†Capitulo 2†

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No es necesario pedir permiso para ver a la reina, ni menos en el estado que me encuentro cuándo me eh enterado de la situación no estando muy lejos del palacio principal.

Abro las enormes puerta del aposento de la reina y enfoco mi vista en su figura esbelta apoyada contra el tocador maquillando su rostro, su mirada se dirige hacia mí y se levanta con emoción, toma mi rostro entre sus manos acto que veo con molestia y aparto de inmediato.

—¿Por qué lo has hecho madre?—pregunto sin un aspice de gracia.

—Hijo mío es por tu bien y por el pueblo.—expresó ella con su dulce mirar.

—¿Conseguirme una esposa es por mi bien? ¿Meter a centenares de mujeres al palacio es por mi bien?—cuestiono con ironía—Es un capricho madre, no acepto algo cómo esto.

Niego de inmediato apartándome de ella, subo la vista hacia el techo calmando la sensación de enojo.

—Hijo, Ameles pronto va a entrar bajo tu mandato, no podrás ser rey sin una reina que te acompañe durante tu reinado.—habló haciéndome entrar en razón—A diferencia de las demás especies nosotros no tenemos el privilegio de encontrar a nuestra alma gemela, tu más que nadie sabes que eso es cierto hijo mío.

—Lo se, pero estar atado a alguien no es algo que me agrade—contesto un poco más calmado.

—Cariño me preocupo por ti y por el reino, se que no te gusta estar atado a alguien y por eso he elegido a un número específico de concubinas para que de entre todas ellas, consigas a una buena compañera y esposa.

—¿Mi padre está de acuerdo con esto?—pregunto.

—Si, tu padre lo ve mejor para tí—aseguro ella—Sabes que no faltan más de dos meses para tener el trono de tu padre, el solo quiere que el reino quedé en manos tuyo y de quién será tu futura esposa y leal compañera.

—¿No podría esperar yo a mi alma gemela madre?

—Hijo mío..sabes que a lo largo de nuestros años ninguno de ustedes ha encontrado a su alma gemela, tu papá es la imagen que tienes de eso, me comentó que por largos años tuvo la esperanza de encontrarla y nunca lo halló, vio en mi a una compañera pero nunca una esposa al cual amar de verdad.

—¿Y aquello no te molesta?

—No, porque yo siento lo mismo que tú padre hijo mío, siento un cariño hacia el pero no más que eso.—acomodo la corona sobre mi cabeza y sus cálidos ojos cafés me observan con dulzura—No pierdas tu tiempo buscando a alguien que no aparecerá, busca de entre todas ellas una compañera que te haga sentir cariño hacia ella. tal vez el amor no esté con ustedes pero si un te quiero eterno.

Mi madre es muy sabía con sus palabras no por nada era la querida del pueblo la benevolente reina de Ameles, suelto un suspiro y asiento con la cabeza ella tiene mucha razón yo mismo fuí testigo de que aunque mi padre estaba casado con mi madre aún así siguió buscando a su alma gemela y nunca la encontró.

Yo también había hecho lo mismo a espalda de todos menos de mi madre, porque ella me conocía muy bien. la situación me tomo por sorpresa luego de haber llegado de otro reino al sur de Ameles, decir que estaba furioso era mucho y sabía que la orden provenía de mi madre, pero ahora sus palabras resuenan en mi mente.

—Reina, príncipe.—escuche la voz de unos de los soldados del palacio, mire a mi madre unos instantes y luego al recién llegado—El rey solicita su presencia en sus aposentos.

Mi madre y yo nos damos una mirada rápida, ella sigue un paso más adelante y yo le sigo detrás sin objetar palabras, mi madre parece querer correr hacia los aposentos pero eso no es bien visto para quién es la reina, al llegar a los aposentos de mi padre, mi madre entra sin pedir permiso y camina a pasos apresurados dónde mi padre yace en su lecho.

—¿Cariño? ¿Qué sucede?—la voz preocupada de mi madre, hizo que mi padre enfocará su vista en ella.

El rey la mira con dulzura luego aquel acto se ve interrumpido por su estado de salud, sangre cubre sus manos y aquello aflige a mi madre y a mí.

—Quería verte.—confesó—quería verlos a ambos.

—No te irás ¿Cierto?—pregunte mirándolo con seriedad, casi reprochandole.

—¿Yo irme? Y dejar a mi esposa sola, eso jamás.—río y luego volvió a toser—Aún falta mucho para morir, tu viejo padre aún es muy fuerte.

—¿Entonces?—volví a preguntar

—¿Acaso no puedo pedir algunos minutos a su lado? ¿Tanto has crecido que ya no vienes a buscarme Asthor?

—Lo siento padre.

—Aquí me tienes.—mi madre se sentó en el borde de la cama limpiando el resto de sangre con un pañuelo de lana, luego la cabeza de mi padre se acomodo en las piernas de la Reina y procedió a acariciar su cabello—Nuestro hijo es un gran hombre, ya no es necesario que venga hacia nuestro lecho cómo en aquellos tiempos.

—Yo aún lo sigo viendo cómo mi pequeño hijo.—habló el rey con voz débil, me acerque a ellos y mire a mi padre con una sonrisa—Es cierto se parece tanto a mí.

—Soy tu auténtica imagen.—comente—Sin embargo saque el carácter de tu esposa.

—Y mal carácter has sacado.—contestó el rey burlón ganándose un golpe de la reina.

—Hijo mío tu madre me platico de sus planes, espero no estés molesta con ella.—mi padre parecía todo menos un Rey.

Parecía un niño pequeño siendo mimado por una madre, y aquello no le molestaba, fuera del palacio somos personas frías e imponente y dentro de ella aunque ellos no sean alma gemela siempre se han tenido un cariño que me han transmitido desde mi niñez.

—Confieso que me he tomado mal la decisión de mi madre—habló y lo luego volteó la mirada hacia otra dirección para añadir—pero entiendo el punto de mi madre, no puedo contradecirla porque tiene razón.

—Siempre la tengo tesoro.—soltó una risita.

—¿Has aceptado tener concubinas?—preguntó en sorpresa mi padre—tu madre vino de la misma forma en la cual vendrá tu esposa, pero es sorpresa pensar que te hayas dejado enganchar por tu madre.

—He aceptado.—afirmo—Mi madre tiene razón tal vez, encuentro a alguien a quien querer y una buena esposa para el reino.

—Vea por dónde lo veas—suspiro mi padre volteando a ver a mi madre—Tu madre siempre gana.

—Siempre.—aseguro siguiendo su suspiro teatral.

—Que bien que ambos estén de acuerdos.—mi madre esbozo una sonrisa el cual me decía que está a punto de revelar algo.—Porque el primer evento de las concubinas empezará pronto y es en el jardín Miracle, los tres debemos estar presentes y mostrarle a las chicas por quién competirán.

—¿Cuántas son en total?—pregunte.

—Son quince, tu primer labor será entablar una conversación con cada una de ellas, la que no te guste se irá eliminando.

—Y si...¿no me gustan todas?

—Hijo no tienes que ver solo la belleza si no la cualidad que posee cada una de ellas, las que te agraden pasarán al siguiente evento y las que no se irán de retorno a su pueblo.

—¿Son de clase baja?

—Están mezclados.—respondió mi madre—Bien..¿Esposo puedes presentarte al jardín real?

—Claro que puedo, ¿Por quién me tomas?—le reprochó a la reina, levantándose de su lecho—Debemos estar presentables y hijo mío, encuentra a tu futura reina de entre todas ellas.

—No puedo asegurarlo pero lo intentaré—contesto saliendo de la habitación para dirigirme a la mía y vestirme para el evento.

Pragma (1) Y (2) Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz