capítulo VIII

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                            AMARIS

Amira negó luego de mirarme con mala cara—eso te pasa por chismosa.

—Acaso no puedo celebrar que tienes un mato adicto al...

Jalo su cabello con fuerza, ella chilla de dolor—¡Ya entendí! ¡Suelta mi cabello!

—¿Y tú?—miro a Clara quien levanta la mano en son de paz.

—No he dicho nada—contesta entre risitas, suelto a mi hermana quien me da un leve gruñido.

Esbozo una sonrisa.

—¿Le estás gruñendo a tu Alpha? Que falta de respeto Amira.

—Le gruñó a mi hermana es una cosa diferente—se defendió.

—A lo que vine—Amira carraspeo—¿Cómo te sientes al saber que el es tu mate?

Valla no sabía que tendría que hablar de esto.

Miro hacia el suelo y luego suspiro—Si les soy sincera, me siento aliviada amo a Asthor y no quería tener un mate suelto por ahí.

—Si que lo amas—insinuó Clara y Amira con una mirada pícara.

—Ustedes dos no tienen remedio—jadee muriéndome de vergüenza.

Pase lo que pase esas dos me miran con una expresión que da miedo, suficiente tengo con papá perturbado ahora como para que ellos me molesten.

Salgo de mi nueva oficina caminando por el pasillo a lo lejos veo a mi madre quien se acerca con una expresión que lo dice todo.

—No.—levanto la mano haciendo que se detenga—Ni se te ocurra Annelise no digas ni una palabra.

—Debieron ser más precavidos.—gritó mamá, cubro mis oídos aunque no sirve de mucho y salgo huyendo del palacio.

Finalmente siento libertad después de todas esas miradas de parte de mi familia y los sirvientes, veo dos rostros conocidos y acaramelados caminando lentamente sin percatarse de mi presencia.

Una sonrisa pinta en mi rostro y avanzo hacía ellos corriendo—¡Erick! ¡Alina!

Ambos dejan lo que hacen y se centran en mi, la loba de cabello corto es quien corre a mi encuentro en un ferviente abrazo seguido de mi beta Erick.

—¡Chicos los extrañe mucho!

—Finalmente te tenemos aquí y como nuestra Alpha reina—la voz de Alina sonó muy alegre—Tambien nos enteramos que tienes a tu soulmate finalmente estás completa.

—Gracias a la diosa—sonrió, luego los miro a ambos de brazos cruzados—Y ¿Ustedes dónde estaban? Porque no vinieron a mi coronación.

—Tu padre nos envió a una misión—contestaron los dos al mismo tiempo, Erick mostró una carta con un sello bastante conocido—finalmente lo hemos obtenido venimos a su encuentro.

—¿Están avisados de lo que sucedió?

Alina asiente con una expresión sería pensativa—Si, y es muy extraño que aparecieras detrás del castillo de la nada. los rumores de la pérdida de memoria de ustedes y la familia imperial de Ameles se esparció como bomba de humo por la manada.

Pragma (1) Y (2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora