Los hijos del rey

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Tras la sala del trono había una amplia y muy antigua biblioteca, en el centro sobresalía una gran mesa de mármol y en las paredes del lugar  se encontraban infinidad de libros, algunos sobre las sillas, otros por los suelos, pergaminos, hojas y documentos con siglos de existencia.
Leía un poco, me alimentaba de historia, aprendía más sobre el mundo, sobre la raza humana, la creación de la misma y el origen de todo lo que habita en la tierra. Leía otros sobre los titanes y también sobre mis ancestrales madres, mismas responsables de crearme. Entendía cada vez más sobre mi casa, acerca de mi Clan...
El sitio estaba muy oscuro así que encendí velas para brindarle un poco de claridad a la habitación. Pasaron horas perdido en la lectura que ni siquiera me percaté que Hera no estaba conmigo. Me levante de la silla en la que estaba sentado y caminé hacia la puerta que daba camino a las habitaciones. Abrí la misma con un rechinido de por medio y comencé a bajar las escaleras de piedra en aquella gran oscuridad hacia el pasillo, la sensación era como caminar bajo un túnel, silencio donde mis pasos se podían oír. —¡Hera! La llamaba pero no venía. Seguía caminando, pero me detuve al ver varias puertas en el corredor, abría con cuidado cada una de ellas, pero sólo habían camas vacías, no había rastro de ella. —¡Hera! Nuevamente llame a su nombre pero no hubo respuesta. Al llegar al último cuarto llamo mi atención que sobre el suelo había lo que parecía ser otra puerta. Al abrirla sólo podía ver un manchón oscuro, no sabía la profundidad ni a donde me podría llevar, pero la curiosidad mató al gato, así que comencé a bajar por una escalera de madera que estaba recostada contra la pared, bajé con cuidado, cada vez más y más, pasaron unos minutos y por fin toqué suelo, era otro pasillo pero este estaba húmedo y frío, habían unas antorchas encendidas que se encontraban en las columnas que sostenían el techo sobre mi cabeza. Continué caminando y vi una reja muy oxidada, pero no fue eso lo que noté, ahí estaba, Hera estaba frente a la reja, al llamarla esta volteó y fijó sus ojos en mi, pero de inmediato los apartó, estaba concentrada en otra cosa, así que seguí para ver lo que está estaba mirando.
—¿Hera? Me acerqué y al ver hacia la dirección de su mirada quedé boquiabierto, tras la reja, en ese helado y vacío lugar estaban tres serpientes, eran grandes al igual que Hera sin embargo esta ganaba un poco más en tamaño, aún así seguían siendo imponentes e inmensas. Al mirarlas fue como si sintieran mi presencia, era como si supieran quien era yo. Abrí la reja y cómo un imán vinieron hacia mi. Me puse de rodillas y sus cabezas quedaban al nivel de la mía y de repente se enroscaron en mi cuerpo con suavidad y delicadeza. Sonreí eran muy hermosas. Sentir su piel sobre la mía hacían sentir una gran satisfacción.
Cada una era distinta a la otra ya que tenían un color distintivo. Una era de color negro con marcas rojas, otro parecía un puño de oro y la última albina con sub tonos grisáceos. Se quitaron de mi cuerpo y se pusieron frente a mi. Me miraban como si esperaran una orden. Así que me puse en pie y comencé a caminar y al ver a mi lado iban conmigo, me seguían todas juntas. No entendía porque estaban ahí encerradas, quien las puso ahí y debía averiguarlo. Subí hasta la habitación nuevamente y todas emergieron de aquel agujero. Cerré la puerta y me senté a la orilla de la cama. Led prestaba tanta atención con una gran felicidad.
—¿Ahora, que nombre les pondré?
Con sólo verlas sabía que tenía dos hijas y dos hijos, porque ahora son mis hijos. Mi hermoso sol dorado lo llame Jawzhar y mi misterioso demonio oscuro le llame Gorgon y aquella hermosa flor blanca le llame Nirvem. Mis queridos hijos e hijas. Jawzhar, Gorgon, Hera y Nirven. Mi guardia... 🐍🐍🐍🐍

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Mermaid (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora