Capitulo XI

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AMARIS

—Debemos reforzar la seguridad en el reino, el ataque fue dentro del bosque muy cerca del palacio. Es un peligro para los cachorros y lobos ancianos si no hacemos algo cuanto antes-me dirijo hacia la oficina de mi padre, mientras Alina y Erick se encuentran detrás de mi siguiendo mis pasos—Tambien contacten con los Alphas de la manadas que faltaron el día de la coronación y adviertelos del peligro que está por venir.

—Como ordene Alpha—dijo Alina haciendo una reverencia—¿Algo más?

—Por ahora eso es todo—abro la puerta, dejando que pase mi Beta, Alina se retira para hacer lo que le ordene—Todo será un caos.

—Vienen tiempos difíciles-afirmó mi fiel amigo con pesar, miro por la ventana el bosque, y más allá de ellos las murallas que nos protegen—No obstante el reino está seguro porque tiene a una reina fuerte.

—No dejare que ninguno de los míos salgan lastimados—digo con total seguridad, juego con el collar que cargo—Si es posible mañana le abriré los ojos al concejo.

—Quisiera estar presente para protegerla.

—No puedes, debes quedarte y cuidar la manada mientras yo no esté.

—Sabes que cuando ellos escuchen lo que el Alpha tiene que decir, no van a aceptar algo así en silencio.

—Y justo por esa razón debo estar allí—explicó mirándolo—No tengo pruebas, ese demonio se desvaneció como si fuera el mismo aire y ustedes fueron testigos de que era real, si es posible me hubiera gustado tener aunque solo una parte de la putrida piel de ese nigromante para mostrarlo a concejo y hacerle saber que ellos existen, pero no lo tengo y no por eso voy a quedarme callada sabiendo lo que está por venir.

Erick no refuta mis palabras y lo agradezco, se muy bien que mañana no será un lindo día para el concejo, menos para mi, pero debo estar allí y dar por confirmado los hechos verídicos para apoyar a mi padre.

—¿Qué vas a hacer cuando la tengas entre tus manos?-se a quien se refiere, aprieto con fuerza mi collar—Amaris...

—Deseara no haber nacido—zanjé como si fuera la muerte en persona.

Erick se despide con un leve movimiento de cabeza saliendo de la oficina, la puerta se cierra me quedo dentro de la oficina en un frío silencio dónde no se escuchan ningún sonido más que mi propia respiración, aún no quiero volver al cuarto tener el aroma de mi mate pero no a el presente.

Juego con el bolígrafo que encuentro, lo muevo de un lado a otro mientras pienso en la mujer que se encargó de hacernos daño, aquella que se acercó como si nada por segunda vez y estuvo a punto de lograr su cometido.

Susan...

Aún puedo verla sonreír dulcemente y sus ojos observarme con timidez, como se hizo mi amiga y respiro incluso a lado mio, también recuerdo lo que me hizo de pequeña, asi como si mirada cargada de odio en esa azotea.

Quiebro el bolígrafo entre mis manos, la tinta se derrama por mi piel como si fuera sangre, oscuro y espeso. limpio mi mano con un trapo.

Vuelvo a rebobinar el recuerdo de aquel día, paso por paso hasta percatarme de un pequeño detalle ¿Cómo es que yo estaba en el suelo ilesa?, Cuando yo me desperté juro que senti una leve distorsión del espacio y tiempo tan pero tan diminuto que nadie lo habría notado pero en cambio yo, no importa cuánta veces evoque el recuerdo, siempre siento esa distorsión apenas débil.

Pragma (1) Y (2) Where stories live. Discover now