†Capitulo 45†

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†Amaris†



—Gracias por todo, Ginebra.—Tome su mano entre las mías—Alpha Dominik.

—Reina Alpha.—hicieron reverencia ante mi presencia.—Espero regresen sin ningún rasguño a la manada.

—Así será, Alpha Dominik.—Mire a todos los lobos que hacen una reverencia, incluyendo los cachorros pequeños.

Durante mi estadía aquí, me permití visitarlo a todos y cada uno de ellos, aunque solo nos quedamos una noche tuve bastante tiempo gracias a ese contratiempo dónde se desarrollo una pelea entre Lobos y vampiros, del cual tuve que intervenir porque no dejarían dormir a Mia.

Palabras de ellas que no le creí en absoluto, con lo egocéntrica que es aprovecho la oportunidad para lucir su sedoso pelaje frente a los vampiros y los nuestro, claro que mi loba lucho después de su momento de fama.
En el refugio donde deje a Susan con las lobas pude conocer a cada una de ellas y ellos. Recuerdo nombre y caras que me serán difícil de olvidar y ahora finalmente que llegó el amanecer era momento de seguir con mi camino.

Por mucho que me hubiese gustado quedarme no podía, la corona espera por mi, la diosa Luna espera y los Alphas están invitados a mi coronación.
Para los que no podrán asistir hay una pantalla que se trajo del mundo humano que servirá para transmitir la coronación, mi coronación.

Y yo luciré mi hermoso pelaje. Ya verás.

Bufo.

— Alpha, luna.—me despedí con un saludo.

—Adiós Alpha reina.—dijeron todos al unisonó.

Llegué al carruaje me acomode en mi respectivo asiento, observo por la ventana como nos alejamos de la manada, perdiéndonos entre la espesura del bosque.

—¿Los vas a extrañar verdad?—preguntó Susan.

La mire de reojo reparando en su vestido de verdoso.

—Si, son de los míos—expreso sabiendo que puedo hablar de esto con ella—Por atender el reino casi nunca me permitía visitar a las otras manadas.

—Fue la alegría de ver qué se pusieron contentos de verme, fue eso que me hace extrañarlos y sentirme culpable.

—Ahora que serás la reina. ¿No tendrás tiempo libre para hacerlo?—consultó.

—No lo sé.

—Pienso que deberías organizarte.—balbuceó Clara entre el sueño y la realidad.

No sabía desde cuándo el papel se invirtió, si antes era Susan quien permanecía dormida durante el viaje y ahora es Clara quien parece no querer levantarse de su sillón.

—Tomare la decisión una vez que esté en mi reino.—suspire frotando mi frente con las manos.

—¿Cuántos días estaremos en tu manada?—Cierro los ojos escuchando el suave latir de ambas chicas.

—Cinco días.—hice una mueca cuando Mia gimoteo de manera lastimera oyendo mis palabras.

Es claro que ninguna quería ese lapso de tiempo, el extrañar a Asthor me está cobrando factura y lo eh notado al igual que Mía, al tener un vínculo nuevo y que no lleva semanas cuesta mucho. Porque estamos separados cuando debíamos estar juntos.
El sentimiento que tengo en mi pecho es inexplicable y me hace sentir mal.

Mía lo asocia con el hecho de estar lejos de Asthor y aunque ninguna quiera admitirlo nos sentimos desprotegidas sin la presencia de el.

—Eso es mucho.—Comenta Susan—¿No afecta la relación entre ustedes dos?

—Si.—digo con pesar.—Pero no queda de otra.

—Lamento eso. Pero aquí estamos nosotras para ti ¿De acuerdo?—sonreí.

—Lo se, Gracias Susan.—sus ojos verdosos me vieron con un brillo en ellos y luego la tuve a mi lado abrazándome.

—Te quiero Amaris.—acaricie su cabeza con ternura.

