Capítulo 69

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🍃69🍃


~La familia primero~

Bea en el gift ;)


¡Qué carajo!

Encerrada en casa como si fuese Bella de La Bella y la Bestia.

¿Será idiota? ¿Por qué él sí puede trabajar y yo no?

Abro el grifo, dejo que se caliente el agua y me pierdo en la bañera.

Necesito liberar toxina. El humo que sale por mis orejas es más notable que el que se desprende del agua.

Cuando acabo, me seco el pelo, me pongo unas bragas ligeras seguido del camisón y la bata. Cuando vuelvo, le encuentro a Dev leyendo. Ruedo los ojos. Me saco la bata, la deposito sobre un sofá que tenemos a un lado de la cama y hago de lado la parte de sábana y manta que me corresponde. Puedo sentir lo calentitas que están. Va a decirme algo Dev, pero inmediatamente le doy la espalda.

Quiero que se dé cuenta de que me pone negra que me prohíba trabajar.

Lo escucho exasperar y lo siento moverse mucho en la cama. Comienza a moverse en ella como si estuviese lleno de chinches y me entran ganas de decirle: "Dúchate si no lo has hecho", pero me contengo. Conozco sus trucos. Cuando se mueve tanto es porque quiere contacto. Ya sea verbal o físico. Y, como no recibe respuesta de mi parte, me dice: "Mala" antes de darse por vencido.

Dev se ha marchado mucho antes que ayer. Creo que está molesto. Aunque estoy segura de que lo hizo más por orgullo que porque realmente esté mosqueado. Me llevo la mano a la cabellera y me la alboroto. Otro día más estando en casa.

Exaspero. Exaspero y me vuelvo a exasperar.

Veo la puerta abrirse como un relámpago mientras Luna llega corriendo hasta mí.

¡Olé mi niña! Cómo corre.

Será un atleta.

Sonrío ante la idea de tener a una personita con tan maño pulmón. Mi pequeñaja se sube hasta la cama y se queda encima mío.

—¡Buenos días, mami! —Grita como si no hubiese un mañana abrazándome y mi oído me lo reclama. Como si fuese yo quien gritó de ese modo tan bestial.

—Buenos días, princesa —correspondo a su abrazo mientras le peino el pelo con los dedos.

—¿Por qué no bajas? Mis hermanos y yo te estamos esperando —se despega un poco de mí. Hace un mohín con la boca—. Están muy tontos. Bueno, Toby no, pero Theo sí.

Sonrío. Esta niña y su larga lengua.

—¿Qué ha pasado ahora?

—Theo le ha quitado la leche a Toby y Toby le ha tirado todas las galletas a la cara —se separa de mí del todo y se pone sobre tierra—. ¡Se lo merecía!

—¿Y tú no les has dicho que eso que hacían no está bien?

La enana gira sobre sí y me mira. Eleva los hombros al tiempo que enseña las palmas de las dos manos.
Los vuelve a relajar.

—Ni caso me hicieron. Los dejé y decidí venir a llamarte.

Niego con la cabeza. Desde luego no sé quién de los tres es el que pondrá alguna vez un poco de orden. Me pongo en pie bostezando. Me tiro la bata encima, me la ato de lado y me pongo las pantunflas. Le tomo de la mano a Luna y bajamos las dos juntas.

Cuando llego en la parte baja de la casa, le escucho a Martina intentando ponerles orden. Pobrecita. Me quedé dormida y no he sido capaz de echarle una mano.

Una galleta sale volando cual Spiderman y se cruza por mi cara justo en la puerta de la cocina ya que aquí desayunamos muchas de las veces.

Cojo el bote de Colacao y hago un estruendoso ruido con él sobre la mesa. Toby me mira con el paquete vacío de galletas y con la cara empolvada mientras que Theo sostiene el cartón de leche y tiene la cucharita descansando en su oreja izquierda cual carpintero.

Todo está hecho un caos.

Definitivamente cuando llegue sus padre y se entere de lo sucedido, me echará en cara que si así es como quiero buscar trabajo y dejarles solos sabiendo buenamente que seguramente se arme la de San Tintín.

Los dos pequeñajos tienen una cara de:

La hemos liado pero bien gordo.

Desde luego estos no son modales y ya le he dicho mil veces a Theo que trate bien a sus hermanos. Bueno, se los digo siempre a los tres.

—¿Quién ha sido?

Nadie responde. Los dos optaron por callarse. Así que repito la misma pregunta:

—¿Quién ha sido? —Nada. —¿Vais a decírmelo? —Toby mira a Theo y Theo lo hace con Toby mientras yo los miro alternativamente a los dos.

—No lo repetiré. ¿Quién comenzó?

Los dos se señalan.

Toby señala a Theo.

Theo señala a Toby.

Y yo me estoy volviendo loca. Hago de lado una silla que se salvó de la marranada y me siento.

—Vais a ayudarle a Martina a limpiar todo esto. ¡Los dos! —los señalo mostrando autoridad—. Ya que los dos comenzasteis pues los dos dejaréis todo bien limpio. Cual ventanales de un palacio.

Hoy tampoco tienen clase. La profe todavía no mejora, así que tienen el día entero para ayudar a Martina. Toby va a replica, pero al ver mi cara, decide callarse.

—Cuando Martina crea que ya no os necesita, iréis a hacer los deberes.

—¡Ya los hicimos! —dicen los dos al unísono molesto.

Pero más molesta estaré yo como no me hagan caso.

—Pues —me miran expectantes— no tenéis ni tele, ni piruletas, ni sala de juegos hasta el día siguiente. Y cuidadito con usar la Psp o la Nintendo. ¿Quedó claro?

—Pero mam... —dice Theo.

—¿Quedó claro?

Bajan la cabeza rindiéndose. Saben que cuando la cagan, tienen que arreglar el desastre que hayan podido cometer.

—Sí, mamma.

—Pues ¡a comenzar!

Los veo levantarse a regañadientes. Cada quien coge su bol y su cuchara y se dirige al fregadero. Me acerco a Luna y me pongo a su altura.

—Puedes ayudarles para que no te aburr...

—¡Ni hablar!

¡Vaya! Si ni siquiera he acabado y ya me cortó la tía.

Hoy viernes y tampoco tienen clase. Es obvio que no me hace ni pizca de gracia saber que mis niños perderán tantos días sin aprender. Pero también es cierto que no me gustaría que se constiparan. Seguramente para el lunes la profe haya mejorado.

Con Dev estoy en la fase esa en donde el orgullo puede más que las ganas de comérmelo a besos. Me he vuelto una experta en las palabras monosílabas, y eso... eso a Dev le mata.

Si antes no le hacía nada de gracia, ahora menos.

Llega el sábado y nos vamos de camping con los nenes. La fiera que llevo dentro se ha ido amansando poco a poco. Y puedo afirmar que he ido estudiando las oraciones con respecto a Dev. A ver si paso de las impropias a las simples y, con un poco de suerte, a las compuestas.

Hacemos una fila mientras vamos manejando nuestra bici. Dev encabeza la fila y yo la cierro. Nuestros peques están en medio. Están felices. Demasiado. Este es el día que más adoran. El típico día de los dulces, las comidas basura y la práctica del puro vaguerío.

Así somos.

Unos auténticos vagos los sábados.

KILLING ME SOFTLYWhere stories live. Discover now