33. El fenómeno ~pausa en concierto de música clásica~

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Alba se había ido a dormir con el corazon aún como flotando en su pecho, y se había levantado igual, y había llegado a casa de su madre con la misma sensación de que todo era más ligero. Mientras se preparaba para juntarse con las otras Reche había reflexionado sobre algo que le dijeron África y Sergio unas semanas antes, que ahora le parecía que habían sido meses, sobre que llevaba mucho tiempo sin tener citas. Se había dado cuenta de que era verdad que no las tenía, y de que en el fondo echaba de menos esa sensación de felicidad envolvente que la invadía después de una buena cita. Y la del día anterior con la fotógrafa había sido una cita increíble. No había sido nada del otro mundo, en realidad, no había sido un atardecer desde un mirador con picnic y besos robados cada poco tiempo, pero a ella le había parecido perfecta. Ver la cara de ilusión de Natalia desde que le dijo que iban a ver una exposición de Masats hasta que salieron de la galería había sido mejor que cualquier atardecer. Se dio cuenta también de que no se imaginaba haciendo un plan así con Paula, ni siquiera en los seis meses que habían estado quedando había sentido la pediatra esas ganas de buscar un plan que le pudiera gustar, como sí las había tenido con la fotógrafa. Y aquel pensamiento también la llevó a darse cuenta de que hacía mucho que no hablaba con ella, así que se anotó mentalmente escribirle cuando saliera de casa de su madre, porque mientras estaba allí no le gustaba estar muy pendiente del móvil.

-Alba, ayúdame, haz el favor-le pidió Rafi desde la cocina-. Pon un salvamanteles en la mesa, que voy para allá y quema.
-Madre mía, mamá, ¿tú eres consciente de que somos tres personas?-se rió la rubia al ver la fuente de lasaña que estaba sacando su madre del horno.
-Que sí, pero esto luego os lo lleváis en un tupper, lo que sobre.
-Ay, si es que tengo la mejor madre del mundo-le plantó un beso sonoro en la mejilla mientras pasaba por su lado, y Rafi la miró como quien mira un ovni.
-¿Pero a esta qué le pasa?-le preguntó a Marina, que se encogió de hombros.
-A mí no me preguntes. Se ha despertado de buen humor, yo qué sé. ¿De qué es la lasaña? Dios mío, huele para morirse.

Mucho les costó a las hermanas Reche esperar hasta que aquello no quemara lo suficiente como para no destrozarse la boca, así que hicieron tiempo como mejor sabían: hablando. Eran un poco escandalosas esas tres rubias cuando se juntaban, entre las risas y las tonterías que hacía cada una, o la música que escuchaban mientras limpiaban después de comer, eligiendo canción por turnos para que todas escucharan algo de su gusto. A punto estuvieron de caerse al suelo de la risa cuando Rafi se apuntó a bailar con sus hijas una cumbia que había puesto Alba, porque cocinar se le daba de maravilla, pero eso del ritmo no era la mejor cualidad de la Reche mayor. Alba aprovechó para mirar el móvil mientras esperaba a que su madre y su hermana terminaran en la cocina para poder barrer allí, y se le escapó la sonrisa al ver las notificaciones.

natalia 📷

hola alba
perdón por escribirte ahora ya sé que estás comiendo en casa de tu madre
pero es que he descubierto el fenómeno ~pausa en concierto de música clásica~
y me ha recordado a lo que hablamos ayer de cuando aprovechas los momentos de más acción en el cine para toser, solo que aquí lo hacen al revés JAJAJA
mira, el minuto 19:36
por lo visto la gente aprovecha las pausas para ponerse a toser como desquiciadas

Alba abrió el enlace que le había enviado mientras sacaba los auriculares del bolsillo para poder escucharlo. Se le escapó la risa en alto al escuchar, efectivamente, cómo en el momento de pausa una persona abría la veda y de pronto le seguía como mínimo la mitad del público. Mordiéndose la sonrisa, salió de youtube y volvió al chat.

natalia 📷

JAJAJAJAJAJA ME DESORINO ES VERDAD
parece que se están muriendo qué bueno
pero por qué tosen cuando paran y no cuando más alto estén tocando como se hace en el cine de toda la vida???

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora