78. Reencuentro

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-Creo que sigo borracha, tía-se quejó María mientras se sentaban en el tren.
-Yo también-a Natalia se le escapó la risa al ver la cara de su amiga después de dejarse caer enfrente de ella con pinta de no poder más con su vida.
-Es que puto Guille invitando a chupitos, ¿si me invita cómo le voy a decir que no?
-Ahora sabes cómo nos sentimos todos cuando salimos contigo-la fotógrafa se acomodó en su asiento y colocó la sudadera hecha una bola sobre la ventana para utilizarla de almohada.
-Pues de puta madre, anda que no os lo pasáis bien-murmuró, y se recolocó un poco en su asiento cuando una señora se sentó a su lado-. Buenos días.
-Buenos días-respondió la mujer, con un moño perfecto que ni se movió cuando saludó con un movimiento de cabeza.
-¡Tía!-exclamó de pronto la rubia, porque su cerebro recordó algo, incorporándose con prisa para inclinarse hacia Natalia, y tanto ella como la señora del moño tuvieron que disimular el susto que se habían dado con ese grito.
-No grites, Mari-le pidió Natalia-, ¿qué pasa?
-¿Se puede saber qué pasa con Irene?
-Que tiene pene-dijo la morena con una risa floja que provocó otra en su amiga y una cara de espanto en la mujer que las iba a acompañar durante el viaje-. Es broma, no sé si tiene, es que pegaba. Irene con pene, digo, las palabras. Que me da igual si tiene, pero no lo he visto y no sé si tiene. ¿Qué pasa con ella?
-Tía, ¿qué llevaban tus chupitos?-María la miraba atónita y muerta de risa. Mala combinación eso de coger un tren a las siete de la mañana habiendo dejado de beber probablemente a las seis.
-No sé, ¿vodka caramelo? No me acuerdo.
-Era una pregunta de esas que no tienes que responder, Nati-se rió la rubia, pero luego se puso seria y alzó el dedo índice en su dirección-. Y contéstame, que salisteis a fumar y la tía te estaba tirando la caña muy basto, que yo le escuché decirte cosas. Cosas que eran tirar la caña. ¿Pasó algo?
-En realidad sí-admitió Natalia con voz pequeña, y María no supo muy bien cómo reaccionar.
-¿Qué pasó?
-Que le prometí una cosa.
-¿Qué cosa?
-Fue culpa del alcohol, ¿quién me manda a mí beber?
-Nati, ¿qué hiciste?-preguntó María, y la señora del moño disimuló pero en realidad tenía el oído puesto en la conversación.
-Le prometí que hoy voy a ir a hablar con Alba-dijo muy rápido y la rubia primero alzó las cejas y luego empezó a reírse, cada vez más, hasta dejar a su compañera de viaje descolocada por ese giro de guion.
-No te lo crees ni tú-se reía María.
-Voy a hacerlo-asintió Natalia con firmeza.
-Sigues borracha.
-Un poco. Pero voy a hacerlo.
-¿Pero hoy?
-Cuando duerma un poco y me dé una ducha, pero hoy.
-Oye, pues pa'lante, coño. Me parece muy bien, y así os dejáis de canciones-la rubia se cruzó de brazos, e inclinó la cabeza hacia la señora del moño-. Es su novia. Su ex. Más o menos. Lo han dejado pero fijo que vuelven. Se quieren.
-Mari-la regañó Natalia, abriendo mucho los ojos, porque por muy borracha que pudiera estar aún no era plan de contarle su vida a la mujer que se les había sentado al lado en el tren. Y menos con la cara de no saber qué responder que había puesto ella ante la aclaración de María.
-Perdón, es para que entienda la situación. ¿Entonces vas a ir hoy?
-Voy a buscarla cuando salga de la clínica.
-Es que es pediatra la chavala-volvió a explicar María, y la mujer del moño le dedicó una sonrisa de no saber dónde meterse.
-¡María!
-¿Y cómo es que le prometiste eso a Irene?
-Pues porque me estaba tirando la caña-empezó a explicar Natalia.
-¿No jodas?
-¿Me dejas hablar?
-Te estaba tirando la caña.
-Me estaba tirando la caña, y yo me di cuenta, y...
-¿Te diste cuenta? Joder, eso sí que es un avance para ti, ¿eh? Mi más sincera enhorabuena, de verdad.
-Paso de contártelo-refunfuñó la fotógrafa, bajándose el gorro de un tirón para disponerse a dormir, y María se echó a reír.
-Perdón, perdón, no te duermas. Cuéntanoslo. Que no quieres dejar con la intriga a mi amiga... ¿cómo se llama?
-Gloria-carraspeó la señora del moño, aún sin saber dónde meterse y empezando ya a buscar un sitio libre con la mirada.
-Anda, como la Fuertes. ¿Sabes que dicen que era lesbiana, Gloria Fuertes?-alzó mucho las cejas-. Si es que el mundo está lleno de desviadas, ¿eh?
-María-volvió a regañar Natalia, que se había subido de nuevo el gorro para poder decirle que se callara también con la mirada.
-¿Qué? Es verdad. Aquí mismo tienes a dos. Bueno, a dos y media, porque eres medio Gloria Fuertes y eso ya te convierte en medio desviada a ti también, Gloria.
-No le haga caso-la fotógrafa tenía rojas hasta las orejas, mientras que la rubia cada vez se reía más-. ¿Te lo cuento o no?
-Cuéntanoslo, sí-carraspeó María en un intento de ponerse seria.
-Pues que me estaba tirando la caña, y yo me di cuenta, sí, toda una novedad eso. Pero me di cuenta y le dije que no me interesaba.
-Olé ahí mi chavala, poniendo límites por la enana de jardín. Es que es bajita su medio ex, muy bajita, por eso la llamamos así. No porque sea una enana de jardín literal, eso sería un poco turbio.
-El caso-Natalia alzó un poco la voz para volver a llamar la atención de su amiga y que dejara de darle explicaciones innecesarias a Gloria la del moño-. Que le dije que no me interesaba, le estuve hablando de Alba, y al final me hizo prometerle que iba a hablar hoy con ella. Porque... me dijo que ya que ella había perdido su oportunidad por Alba, que por lo menos mereciese la pena e intentara arreglarlo.
-Espera, ¿ahora quieres arreglarlo? ¿No decías que no sabías?
-No exactamente. Quiero que no esté enfadada. No quiero que lo dejemos así.
-Creo que me vas a tener que volver a explicar todo esto esta tarde-bostezó la rubia-, porque ahora mismo no te estoy siguiendo demasiado.
-Esta tarde estarás durmiendo.
-Como ahora-se frotó un ojo-. Buenas noches, Gloria.
-No suele ser así-Natalia pidió perdón con la mirada.

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora