†Capitulo 4†

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Amaris†

Esboza una sonrisa y acerca un paso más a mi, levanta su mano bajo mi atento movimiento y acaricia mi hombro en una muestra de afecto, sus párpados se cerraron por unos instantes y luego los abrió encontrándome con su mirada.

—Buena suerte Lady Amaris—fue lo único que dijo volviendo a ese rostro neutro y atractivo que la caracteriza, la vi alejarse de mi para dirigirse hacia la casita que ví antes.

Se sentó en su lugar con las piernas cruzadas de una forma elegante  a la espera de quién supongo sería el soberano y el principe heredero.

Unos pasos torpes me alertaron y gire a ver a la persona que venía corriendo hacia mí, cuando la ví note cómo coloca una expresión de terror al ver cómo sus zapatos se enredaron el uno con el otro, por poco se cae si no la hubiera sostenido.

—Lo lamento Lady.. princesa Amaris—la voz melodiosa de Susan me hizo sentir mejor y casi quise reír al ver el rubor en sus mejillas.

—Oh, llámame Lady—murmure apartando algunos mechones de su rostro, su cabello rizado venía peinado en dos moños sostenidos por un lazo de color esmeralda.—¿Todos lo saben..?

Asintió con la cabeza y su rostro es de alivio, en cambio el mío fue todo menos alivio—¿Fueron todos?

—Si Lady Amaris, todas escuchamos a la reina cuando menciono quién eras.—habló en voz baja arreglando su vestido—¿te molesta que lo sepan? 

—Si mucho.—contesto con sinceridad—Creo que muchas me comenzarán a odiar.

—No se preocupe—habló ella a mi lado sus ojos grandes de color esmeralda me miraron y sonrió de una forma tierna—Yo no la voy a odiar, siempre estaré contigo.

No pude evitar querer acariciar su cabeza en un modo maternal al ver su expresión, muestra inocencia su rostro, sus ojos e incluso su vestido la hace ver tierna y hermosa.

Estamos en desventaja.

Murmuro mi loba en mi mente, sonreí porque parecía ser cierto, la belleza de Susan llama mucho la atención, no niego que la mía igual pero ella tiene algo que la hace ver cómo un ángel.

Conversamos unos instante de cosas banales y luego caminamos por el jardín observando las flores a nuestro paso, el olor de cada una de ellas me hacía querer seguir oliendo y también me hacía querer huir, mi olfato es demasiado sensible y estar en un campo de flores de todos los olores me deja más sensible.

—Su Majestad el rey Edward y el principe Asthor.—habló alguien lo suficientemente alto cómo para que todas escuchemos.

Rápido nos acomodamos en fila esta vez, no era por grupo solo simplemente nosotras en una fila recta en ambos lados por dónde el rey y el principe pasarían, tome de la mano a Susan y la jale hasta hacer fila junto con la demás y luego voltee la mirada para escrutar al rey y al principe.

El rey acaparó la atención de todas, con su traje pulcro y su mirada fría unos ojos muchos más atrayentes que Lady Susan, sus iris esmeralda parecían opacos y a la vez brillantes aunque parecía alguien enfermo su postura demuestra lo contrario, se encuentra erguido y con un caminar justo de un soberano.

Luego de eso llegó a quien todas e incluyendome queríamos ver, nuevamente los jadeos se escucharon seguidos de murmullo, mentiría si digo que no quede embelesada ante tan imponente figura.

El principe heredero es un hombre de atractiva apariencia con la mandíbula marcada en su rostro viéndolo atractivo, con una seriedad que parece provenir de su madre y un andar igual que el de su padre, es del tipo de hombre que se imponen ante otro ya sea por su belleza o por la cualidad que posea.

Sus ojos esmeraldas se dirigió disimuladamente a cada una de las concubinas en la fila, tanto en la derecha cómo en la izquierda de pronto sus ojos cambiaron hacia mi dirección y abrí los ojos en par al ver su penetrante mirada en la mía.

Se dió cuenta que lo observaba aunque todas lo hacían pero..porque me mira demasiado, ví que la línea de sus labios se curvo en una sonrisa y siguió su camino hacia donde están sus padres ambos reyes lo esperan con una frialdad y calidez que parece envolverlo.

—¿Es atractivo no?—preguntó Susan a mi lado con una sonrisa tierna, asenti con la cabeza porque había que estar ciego para no verlo.

Es obvio que sacó los genes de sus padres.

—Y pensar que ese puede ser mi futuro esposo.—murmuró una a mi lado con un suspiro dramático.

—¿Tuyo? Es mío. El será mi esposo.—habló una con voz pícara.

—Vinimos para ver quién será la reina en tal caso el es quien decide no nosotras—habló otra una chica de cabello rubio y ojos azules a quien identifiqué como Lady Ivonne.—No puedes decir que te pertenece, el no es de nadie no ahora.

—Lady Ivonne tiene razón, cuando el principe elija a la princesa heredera ella será quien reclamé al principe cómo suyo—Lady clara habló con una sonrisa burlesca—y esa seré yo.

—Chicas.—preste atención a Madame Charlotte quien nos habla bajo atenta mirada de los reyes—Pueden pasar a beber y comer.

—Qué alivio.—murmure.

—¿Tienes mucha hambre no es así?—sonrío Lady Susan a mi lado—Ven vamos a buscar un poco de comida.

—Lo admito—sonrío de la misma forma siguiendo sus pasos, por el gran jardín caminamos libremente alejado de aquellas chicas que no hacían más que pelear y comportarse de forma inmadura.

Pero yo no soy quien para juzgar seguramente las chicas al igual que yo desean un compañero de vida.

Oh sacarle todo el dinero a alguien.

En parte mi loba tiene razón, llegó a la mesa cómo algunas, en la gran mesa de madera hay todos tipos de bebidas de jugos naturales y frutas naturales, tomó una manzana entre mis manos y observo que está bien conservada.

A mí lado Lady Susan toma entre sus manos una pera mirándolo con un aspecto voraz y me río al ver cómo muerde de una vez la pera, luego sus mejillas toman el mismo color de la manzana a mi lado provocandome otra risa.

Escucho algunos susurros y volteó mirando de soslayo al principe quien está hablando con algunas de las chicas, miro a la reina y está sonríe en dirección hacia su hijo.

Con la manzana en mi mano me despido de Lady Susan dejándola en el puesto de comida, y me escabullo por el jardín para buscar un tipo de flor que me gusta y me llama mucho la atención, perdiendo entre aquellos árboles podados y caminos de flores llegó hasta un lugar más apartado lejos de la música encontrando un jardín cubierto de rosas que para mí sorpresa son de todos los colores.

Camino entre aquellos estrechos caminos, con una mano en la manzana y la otra tocando los pétalos de la rosa brillante, me siento maravillada con el lugar.

—Están aquí.—digo en voz baja y casi con emoción al verlo cerca de las rosas blancas, su brillo es asombroso están bien cuidadas, tomó una entre mis manos o eso intento sin embargo suelto un quejido al sentir sus espinas en mi dedo.

—Deberías tener cuidado.—me advierte alguien a mis espaldas, a medida que el dedo del corazón el cual me pulle y tiene sangre saliendo se cura lentamente.

Es el principe.

Lo sabía sin embargo no pensé que nuestro encuentro sería en este lugar.

Lo sabía sin embargo no pensé que nuestro encuentro sería en este lugar

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