32. Un puzzle de mil piezas

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-Perdón-murmuró, separándose, con las mejillas casi tan rojas como su camiseta-Perdón, yo...

Antes de que pudiera decir nada más, Alba salió del trance en el que había entrado su cuerpo y, esta vez ella, se inclinó para devolvérselo. Le daba la sensación de que lo único que escuchaba eran los latidos de su corazón, que palpitaba a toda hostia, hasta que sintió una risita salir de la boca de Natalia, aún sobre la suya.

-Joder con las botas, ¿eh?-se mordió el labio por dentro para contener la sonrisa, y la morena se rió, tapándose la cara muerta de vergüenza como estaba.
-Perdón, no sé por qué lo he hecho.
-No pidas perdón-Alba sentía que podía echar a volar si lo intentaba.
-No, en serio, es que...
-¿Qué es que te arrepientes?
-No sé. O sea, no, pero igual tú... tampoco quería lanzarme así, sin avisar ni nada.
-Yo estaba deseando que lo hicieras-la cortó la pediatra, que se dio cuenta de que estaba empezando a agobiarse-. ¿Qué pasa?
-Es que... ¿ahora qué?
-Pues ahora igual que hace un rato-se encogió de hombros.

Pero para Natalia ya no era igual que un rato antes, porque no podía dejar de pensar en el hormigueo que había sentido sobre sus labios al tocar los de la pediatra, ni en el terremoto que eso había desatado en su interior, que aún no se había calmado.

-Natalia-llamó su atención la rubia.
-Dime.
-No pasa nada, ¿vale?-le dijo, malinterpretando su reacción-. Si no quieres que vuelva a pasar, no tiene que volver a pasar. Como si no hubiera pasado nada. Puedes seguir contándome lo de ese profesor que os decía que os metierais droga dura mejor que porros.
-¿Y si sí quiero?-pasó por alto el intento de Alba de desviar la conversación a algo totalmente distinto, porque sentía que necesitaba hablarlo.
-¿El qué?
-Que vuelva a pasar.
-¿Quieres que vuelva a pasar?-se le escapó una sonrisa.
-No sé, Alba, yo... Es que tú...
-Natalia-estiró una mano para ponerla sobre la de la fotógrafa, que parecía estar a punto de sufrir una embolia-. Escúchame, es solo un beso. No significa que tenga que cambiar nada a partir de ahora, de verdad. Yo te dije que te iba a esperar sin presionarte, y no he cambiado de opinión respecto a eso.
-¿No tienes prisa?-la morena se atrevió a volver a mirarla a los ojos.
-Ninguna-le sonrió con calma.
-¿Pero y si sí me apetece?-insistió Natalia.
-Pues lo haces. Cuando te apetezca, lo haces, pero eso no tiene que cambiar nada.
-Ahora mismo me apetece-murmuró, tan bajito que Alba solo lo escuchó porque estaban sentadas muy cerca, y cuando lo escuchó sonrió.

A ella también le apetecía, ella también se moría de ganas, y de haber sido otra persona lo habría hecho hacía tiempo ya, pero no era otra persona, eran Natalia y sus ritmos. Pero le había dicho que le apetecía, así que se acercó aún más, muy despacio, para darle tiempo a apartarse si quería. Agarró su mentón y preguntó un "¿puedo?" para terminar de pedir permiso para hacer aquello, y Natalia respondió con un movimiento de cabeza, porque no le habría salido la voz en ese momento ni aunque lo hubiera intentado. Y se volvieron a besar, aunque esta vez no fueron los torpes roces de labios que habían sido antes, esta vez fue un beso en condiciones, un beso de conocerse, de explorarse, de quedarse sin aliento juntas y reírse al separarse. Se rieron, quizás para aligerar todo ese terremoto que tenían en su interior, porque al lado de lo que había estallado en sus estómagos, el carnaval de Rio parecía una misa aburrida; y se rieron más al darse cuenta de que ambas habían buscado la cara de la otra con las manos mientras se besaban y que ahora eran un lío de brazos demasiado largos para el poco espacio que había entre ellas. Se miraron como si no estuvieran en un parque cualquiera de Madrid, se miraron como si no estuvieran en ningún sitio en realidad, como si solo existieran ellas en todo el universo, hasta que un balonazo fue directo a la espalda de Natalia para decirle que claro que seguía existiendo el mundo, y le dio con tanta fuerza que la empujó e hizo que se chocara contra la frente de la pediatra.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora