ya se han liado o algo, ¿no están como muy pavas?
-No creo-negó Marina-. No veo a mi hermana habiendo vuelto a morrearse con la jirafa y callándose sin decir nada.
-Ni yo a la Nati-se unió María.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora