Los imperiales

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El día había llegado, me encontraba en mi habitación preparándome para la boda con la ayuda de mis damas de compañía mientras me miraba al espejo. Tenía puesto un traje de color plateado con algunos destellos azulados, era como una armadura pero más delgada y ceñida al cuerpo con placas de plata que colgaban provocando un ligero sonido al moverse y sobre mis hombros una gran capa de piel blanca que caía hasta el suelo y se arrastraba cuando caminaba, por último sobre mi tenía mi corona que lucía como raíces entrelazadas de color negro, sonreí al verme y al mismo tiempo suspiré. Estaba listo.
Salí del palacio donde una caravana me esperaba, misma que se inclinó al verme para luego aplaudir fuertemente por mi presencia. De repente escuché unos poderosos rugidos y de los acantilados que estaban en ambos extremos de mi castillo aparecieron mis hijos, con una gran plenitud, poderío que imponía se pusieron a mi lado, enseguida Hera bajo su cabeza para que yo pudiese montarle, al subirme esta comenzó a bajar por aquellos cientos y cientos de escalones que llegaban hasta lo más alto de la montaña donde estaba mi palacio, se arrastraba con facilidad y rapidez y tras de mi Gorgon y Nervem nos seguían, cuando llegamos hasta lo bajo había una gran multitud que al ver a los dragones como les llamaban abrieron camino señalando la ruta perfecta y justa hasta una carpa decorada con flores blancas y ahí me esperaba Jimin, lo vi parado mientras me miraba al acercarme, me bajé de Hera y caminé hacia el, lucía tan hermoso con su armadura dorada y una capa de piel de color negro.
Al estar más cerca este extendió su mano y yo la sujeté y así me guió a su lado y luego frente a él sujetando ahora ambas manos. Sonreí y al mismo tiempo el lo hizo, tras nosotros estaba todo mi pueblo y a sus costados mis hijos.
—Hoy presenciamos el matrimonio de nuestro rey, un Dios en la tierra, la dicha llena a nuestra gente por tener la dicha de presenciar tal acto tan sagrado. Dijo la anciana que nos cazaba. —Como el vino y el cáliz serán unidos y que ninguna fuerza sea capaz de separarlos, por eso hoy digo aquí, ¡Park Jimin! ¿acepta a Jeon Jungkook como su legítimo esposo para amarlo, protegerlo, respetarlo hasta que la muerte los separe?
—¡Aceptó! hasta la muerte estaré a su lado.
—¡Jeon Jungkook! ¿acepta a Park Jimin como su legítimo esposo para amarlo, protegerlo, respetarlo hasta que la muerte los separe?
—¡Aceptó! Hasta la muerte estaré a su lado.
—Hoy no sólo presenciamos un matrimonio sino también una coronación de un nuevo rey, desde ahora los declaró esposos, compañeros y soberanos de toda la tierra. La multitud gritaba larga vida a los reyes con alegría y fuerza entre aplausos y chiflidos. Conectamos nuestras miradas y nos aproximamos uno con el otro hasta unir nuestros labios, sello de nuestra unión. Al separarnos Jimin se puso de rodillas y en seguida la anciana trajo una corona que con anterioridad yo había mandado a confeccionar para el, esta era completamente de oro, era un aro simple pero con piezas doradas que simulaban plumas adheridas al mismo, la tomé y con cuidado la puse sobre aquella cabellera oscura, se ajustaba perfectamente a su cabeza. —Mi águila imperial, el amo de los cielos, mi rey. Este se puso en pie y ambos tomados de las manos miramos hacia la multitud que al instante se inclinaron ante nosotros y aquel silencio fue roto por el rugido de mis serpientes, mis ojos se tornaron dorados al igual que los de Jimin mientras sonreíamos al vernos. Los ojos del águila y los ojos de la serpiente resplandecientes por una poderosa conexión.

 Los ojos del águila y los ojos de la serpiente resplandecientes por una poderosa conexión

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Mermaid (Taekook)Where stories live. Discover now