Capítulo 12

28.3K 1.5K 32
                                    

3 Doors Down - Here Without You



—Señor, debemos marchar.

Anuncia uno de los hombres fuertes que entraron con él.

Suelta mi mano y en ese momento siento que tengo la mano descansando sobre mármol por lo frío que resultó ser la retirada.

—Suerte— me dice antes de abandonar dejándome con la sonrisa más idiota habida y por haber. ¿Qué coño fue eso?

Dos meses después...

—Pequeña. Haz el favor de poner los vasos— me pide mi padre. Sí, es navidad y, aquí en mi pueblo se celebra. Vamos, como en todos los pueblos; nunca faltan los gambones, el cordero o los turrones duros que a mí tanto me gustan. Por no mencionar los regalos. Asentamos la mesa y mi madre procede a servirnos. Tomé las vacaciones ahora para estar con mi familia ya que me lo daban en septiembre. Decisión de la cual no me arrepiento. Después de cenar, mi padre abre un champán y brindamos entre los tres por unas felices fiestas tanto para nosotros como para el resto de gente. A la una recogemos la mesa y a las dos me despido de ellos ya que quedé en salir con Sandra. Hugo se queda con mis padres en lo que tarda nuestra salida.

Estamos en el paff del pueblo. Un lugar pequeño pero que me trae un montón de recuerdos. Las noches locas. Las nocheviejas. Las comuniones y la última salida con Ricky.
Se me comprime el alma. Recordar los momentos agradables en aquél entonces por los que pasamos, me hace creer sentir que estoy siendo muy injusta con él—. ¡No! No, Bea. Tú no puedes pensar en eso— me recrimino. Me recrimino por andar pensando en que Ricky es el hijo del Papa que no rompió ni un plato. Así que decido no pensar en los recuerdos que me trae este paff ya que todos irán a parar al mismo lugar.

A lo largo de la noche mi cuerpo responde a la adrenalina de un modo estremecedor. Espero que no esté reaccionando a modo de antivirus Ricky.

A las seis de la mañana decidimos que es hora de volver a casa.

Cuando llegamos mis padres todavía están dormidos por lo que, torpemente, nos perdemos en mi cuarto durmiendo con todo lo puesto.

Los días siguientes son de pura juerga. Me divierte mucho estar aquí ya que está Sandra que es una chica rubia de treinta años con un culo de espanto. Siempre fue la más bonita del pueblo y ligues le han emanado por doquier. Nos hicimos amigas cuando mis padres se mudaron aquí. Eso será a los siete años.

En nochevieja se repite la misma escena solo que, a diferencia de en nochebuena, Sandra y Hugo cenan con nosotros. Está más guapo con ese gorro de papá Noel que no puedo aguantarme y deseo comérmelo a besos. Nos apuramos en cenar para estar listos a las once y cuarenta y cinco ya que somos muy puntuales a la hora de tomar las uvas. Cuando suena la primera campanada, nos llevamos una uva a la boca.
Y así con las once de más, aunque a mí me queden tres.
Otra cosa en la que siempre he sido mala. Acabarme las doce uvas al mismo tiempo que las doce campanadas.
Nos felicitamos con un abraso efusivo mientras que nos deseamos "Feliz año nuevo entre nosotros". Pasamos una noche agradable cantando y riéndonos de todo hasta que llega la hora de la parranda. Sandra y yo nos metemos a mi cuarto para comenzar a vestirnos hasta que suena mi móvil.

—¿Síiii?— digo felizmente. No se escucha nada—. ¿Hay alguien? —
Espero unos segundos a ver si me responde—. Si no me contesta en tres le cuelgo. Uno, dos, tr...

—¡Feliz año nuevo, señorita Reyes!

¡Qué carajos!

¡Me he hecho pipi! ¿Cómo supo mi número? ¿Quién se lo dio? ¿Cómo lo consiguió? ¿Cómo? ¿Que si es él? ¡Claroooo! ¡Solo él me llama de ese modo!

—Em... —¿cómo coño se habla?

—Solo quise desearle un feliz y agradable comienzo de año. Supongo se preguntará cómo di con su número.

Oh, no. Desde luego que no. No siento el pulso. Es como si me hubieran empapado de sedantes y lo único que escucho es el sonar de mi corazón, que de hecho, va a quince mil por hora.

No. No Bea. No estás soñando.

—¿Cómo coño consiguió mi número?

—Amo que sea tan espontánea, señorita Reyes— sonrío. ¿Cómo no hacerlo? Tengo los latidos acelerados y creo perder la razón en cualquier momento. No me esperaba para nada esta sorpresa y si os soy sincera, es el mejor regalo que me pudieron haber dado.

—Bea. Beatriz Reyes Soriano, pero dejémoslo en Bea—. Creo que ya va siendo hora de hacer de lado los formalismos y dejar en el suelo el haz de guerra.

—Supongo que es mi turno— noto algo parecido a un suspiro—. Dev. Dev Montecristo Adams.

—¿Dev?

KILLING ME SOFTLYDove le storie prendono vita. Scoprilo ora