Capítulo 103

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~More than WordsExtreme




—Estamos perdiendo tiempo. Ese hijo de puta descubrió el plan que tenía Bea y no sé qué coño le habrá podido llegar a hacer a mi esposa. Juan Manuel fue claro. ¡Ricky ha secuestrado a Bea! —le gritó desesperado. Angustioso.

—Solo es un protocolo. Necesitamos cumplir con las normas. No quiero que ninguno esté en riesgo por pasarlas en alto. Recuerda lo que dijo el jefe de tu esposa. Ese tipo estaba fuera de sí —intentó explicarle Donovan. Quería que todo saliera bien, cualquier paso en falso podría suponer un riesgo tanto para Bea como para el niño que estaba esperando. Pero, desgraciadamente, Dev hacía mucho que había prendido marcha. Se estaba alejando decidido. Decidido a dar con ese hijo de puta.

—¡Y un diablo! ¡Dev! ¡Dev, detente! —Elevó el radio comunicador y lo acercó a su boca al darse cuenta de que Dev no se detendría. —Aviso a todas las unidades sobre el caso Montecristo Adams. Es de vital importancia que se hayan trasladado hacia la mansión y se encuentren cada uno en sus respectivas posiciones. Repito. Bloqueen todas las salidas, es posible que el sospechoso tenga pensado huir con la víctima. Corto.

Bea en cualquier momento se desmayaba. En cualquier momento se rendía. Ya no podía. su cuerpo le pedía a gritos parar. Sus ojos le suplicaban cerrarse, su alma un suspiro. Su rostro ardía. La cachetada que le propició Ricky, pese a que ya había pasado un tiempo desde lo sucedido, todavía lo sentía patente, todavía podía pasar su mano por su rostro y sentir el escozor. Se llevó la mano a la cabeza mientras seguía siendo arrastrada por aquel desalmado. No le importaba nada. Quería abandonar aquel sótano, la casa, la ciudad y si fuese preciso el país, pero no sin ella. Y para eso tenía que apresurarse. Tenía que salir huyendo. Tenía que abandonar el lugar de inmediato si lo que quería era no ser pillado por un esposo encabronado porque a su mujer la raptó un jodido psicópata. Jalaba de ella del brazo, de la ropa, del pecho. No le importaba su estado, no le importaba, sus sollozos, no le importaba ya no sentirla casi con pulso; estaba cegado. 

Bea se detuvo de pronto. Lo intentó. Por sus hijos intentó mantenerse fuerte, en pie, indestructible; por sus hijos no pensaba ceder; por él, por ese hombre que la hizo ver el mundo desde otra perspectiva, sacó fuerzas de donde no sabía que las tenía guardadas. Pero ya no podía. Su corazón ya no lo resistía. Sus piernas comenzaron a fallársele de verdad. Se dejó caer en el suelo sobre sus rodillas con la cabeza gacha. Las lágrimas brotaban de sus ojos cual manantial salado. Su pecho dolía, cada respiro que daba se sentía como si tirasen de su interior mediante un rastrillo, le dolía horrores. Sollozó una y otra vez. Pero sus sollozos, lejos de tocarle a Ricky, parecía ser que lo ponían más furioso.

—Levántate.

No le hizo caso. Cómo hacerlo. ¿Cómo hacerle caso estando medio inconsciente, cuando ya no tienes fuerzas ni para hacer un último intento?

—¡Que te levantes, te dije! —jaló de su pelo rechinando los dientes, jaló de él con mucha fuerza y, como si cortara la hierba del césped de su casa, tiró de ella. La arrastró provocando que Bea se pusiera en pie a duras penas para evitar ser la fregona con la cual barriese el suelo; la arrastraba sin miramientos. Si dolor. Sin remordimientos. No era él, ese no era Ricky. No podía haber cambiado así de repente. Y si lo hizo, lamentaba que se haya convertido en un ser tan cruel. La salida le pareció distante, como si con cada paso que daba se alejaba más de ella. Se había estudiado a fondo los planos de aquella casa. Cada rincón, cada salida, cada cuarto, cada entrada, así que escabullirse, para él, sería tarea fácil.

Dev caminaba y corría como un loco, como un demente. Sus pasos eran fugaces y más seguros que nunca. Si ese hombre le había tocado a su pequeña, no dudaría en volarle la cabeza. Más le valía haber alejado sus asquerosas manos de ella. Más le valía haber mirado primero por su vida y no meterse en problemas. Sintió su celular vibrar, sabía quién era, era conocedor del propósito de la llamada, así que la ignoró. Nada era más importante que dar con ella, con esa mujer sin la cual se sentía perdido, frustrado la mayor parte del día, árido.

KILLING ME SOFTLYOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz