Capítulo 52

14.7K 790 13
                                    

🍃52🍃




Mi cuerpo colisiona con otro. Es un cuerpo duro. Ancho. Agudo. La fragancia que desprende de él es varonil. Uno de esos caros. Buena marcar por lo que puedo notar.

—Lo siento —me disculpo ya que no me fijaba en el camino por andar pensando en quien no debo.

Es tal la sorpresa que me llevo al darme cuenta de que se trata del mismo chico de la tienda que logra alterarme.

—Parece ser que la vida se empeña en ponerte en mi camino —dice él mostrando una perfecta dentadura al verme.

—Pues cámbiate a la otra acera. Para eso son dos de normal —intento caminar cuando lo escucho tras mi nuca.

—¿Siempre eres así? —respiro hondo, cuento hasta seis y me doy la vuelta.

—Así cómo.

—Rara.

—No intentes descifrarme. No lo conseguirás —sonríe de lado. ¿Qué Le causa tanta gracia? Odio cuando sonríen. Odio que lo hagan. Detesto estar hablando con alguien en serio y que ese ría. Es como si se mofara de mí en mi propia cara. Me fijo un poco en él. Es demasiado musculoso. Al parecer tener el cuerpo ese tan deformado al estilo Johnny Bravo está de moda.

—No pretendo hacerlo.

—Bien —doy la vuelta rumbo al restaurante en donde iba, pero nuevamente el señor inoportuno decide hacer acto de presencia.

—¿Ya te dije que mi nombre es Javier? —¿qué le hace tanta gracia? Juro que ganas de hacerle tambalearle la cabeza como consecuencia de un golpe en la misma con un bate de béisbol no me faltan.

—Como si te llamases Pedro. Buen día.

—Date un respiro mujer. Siempre vas ajetreada —dice con ¿sarcasmo?

Lo miro con detenimiento a los ojos. Las ganas de darle un buen taconazo por más apretada que vaya en este vestido se multiplican. Tomo aire por las fosas nasales y lo expulso por la boca.

—Ya respiré. ¿Ahora me dejas ir?

Vuelvo a encaminar mi recorrido, pero como si fuese poco lo que está haciendo y lo irritada que ya me tiene, me sujeta del antebrazo.

—Una mujer así de bonita debería sonreír más y dejar lo antipático para las mal folladas.

¡No me digas!

—¿Y si tampoco a mí me follan bien? Igual por eso tengo ese humor —juro que casi se atraganta con su propia saliva-. Buen día, señor.

—¡Espera! —De nuevo su agarre. ¡Señor dame paciencia y mantén bien juntas mis piernas!

—¿Qué? —pregunto de muy mala gana. Lo veo asustarse. Pero aun así no hace de lado esa sonrisa estúpida que con gusto borraría con una sartén estampada en su rostro de haberla tenido.

-—Ojalá vuelvo a verte.

—Parece ser que el demonio se ensimismó en juntarnos.

—Es en serio. Ríe más. La vida son dos días.


Dev

—Y cuéntame. ¿Has hecho algo durante tu estancia aquí? I mean... aparte de trabajar.

—Tú lo has dicho, trabajar.

—¿Solo?

—Solo.

Suspira.

—Bien.

Lo noto inquieto. Como si quisiese decirme algo, pero no puede.

—Hanna ha hablado conmigo —lo miro fijo a los ojos, cruzado de brazos y apoyado en un lateral del ventanal de su consulta—. Por lo visto no vas a pedir cita, ¿verdad?

—Tan metiche ella... —digo en voz baja, refunfuñando entre dientes para mí.

—Solo quiere tu bien —lo veo rodear su escritorio y posicionarse tras él.

Definitivamente me ha oído.

—Ya lo veo. Le dije que quería dar el paso yo.

—¡Para! —le oigo decir—. No estoy ejerciendo de psicólogo, sino de amigo además de cuñado. Y creo que ya va siendo hora de que dejes de ser tan idiota y pares de aferrarte al pasado pudiendo tener un futuro brillante.

—Tan fácil es decirlo, ¿verdad?

—Lo digo porque conozco tus posibilidades. Sé cuánto puedes aguantar y créeme, esto no está muy lejos de tu alcance.

Ruedo los ojos. "Esto no está muy lejos de tu alcance". Ojalá fuese así de fácil. Me pongo en pie mientras me sacudo los pantalones.

—Fue divertido hablar contigo, Yves —le doy dos palmadas sobre el hombro dispuesto a irme.

—¡Dev! —me quedo parapléjico tras la puerta—. Recuerda que el primer paso es reconocer. Una vez hayas reconocido que necesitas ayuda, de mi ayuda, el siguiente paso será decidir. Decidir que ya es hora de ponerle un fin al fantasma de esa víbora and then you'll see, habrá valido la pena dar el paso. Piénsalo.

Asiento juntando fuertemente los labios.

See you.

Bye.

Llego en el hotel sobre las doce y cuarenta. Llamo al servicio para que me traigan un sándwich de pan integral con atún acompañado de un vaso de jugo de naranja y un poco de fruta. No he desayunado y me están sonando las tripas. Además, es la hora del almuerzo. Bueno, sobre esta hora almorzaba en Valencia ya que después de haber estado sumergido en el trabajo no me daba cuenta de que no había probado bocado más que un simple café.

Me pregunto si todavía le queda algo de mí pese a mi lejanía, pese a nuestra separación. Si aún me piensa. Si aún se le escapa una sonrisa al recordarme. Me pregunto si todavía me ama o si simplemente está empezando a olvidarme. Si comenzó a conocer a otro. A tener citas con otro. A regalarle su mirada a otro. Me pregunto si me evoca cuando se ducha, cuando se tira sobre la cama o si simplemente se le escapa mi nombre por esa boquita.

Cuanto daría por saber lo que piensa. Por tenerla conmigo, por besarla hasta que me pida aire. Este mes y poco más ha sido verdaderamente duro. Las pesadillas siguen, sigo sudando al pensar en que quiere un hijo mío. Sigo levantándome temblando, con las palmas sudadas y la frente empapada porque lo mismos recuerdos de siempre no me dejan tranquilo. Se aumenta mi ansiedad, mi congoja, mi dolor, mi pena. Se aumenta mi miedo y cada vez se va haciendo más fuerte. Nada es lo mismo sin ella. Nada sabe igual. Esos días libres que nunca tenía, pero que empecé a tener con ella y sabían a gloria, se tornaron amargos cual pepita de limón, cual piel de una granada.

Me llevo las manos al rostro pasándolas por ahí una y otra vez a ver si así todo se asentaba de nuevo. A ver si todo cobraba sentido.

Suena la puerta. De seguro es la del servicio. Me dirijo hacia ella con el pelo descompuesto y el rostro desencajado. Cuando abro, la señora me da las buenas tardes con una calurosa sonrisa. Parece no tener problemas. She seems so happy que creo que lo que estoy es amargado.

Thanksle digo amablemente retirando la bandeja de su mano. Hace una reverencia con la cabeza y luego la pierdo de vista. Deposito la bandeja sobre la mesa de comedor que tengo a un lado de la suite.

Limpio los utensilios con la servilleta y me dispongo a engullir lo que me trajo la señora.

Minutos después acabo. No es el mejor desayuno de aquí que he probado, pero tampoco está tan malo.

Me limpio la boca con la misma servilleta de hace rato y creo que es hora de que le dé a mi mente un poco de paz.

KILLING ME SOFTLYWhere stories live. Discover now