Peino su cabello con mis dedos, jugando de vez en cuando con sus rizos aquellos que jalas y vuelven a ondularse, si yo fuera una cambiante-gata  estoy segura que estaría entretenida con el cabello de Susan que por cierto tiene un olor distinto casi familiar.

Pronto sentí su lenta respiración, su corazón latiendo con mucha tranquilidad, ambas se habían dormido finalmente y eso que apenas debían ser la diez de la mañana, al no tener con quien conversar siento la soledad dentro del carruaje. Una soledad cómoda eh olvidado lo bien que se siente tener un momento a solas para ti.
Para pensar, para dejar ir lo que tanto te agobia.

¿Cómo estará Asthor? ¿Logrará hallar al culpable de que ambos no recordemos? Solo vienen recuerdos fragmentados que no tienen orden entre si.

¿Podía fiarme de mis propios recuerdos? No lo sabia.
Es como si ambos tuviéramos amnesia y como si mi familia lo tuviera, ¿Cómo no recuerdan que ambos éramos amigos? ¿Realmente lo éramos o nos tendieron una trampa? No. Es tan real como que se porque me gustan las rozas azules y porque Asthor tiene un jardín de ellas.
La rosa azul que es de ambos es la clara prueba de que todo lo que vimos es real.

Una rosa azul que me entrego como prueba de su ¿Amor? Si. Eso fue lo que dijo y que yo acepte. Hay tantas incógnitas y tengo una leve sospecha de que ambos podríamos ser, soulmate.

¿por qué? Porque existen muy pocos casos dónde las parejas eternas se conocen desde la niñez por orden del destino o la diosa Luna, si Asthor está tan lejos de mi manada ¿Cómo nos encontramos?

¿Cómo hemos vivido todo eso?
Hay una respuesta, una respuesta que puede decirlo todo, pero si puedo estar segura es que el destino lo puso en mi camino de pequeña, solo debemos armar el rompecabezas, saber si es mi compañero eterno y sobretodo encontrar a la culpable de todo esto.

El último recuerdo que vi fue cuando caí en esa cueva oscura, de ahí no he tenido más recuerdos.
Miro para todos lados notando que mis párpados comienzan a pesar lentamente, parece que se me ha contagiado el sueño de ambas chicas, un bostezo sale de mis labios.
Asthor..

—No te preocupes Mia, pronto estaremos con el.

Pronto después de una semana.

••••†••••†••••†••••†••••†••••†••••†••••†••••†

Ni bien habíamos llegado a Green Moss, el aullar de los lobos comenzó a resonar a los lejos y a la vez tan cerca, podía oír perfectamente cada palabra de los lobos.

Su princesa había llegado.

Yo había llegado.

Estoy a punto de cruzar el puente del gran río para finalmente atravesar los muros que protegen mi manada, Susan y Clara se han despertado por el alboroto de los míos.

El carruaje avanza cada vez más cerca y a pesar de la tristeza que me embarga por no tener al rey Asthor cerca, no dejo que aquello me quite la alegría de volver al reino que me vio nacer, mi manada, mi hogar.

Diviso el gran portón negro que se abrió para nosotros no hacia falta verificar a nadie cuando a todos le llegaban mi aroma.

El recorrido de mi manada comenzó, tan hermoso antiguo y moderno, los gritos de partes de los cachorros lobeznos llamaron la atención de Susan, Clara iba en silencio pero sus ojos parecían captar con un brillo especial cada rincón del lugar.

Las lobas sonreían al verme, algunas olfateaban el aire y ponen sobreprotectoramente a sus cachorros detrás, los lobos hacían lo mismo algunos se quedan pasmados en su lugar y otros intentan adivinar el olor masculino que envuelve mi cuerpo.
El aroma de Asthor.

Ese que todos notan me vuelven posesivamente, como gritando que nadie se acerque.

—Wow.—susurró Susan admirando el enorme árbol frondoso de cerezo en el centro de la capital de mi reino.
Y en medio de ese árbol hay una enorme fuente que deja caer el agua lentamente viéndose majestuoso.

