Capítulo 33

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~Inexplicable~



Mi espalda tropieza con algo que supongo es una cómoda y de repente escucho varios sonidos. Dev se encargó de dejar libre la cómoda y todo lo que había encima se fue al carajo. Me asienta sobre ella y me besa el vientre. Pierde su rostro en él mientras mis manos custodian su cabellera.

—Dev...

—¿Qué? —Dice pesaroso. Con la voz ronca.

—Anselmo...

—Me da igual si se entera. Quiero hacer el amor con mi novia. No eres alguien que no conoce —todo eso lo dice sin apartar el rostro. Yo sonrío. En verdad lo deseo pero sería demasiado incómodo que Anselmo escuchase nuestros gemidos para tener que verle luego a la cara. Por primera vez desde que estamos en este cuarto Dev me ve a los ojos—. No te atormentes con eso.

Y sin más me desprende del vestido que estaba a media asta y hace lo mismo con el propio. Pasa mis bragas de encaje color verde esmeralda por mis piernas y, con estas ya no estorbando, desliza su mano desde mi pierna hasta mi muslo, descansando en mi sexo. Juega con él y yo me arqueo más. No puedo evitar soltar un notorio gemido. Dev se está apoderando de mi ser. Me está dejando sin nada. Si este es el comienzo de esta aventura, no me quiero imaginar lo que nos espera. Lo veo a duras penas protegerse y adentrarse en mí. Tenso el pompis. Vaya arrebato. Arremete contra mí de un modo urgente mientras yo me acaricio el cuerpo con los ojos cerrados. Paso mis manos por mis pechos y, como si me fastidiara el sujetador —que de hecho sí lo hace— me deshago de él. Me pellizco los pezones y vuelvo a arquearme cuando noto que Dev se hundió hasta el fondo. Me acopio de su nuca para sujetarme ya que estoy a punto de desfallecer y Dev se lleva uno de mis pezones a la boca. ¡Dios! Se siente tan bien que mi sexo no está dispuesto a retomar su postura normal. Cuando siento que ya no podré aguantar más, Dev acelera el proceso y me siento en un continuo éxtasis hasta que explotamos los dos y la persona que me hace la mujer más feliz del mundo apoya su cabeza sobre mi pecho y yo dejo la mía sobre la suya.

Fue increíble.

Inexplicable.

Salvajemente inadmisible.

Dev me carga agarrándome del culo y nos perdemos en el baño. Los dos estamos sudorosos. Los dos necesitamos un buen remojón. Espero que Anselmo no haya escuchado los gritos o juro no salgo del cuarto. Una vez en el baño, es tan grande mi sorpresa que Dev me ayuda a cerrar la boca con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en su rostro. Nivela la temperatura del agua del jacuzzi y me invita a perdernos en él. El baño está rodeado de grises y ocres. Muy poco blanco veo. Todo es tan sofisticado, tan lujurioso que no paro de admirarlo. Hay toallas bien dobladas en una estantería y en otra situada un poco más arriba, están las batas.

Las piernas de Dev están torno a mi cintura mientras que tiene una mano descansando en mi pecho y con la otra hace círculos en mi tripa. Todo es silencioso, pero no nos preocupa, es más, nos encanta ese silencio cómplice.

Varias veces noto su aliento en mi nuca.

—Gracias —le oigo decir.

—¿De qué?

—Por todo. Por esa intensidad con la que me amas. Por enseñarme a amar de nuevo. Sé que de vez en cuando lo complico todo, con mis celos, mi desconfianza, mi miedo —me aferra a él—. Solo te pido tiempo y que mientras yo me sano, disfrutemos de esto.

Cierro los ojos mientras su voz hace eco en lo más hondo de mí.

No dudo que me ame, no pudo que esto sea real, solo espero que esa sanación llegue muy pronto. Antes de lo esperado.

Nos ayudamos a lavarnos el uno al otro para luego hacer lo mismo a la hora de vestirnos. Al abrir el closet me di cuenta de que, efectivamente, Dev se había encargado hasta del más mínimo detalle con respecto a mi vestuario. Solo quiero saber cuánto tiempo llevó planeando esto, cuánto le llevo estudiarse todas mis tallas, empezando desde mis pechos y acabando con mis pies. Sonrío negando. Me dispongo a recoger y ordenar el desastre que acabó hecho el cuarto con las cosas en el piso. Cuando acabo, Dev tira de mí y me roba otro beso para después abandonar el cuarto. Anselmo ya nos estará esperando en recepción y la verdad es que los nervios y la vergüenza están haciendo acopio de mí. Dev, impulsivo, tira de mi rostro y sujetándolo entre el pulgar y el resto de dedos me planta un beso. Quién lo viera.

—¿Nos vamos? —Pregunta Anselmo. Dev asiente.

—Te encantará Roma.

—Ya me encanta Roma —junta su frente con la mía para después disponernos a abandonar el hotel.

KILLING ME SOFTLYWhere stories live. Discover now