Capítulo 1

70.1K 2.3K 39
                                    

Somos aquello a lo que nos entregamos, de nuestra actitud depende nuestra sintonía.

(Amha)

N/A
No me puedo llegar que hayamos llegado a los 100K en lecturas y con más de 7K de votos en muchísimo menos de cuatro meses. Eso ha sido gracias a cada uno/a de vosotros/as.
Muchísimas gracias
❣️


—————

No mamáááá. Las cosas no son así. Ricky y yo rompimos hace dos navidades ya —intento hacerle a mi madre entrar en razón. No sé de dónde viene tanto empeño con darle una oportunidad a Ricky. Una no, otra. Porque es que ya le he dado tantas que si me pusiese a contar los pelos de mi cabellera acabaría antes. —Ese no es asunto tuyo—. De verdad no me puedo creer que esté hablando con mi madre sobre mi vida sexual. ¿Que ella es muy liberal? Lo sé y la verdad es que a veces deseo que no lo fuese tanto. Pero no sé qué coño ha visto en Ricky para intervenir por él de este modo —Mira mamá, hagamos algo, ¿vale?— ruedo los ojos —. Tú ahora me dejarás comerme mi donut de chocolate tranquila que ya cuando pase por casa lo discutimos, ¿te parece? —¿Te parece? ¿Desde cuándo debo yo discutir nada de mi vida privada?— bufo. Me llevo un mechón suelto tras la oreja mientras siento el exquisito sabor de una de las mejores cosas que podría haberse inventado el hombre en el mundo alimenticio.

—Bea, el jefe quiere verte— dice Ivette, mi compañera de trabajo. Me apuro en despedirme de mi madre al tiempo que me llevo el último trozo a la boca. ¡Joder! Tenía que acabarse tan rápido la dicha. Recojo las varias carpetas que tengo esparcidas sobre la mesa de modo torpe. Si es que claro, con tanta presión quién pensaría con la cabeza fría. Me dirijo hacia la oficina de Carlos, mi jefe. Encuentro entre cerrada la puerta por lo que decido golpear antes de entrar. Su ronca voz me invita a que pase y así lo hago. Una vez adentro aprieto la carpeta que traigo en mano a mi pecho. Este hombre su rostro a veces me da muy mala espina.

—Siéntate, Bea —lo hago. Sin rechistar. Solo quiero que me diga cuál es la urgencia para salir echando mierda de aquí. —Verás— hace una pausa. No sé qué haya podido yo hacer, pero esto no me está gustando para nada. —Hace unas semanas te encomendé el diseño de una corporativa. Un mes para ser exactos—, se rasca la garganta —y he estado echándole un vistazo al diseño que mandaste a reprografía y la verdad es que no me siento conforme con ello. Eso sin mencionar que el cliente no se ha sentido satisfecho con el resultado. Confié en ti —. Ahora me mira fijamente. Tengo los pies de gelatina. —Creí que serías capaz de sacar este proyecto adelante después de conocer la cifra exacta que nos darían por ello.

—Y lo soy—, intento defenderme —, de hecho, puse todo mi empeño.

—Pues no fue suficiente—. Puedo notar ¿decepción? en su tono. Abre uno de los cajones de su escritorio y deja al descubierto una carpeta—. Aquí están las pautas que exigió siguiéramos el señor Montecristo. Espero que esta vez cumpla con su deber y no ande por ahí viendo El cuerpo del Deseo. No toleraré otro fallo de tu parte. Mi dinero no está en juego.

—Sí, señor— cojo la carpeta y me pongo en pie rumbo a la salida.

—Aún no he acabado—. ¡Dios dame paciencia! Ruego en silencio. Me dibujo una hermosa sonrisa en la cara y decido voltear.

—¿Sííí?

—Se te descontará el cinco por ciento de tu salario. Así aprenderá a no meter la pata.

KILLING ME SOFTLYOnde histórias criam vida. Descubra agora