—Es muy hermoso.—comentó Clara después de un largo tiempo y con una pequeña sonrisa—Podría decir que Green Moss le hace competencia la belleza extravagante y antiguo de Ameles.
—Esta a la altura, Clara. Y ahora prepárate porque vas a conocer a mi madre.—le avisé con una sonrisa al notar que ya estábamos llegando a palacio.

—¡Diosa! ¡Es cierto!—chilló históricamente recordando que vino por la reina, comenzó a moverse nerviosamente de un lado para otro—¡Voy a conocer a la reina Annelise!

—La madre de Amaris.—habló Susan con una ligera sonrisa y sus mejillas sonrojadas.

—Te va a encantar ella es muy dulce.—conteste. Y se que mi a mi madre le encantará conocer a Susan.

El carruaje se detuvo frente a un enorme castillo de color grisáceo de piedras rememorando siglos antiguos antes que la actualidad en la que estamos, sentí la familiaridad del lugar cuando note como varios omegas, deltas y alguno que otro humano están esperándome ansiosos.
Bajo del carruaje haciendo acto de mi presencia y es ahí donde recibo gritos eufóricos y de bienvenida al lugar, en medio de todos ellos encuentro a mis padres junto a mi hermana en el medio.

Paso saludando a cada uno de mi gente, con una sonrisa en los labios.

Había vuelto a casa.

Me acerco a mi padres, primero verificando la sonrisa en el rostro de papá, bien vestido y elegante como solo un rey y un Alpha puede ser, a lado de el mi querida hermana Amira llevando su largo cabello atado en una elegante trenza sus ojos extraños y electrizantes de color azul claro me observan con emoción, lleva puesto un hermoso vestido de seda que la hace ver bien como a ella tanto le gusta y luego de ella está a quien Clara está ansiosa de ver.

Imponente igual que mi padre y mi hermana, de cabello oscuro como la misma noche, de ojos azulados como la profundidad del mar, idéntica a mi, enfundada en un glorioso vestido con tono azulado de bordes dorado, más allá de la imponente reina de Green Moss me encuentro con el rostro suave y el cariño en la mirada de una madre al ver a su hija.

—Mamá—susurró sin darme cuenta que había llegado a su lado abrazándola.

—Mi hermosa loba. Cuánto te extrañe hija mía.—murmuró con voz suave acariciando mi espalda— por la diosa, has crecido un poco.

—¿No hay un abrazo para tu viejo padre hija?—preguntó papá.

Deje de abrazar a mi madre y me enfoque en papá con los brazos abiertos, miro de arriba abajo su aspecto y luego niego con una sonrisa.

—Viejo no estás, el día en que te vea canas y arrugas ese día te abrazare.—la carcajada de mi hermana no se hizo esperar, papá me fulmino con la mirada.

~¡Amaris! ¡Abraza a tu padre ahora!~  escucho la voz de Hades el lobo de papá.

Regañándome con mucha suavidad quien lo viera diferente a cuando está con los demás, siendo severo con los suyos menos con nosotras.
Llegué hasta papá y lo rodee con mis brazos, sentí calma inmediata cuando aspire su aroma ese que me brinda protección filial, escucho a mia hablar con el lobo de papá, mientras mi padre besa mi frente.

—Mi pequeña loba. Estás de vuelta.—dijo—Te eh extrañado, mejor dicho Hades lo ha hecho, no ha hecho más que reclamarme por no tenerte aquí.

—Lo se, padre. Pero ya estoy aquí, además Hades debe entender que ya he crecido, ya no soy una cachorra, soy un enorme lobo blanco pura sangre.

Mi padre sonríe con orgullo.
—Pero siempre serás nuestra cachorra.

Esbozo una sonrisa eso era un hecho para los padres sus hijos siempre serían sus pequeños. Porque para ellos nunca crecimos.


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