Capítulo 42

13.7K 875 9
                                    

~POR MI MALDITA Y MISERABLE CULPA~


—¡Cuelga! —Le exijo. Me mira. No entiende nada. Como yo tampoco.

—Te llamo al rato —le escucho decir a quien sea con quien está hablando. Acto seguido cuelga.

—¿Es ese tu modo de afrontarlo todo? ¿Huyendo?

Se talla los ojos con los dedos.

—No quiero discutir. Ya no más, Bea —pasa a mi lado y se mete en la ducha.

—Te hice una pregunta, Adams —lo veo regresar con una toalla en el hombro izquierdo.

—Sí, Bea —junta fuertemente los dientes—. Necesito aire o esta jodida situación me dejará hecho más mierda de lo que ya estoy.

—¿Y yo? ¿Acaso te crees que yo lo estoy pasando bien? ¡Dev!

—¡No, Bea! —Me grita—. No creo que lo estés pasando bien y es todo por mi culpa. Por mi maldita y miserable culpa, joder. Te prometí no herirte. Prometí dejarte ir antes de lastimarte —hace una pausa—. Puesto que no estoy dispuesto a dejarte ir, así tampoco estoy dispuesto a herirte. Solo necesito paz. Reacomodar mis emociones. Reencaminar mis ideas. Nada más.

Una lágrima escapa de mis ojos. Está huyendo. Es eso lo que hace. Huir. Como un vil cobarde.

—Bien —me limpio los ojos. Ya lloré bastante—. Le pediré a Anselmo que me lleve de vuelta a mi apartamento.

—No hace falta que te vayas. Puedes quedarte.

—Sí, sí hace falta —le veo cerrar los ojos y perder el rostro en el enorme ventanal. Deben de ser pasadas las seis ya que el sol se está despidiendo. Me habré pasado con la siesta, pero eso no importa—. No tengo nada más que hacer aquí. Está más que claro que tú hijos no quieres y ya nada será como antes —voltea de inmediato.

—No toques ese tema —otra vez, otra vez esquivando la misma disputa de siempre.

—¿Sabes qué me duele? —Alza la vista. Nuestras miradas se encuentran de nuevo y se conectan de un modo malditamente desgarrador. Me hace sentir infantil, tonta. Me hace querer correr y enredar mis manos en su cuello para después comérmelo a besos. Sé que él quiere lo mismo, pero es tan orgulloso que no piensa dar a torcer el brazo— Lo que más me duele es que me compares con ella. Cada día que pasa, ese vacío que se creó en mí se hace más grande. Y aunque a veces piense que esto debió haber sido un error, no lo puedo dar por sentado. ¿Y sabes por qué? Porque no puedo dar por sentado que no fui feliz contigo —una lágrima se deja ver en su rostro. Ese rostro tan varonil que en múltiples ocasiones les ha dejado alborotadas a mis neuronas—. Espero que eso que te atormenta, que te consume, que no te deja ser feliz ya no conmigo, sino contigo mismo, valga mucho más que la emoción que se siente al tener a tu hijo en brazos.

—¡Cállate! —Grita encolerizado al tiempo que estampa a la pared el reloj que acaba de desalojar de su muñeca. Miro en la pared la marca que ese hizo en él para luego verlo dañado en el suelo. Le miro a Dev parapléjica. Con los ojos enormes. Incrédula. Las venas de su frente están notablemente tensas—. No vuelvas a decirlo. ¡No vuelvas a hablar como si supieras una mierda de mí! No sabes nada. Nada sabes.

Mis ojos me escuecen. Cada vez se vuelve peor. Me lo han cambiado. Me han cambiado a mi novio. A este no lo reconozco. Si tan solo me pudiesen devolver al Dev del principio, si tan solo pudiese devolver el tiempo atrás. Me tapo los oídos con las manos en un auto reflejo de protección.

—No puedes seguir huyendo —suelto llorando, ya sin poder contenerme más. Ya sin poder retenerlo—. Tú tampoco me conoces, Dev —grito dejando salir de mí lo que hasta hace poco comenzó a consumirme—. No sabes si sería una excelente madre. No sabes si adoraría a nuestro hijo con locura. No sabes siquiera si tú serías un padre a todo dar.

—No vuelvas a hablar de niños. No repitas la palabra hijo. ¿Te crees que yo lo estoy pasando bien? ¿Piensas que yo deseé pasar por esto?

—¡No sé nada de ti porque no dignas a contarme qué coño te pasa!

—Estoy harto. Harto de batallar conmigo mismo como para tener que discutir contigo —se sienta sobre la cama con la cabeza gacha. Su tono salvaje, duro y rudo pasó a uno dulce. Tal vez de resignación—. ¿No te das cuenta de que ya nada es lo mismo? Ya no te beso. Ya no te hago el amor. Cada encuentro nuestro lo pasamos discutiendo. Te estoy evitando y cada día siento que yo mismo me estoy matando poco a poco y de paso te estoy matando a ti y me odio a mí mismo por eso —se pone en pie. Vuelve a apoderarse de la misma chaqueta que traía puesta cuando llegó—. Creo que lo mejor es acabar con esto.

KILLING ME SOFTLYWhere stories live. Discover now