81. Cuatro aes

6K 438 81
                                    

-¡Venga, coño, una caña más!-insistió María mientras obligaba a Vicky a volver a sentarse.
-Mari, que tengo a Ale en casa con Elena-se rió la bailarina-, y la pobre querrá irse a unas horas medio normales.
-A Elena le da igual-Natalia negó con la cabeza mientras llamaba al camarero con un gesto de la mano. La chica que solía quedarse con Ale no podía ir ese viernes, pero María se había empeñado en salir a celebrar que Natalia había dejado de ser idiota, palabras textuales de la rubia, así que habían acabado pidiéndole el favor a la hermana de la fotógrafa. Esta apuró su botellín de un trago y añadió:-. Como si tiene que dormir en tu casa, ya ves tú.
-Sois dos liantas-se rió Vicky mientras volvía a soltar el bolso sobre su regazo.
-¡Vamos!-celebró María-. Tía, es que no es por hacerte el lío, de verdad. Lo que pasa es que aquí la cabrona de tu amiga no nos ha dado detalles todavía.
-¿Qué más detalles queréis?-preguntó la aludida después de pedirle otra ronda de cervezas al camarero al que acababa de llamar.
-¿Cómo que qué más detalles queremos? Nos tienes que contar tu estrategia.
-¿Qué estrategia?
-Nati, cariño, que la rubia tiene un cabreo encima que miedo me daría a mí ser tú-se rió Vicky-. No creo que con ir y decirle "hola, ¿volvemos?" vaya a ser suficiente.
-Claro que no lo es.
-¿Entonces?
-Es que no lo sé.
-¿No lo sabes?-exclamó María, tan alto y con los ojos tan abiertos que una chica de la mesa de al lado se giró a mirarla.
-No.
-¡El coño como Logroño de esta persona!-se carcajeó su compañera de piso-. Pues tienes que idear una. Tenemos que idear una, ¿verdad, Vicky?
-Y tú tienes que beber más despacito, ¿eh?
-Calla. A ver, Natalia, a lo importante, ¿de verdad no has pensado una estrategia?
-Es que no sé... después de cómo fue la última vez que hablé con ella no sé cómo hacerlo ahora para acercarme sin que me quiera arrancar la cabeza-musitó Natalia, aunque en realidad había algo que le daba aún más miedo: que no quisiera arrancarle la cabeza porque ya ni siquiera le importase lo mucho que la había cagado.
-¡Por eso hay que pensar una estrategia!-respondió-. Ay, estoy hasta emocionada. ¿Tú sabes cuántos meses llevamos esperando esto los del rescate?
-¿Qué rescate, Mari, qué dices?-la fotógrafa llevaba ya también alguna que otra cerveza, pero no tantas como para que le pasara desapercibido eso.
-Huy.
-Huy-se rió Vicky, y la morena las miró con las cejas alzadas-. Es un grupo que hicimos.
-¿Un grupo?
-Sí-respondieron ambas a la vez, y María especificó:-. Con Afri, Sergio y Marina.
-¿Tenéis un grupo vosotros cinco?
-Sí-de nuevo las dos a la vez.
-¿Y eso?
-Para quedar-dijo Vicky.
-Para remar-respondió María, otra vez hablando al mismo tiempo que la bailarina, y la miró-. Tía, lo siento, pero ya que estamos se lo decimos. Es que teníamos la esperanza de que se arreglara lo vuestro, y nos lo habéis hecho pasar mal, la verdad, a puntito de cambiarle el nombre estuvieron. Pero ahora parece que no va a hacer falta que se cambie, ¿no?-alzó las cejas-. ¡Hostia, claro! ¡El grupo! Podemos ayudar, ¡Afri le puede decir de quedar y te presentas tú en vez de ella!
-Por favor, sal a la calle y vuelve cuando vayas a decir cosas con sentido-se rió Vicky.
-¿Qué? Es buena esa. ¡O quedamos nosotras con ella y de pronto apareces tú también!
-Menos mal que sobria das buenos consejos-se carcajeó la morena-. ¿Cómo voy a hacer eso?
-Ebria también los doy-levantó el dedo índice-. ¿Ebria es borracha o es sobria? O sea, que si sobria es borracha, no que si sobria es ebria, porque eso ya sé que son lo contrario. Pero es que siempre me lío.
-¿Pero esta cuánto había bebido en casa?-se rió Vicky, mirándola con las cejas alzadas.
-Que yo sepa nada.
-No había bebido nada, gilipollas. No estoy tan borracha, coño, solo un poco contenta. ¡Con lo de ebria y sobria me lío de verdad!
-Ya.
-Nos estamos desviando de lo importante: la estrategia.
-Que no existe-le recordó Natalia.
-¿Y la niña?-preguntó Vicky, y ambas se giraron a mirarla-. El jueves le toca revisión y yo trabajo, se lo iba a pedir a tu madre pero...
-¡Pero puedes llevarla tú!-terminó María, emocionada.
-¿Y no sería eso un poco encerrona? Está trabajando, igual no...
-Tía, que la fase de acojonarnos se había pasado ya.
-No es por acojonarme, Mari, es que está trabajando.
-Pero no tienes que hablar con ella-intervino Vicky-. O sea, sí tienes que hablarle, porque tendrás que saludar como mínimo, ¿sabes? Decirle que la llevas tú porque yo estoy trabajando, y eso. Quiero decir, que no tienes que hablar de todo lo que tenéis que hablar. Pero coño, como acercamiento te sirve, ¿no? Para tantear la cosa desde la distancia.
-Dios, Victoria, menos mal que tú usas bien las neuronas-exclamó María-. Es un plan increíble, te beso el cerebro.
-No sé, chicas-murmuró Natalia mientras arañaba la pegatina de su botellín, nerviosa de pronto al ver que en realidad esa era una posibilidad real.
-Es un planazo.
-Me lo voy a pensar.
-Lo vas a hacer.
-Me lo voy a pensar, Mari, que no quiero parecer una acosadora y no debe tener ninguna gana de verme en el trabajo.
-Vas a llevar a Alejandra. La visita es por motivos puramente desinteresados.
-Ya, desinteresadísimos.
-Con trato de pediatra a acompañante de su paciente, tía, sin nada de por medio, muy profesional todo, como el primer día que la llevaste-sugirió Vicky.
-El mismo día que le dio su móvil, super profesional-María intentó aguantarse la risa pero no fue capaz y estuvo a punto de escupirles la cerveza encima.
-No ayudas, Mari.
-No me lo dio el primer día.
-Porque no le dio tiempo a reaccionar-volvió a reírse la del pelo más largo-. Escúchame, yo voto a favor, ¿eh?
-Bueno, me lo pienso, ¿vale?

La casa del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora