Capítulo 21

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Naughty Boy ~ Runnin' (Lose It All) ft. Beyoncé, Arrow Benjamin





—¿Cómo debo demostrarte que lo siento?

—No tiene que demostrarme nada. No hay nada que demostrar.

—Sí —dice nervioso—, sí la hay. Quiero demostrarte que yo no soy así. No sé qué me pasó. Será que me gustas tanto que el solo hecho de pensar en que otro podría ocupar lo que quiero yo ocupar me puso de malas. No sé nada de ti. Solo sé que eres de aquí y que tus padres viven en un pueblo de Madrid. Que amas tu trabajo y que luchas con uñas y dientes porque se te reconozcan los derechos.

Debo admitir que el hecho de que sepa eso de mí me conmociona de lo más inexplicable. Saber que se ha guardado todo eso de mí hace que quiera olvidarme de este embrollo.

—Jamás te mentiría— digo en un suspiro. Siento a Dev acercarse. Siento su piel sobre mi barbilla y de un modo inmediato mi cuerpo actúa en reacción a su toque. Me mira. Amo esa conexión que tenemos con tan solo mirarnos a los ojos. Amo ver ese brillo en ellos. En esos ojos color canela.

—Lo sé. Como también sé que fui un completo idiota por celarte.

Su respiración trasciende más allá de mis neuronas. El olor de su aroma se cala de tal modo en mis fosas nasales, que tengo que cerrar los ojos para que se adentre más en mí.

De pronto me veo preguntándole si quiere pasar. Al menos el salón está ordenado y no corro el riesgo de hacer una cena a la carbonera.

Me pierdo en el interior de mi casa y tras de mí le oigo a Dev cerrar la puerta. Estoy nerviosa. Cuando le tengo cerca no pienso con claridad. Es como si mi razón también se viese intimidada ante su presencia. Me deja sola y solo queda la Bea enamorada hasta las trancas de nada más ni nada menos que de Dev Montecristo Adams. Uno de los bodegueros más influyentes de toda España y gran parte del extranjero.

—No tengo el mejor vino de España, pero sí teng...

—Agua—me corta—. Estaría bien.

Puedo afirmar que está nervioso. Lo noto en su modo de darse golpecitos sobre la pierna derecha con los dedos de su mano derecha.

Voy a la cocina a por la jarra y vuelvo con dos vasos. Mientras le sirvo, puedo notar su mirada sobre mí. Odio cuando se pone en ese plan.

Le ofrezco el vaso, a lo que me responde con un gracias demasiado cortés.

—¿Llevas mucho viviendo sola?— Me mira por encima del vaso. Se atrevió a romper el hielo.

—Desde los diecinueve.

—Demasiado independiente entonces— deja reposar la mano izquierda sobre el sofá.

Asiento.

—Siempre he querido hacer las cosas por mí misma. Y eso suponía vivir fuera de la casa familiar.

—Entiendo.

Me despego del lugar en donde estaba sentada para ponerme en pie y sacarme la americana. Puedo notar sus expectantes ojos en cada paso que doy. Eleva tensamente los dedos pulgar y corazón de su mano derecha.

—De niña siempre he sido así. Lo sé porque me lo dicen siempre mis padres —sonrío—. Yo era como un tren sin frenos. Siempre quería hacer algo y todo a la vez—. Esta vez es él quien sonríe—. Desde carpintería, mecánica, arquitectura, medicina ¡uf!... un sinfín de cosas. Lo cierto es que en cuanto me fui haciendo grande, me decanté por el diseño.

—Ya veo.

Siempre está erguido. Nunca lo verás con la espalda inclinada.

—Diseñar es para mí tocar el cielo. No tienes límites y puedes hacer un montón de cosas. Es parte de mi vida. De mi contaste motivación —suspiro. No sé en qué momento comencé a contarle sobre mi vida de un modo tan emocionante. Pero me hace bien. Tener con quien compartir ciertas cosas a veces es bueno. Demasiado. Ahora está más relajado. De hecho, los dos lo estamos. Dejamos de lado esa carencia de sentido del humor para dar paso a una conversación de lo más natural. Aunque entre él y yo, las cosas siempre se dan de ese modo. Natural.

—Yo estudié arquitectura— eso ya lo sabía—. Pero al igual que tú con el diseño; mi pasión era el vino—. Ya venía siendo borrachero desde chico—. Mi padre quería que me dedicase al mundo de la construcción. Y así lo hice. Durante tres años me vi desarrollando mis conocimientos en arquitectura, pero más tarde, más tarde me dediqué a otro tipo de construcción.

—La del vino.

—Efectivamente.

KILLING ME SOFTLYWhere stories live. Discover now