Mermaid (Taekook)

El gran lobo

Al día siguiente desperté antes de que el cielo comenzara aclarar ya que después de la primera venida de los titanes el sol nunca volvió a resplandecer, siempre vivía oculto tras nubarrones grises, además que ahora estábamos en invierno y las nevadas eran lo que decoraba los alrededores. Gorgon y Hera estaban despiertos y vigilantes, al verlos acercaron sus hocicos hacia mi y puse mis manos cerca de su nariz con mucha dulzura brindándoles una sutil sonrisa. Al voltear hacia atrás Tae ya no estaba, me sorprendí, comencé a mirar alrededor y no había señales de él, mi corazón latía rápidamente me preocupaba que algo malo le llegara a ocurrir. Mis ojos iban de un lugar a otro buscando una señal de su paradero.
—¡Tae! ¡Tae! Comencé a llamarlo fuertemente con un tono de preocupación y de repente sentí como una mano toco mi hombro, tuve un sobresalto y al mirar era el, lo empuje diciéndole que casi me mata de un susto, este se río un poco a la vez disculpándose.
—Encontré algo. Este me guió hacia lo que había hallado. Al llegar era una especie de cueva pero se notaba que al final de ella había una luz lo que significaba que tenía una salida y algo más al otro lado. El espacio no era lo suficientemente grande como para que Gorgon y Hera entrarán, así que les pedí que se quedaran ahí, rugieron al decírselos como si me trataran de advertir algo, pero está vez debía seguir, Jimin no tenía mucho tiempo y debía regresar cuanto antes. Tae y yo entramos estaba húmedo y gotas de agua caían de las rocas, el camino hacia el otro lado era enlodado, pero por fin salimos llegando a otra parte del bosque, seguimos caminando entre la nieve y mientras lo hacíamos Tae rompió el silencio diciendo —¿No sabía que te seguías preocupando por mi? No conteste nada. —Tú silencio dice lo que quiero escuchar. Sólo respiraba hondo para no perder la cordura, seguía con sus comentarios pero escuchaba algo.
—¡Shhhh! Dije
—Sabes creo que aún tienes algo en tu corazón.
—¡Guarda silencio! Tuve que decirlo con más firmeza, este me miró confundido. Escuchaba gruñidos pero no podía ver nada. Hasta que escuché aullidos. —¡Corre! Grité . Tae y yo comenzamos a correr los más rápido que podíamos, los lobos son depredadores que casan en manada y estábamos en su territorio, así que debíamos ocultarnos, estábamos en una persecución, oía sus ladridos, aullidos, las olfateadas. Vi hacia el lado y miré a tres de ellos y al otro lado tres más y tras de mi dos, estábamos siendo acorralados. Corría tan rápido que no vi una rama que estaba en mi camino así que me tropecé y caí sobre el suelo amortiguado por la gruesa capa de nieve, Tae al ver lo qué pasó retrocedió llegando hasta mi ayudándome a levantarme pero ya era demasiado tarde estábamos rodeados por la manada, los 8 lobos nos tenían a la vista eran de colores grisáceos todos, mostraban sus colmillos, no teníamos armas, Tae estaba lejos del agua sus fuente de poder, mis hijos lejos de mi, la única opción eran mis poderes pero no quería hacerles daño, sin embargo si algo me ocurría Jimin padecería y justo cuando estaban justo por atacar, noté cómo bajaron sus orejas y cabezas en forma de sumisión mientras generaban chillidos y sollozos, sus ojos iban hacia atrás de mi y de Tae, dimos un fuerte trago de saliva, volteamos al mismo tiempo y lo que vimos fueron dos inmensas patas frente a nosotros, comenzamos a subir la mirada hasta ver cómo a 3 metros de altura la inmensa cabeza del lobo color negro que estaba frente a nosotros, sus ojos verdes brillaban, era tan imponente y majestuoso.
—Jin... susurré.