Capítulo 31

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~ROME~



—Dev...

Se acerca a mí y me toma de las manos. Se las lleva a los labios.

—Por favor —dice en un casi imploro.

Asiento. Subimos a nuestro cuarto y Dev me ayuda a cambiarme. No me gusta que me ayuden con estas cosas, pero lo cierto es que no tengo vida para nada. Me ayuda a meterme también en la ducha y a ponerme el pijama.

Cuando volvemos al cuarto, encontramos una bandeja llena de cosas. Seguramente lo dejó Felipe mientras nos duchábamos, o más bien, cuando me duchaban. Intento cenar algo bajo la inescrutable mirada de Dev. Cuando siento que ya comí lo suficiente, hago de lado la bandeja. Dev lo deposita en la mesita. Se incorpora conmigo en la cama y me abraza fuerte. No decimos nada. Quizá quiere que sea yo quien tome la iniciativa por no querer presionarme ni mucho menos saturarme más.

—Hace tres años quería ser madre. Sé que era joven, bueno, no tanto. Pero era tan grande mi afán, mis ganas, que lo convencí. Decidimos que lo intentaríamos. Que dentro de un año más tardar después de haberlo hablado, tendríamos a nuestro bebito en brazos —siento cómo se arquea en la cama. Parece estar incómodo. O quizá estoy histérica por todo lo sucedido—. Dev no dice nada. Solo me escucha. Así que prosigo. Cuando creo haberle contado todo, lo noto con la respiración alterada.

—Es un idiota. Nadie en su sano juicio te dejaría. Al menos yo no.

—Eso mismo me decía.

Se revuelca en la cama. Está sereno y a la misma vez lo noto incómodo. Siempre que pronuncio la palabra hijo reacciona raro.

—Pues yo no soy él. Ni por asomo. Yo jamás lastimaría a la persona que amo.

—Júrame que antes de herirme de ese modo me dejarás ir —las palabras queman mi garganta, pero creo que es una promesa que necesito de su parte.

Dev deja todo su peso sobre un costado suyo para tener acceso a mis ojos. Hace de lado un mechón mío para después acariciarme el rostro.

—Yo, Dev Montecristo Adams, juro dejarte ir antes de herirte.

Logra robarme una ligera sonrisa.

—Así mejor. Amo verte sonreír. Y también prometo hacerte reír siempre. Aunque no se me dé tanto lo payaso.

Juntamos nuestros cuerpos y nos quedamos abrazados. Como el velcro y su compañero. Como la uña y el dedo. Dormimos pegados, haciendo el amor de otro modo. Y creo que, con cada día que pasa, nos amamos más que como Calisto y Melibea se amaron. Más que Romeo y Julieta. Más que Vivian a Richard Gere en Pretty Woman.

Hoy nos vamos de viaje. La verdad pocas ganas tengo. Pero cuando pienso en que estaremos juntos Dev y yo todo vuela y todo recobra sentido. Mi cabeza vuelve a su sitio y mi mente de desliga de cualquier preocupación. Nunca he estado fuera de España y el hecho de que esta sea mi primera vez y que precisamente lo esté haciendo de la mano de Dev, hace que sea algo maravilloso, aunque ya de por sí lo es.

Aterrizamos en Roma. Le convencí a Dev de no viajar en el helicóptero de la empresa sino de un modo más común y recurrente. Mucho insistió en que no teníamos porqué pero yo fui más astuta. Roma es hermosa. Preciosa sería la palabra adecuada. Nos abrimos paso de entre la multitud con Anselmo tras nosotros. No se despega de nosotros en ningún momento. Cuando siento la brisa de la calle cierro los ojos y disfruto del momento. Siento la mano de Dev sobre mí, aunque todavía tengo los ojos cerrados.

KILLING ME SOFTLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora