KILLING ME SOFTLY

Capítulo 91

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LOVE HURTS ~ NAZARETH

—No, señor Núñez —me acerco a su escritorio. —No estoy cuestionando su orden. Jamás me atrevería y esa no es mi intención —separo una silla y me siento en ella.

—No tiene porqué sentarse. Ya está todo dicho. Quiero que ese objeto —señala los papeles— sea fabricado en cerámica. Y no hay más que hablar.

Lo miro con detenimiento. Fijo a los ojos. Eso no parece inquietarlo. Es más. Diría que me está retando.

—No sé qué lo tiene en ese plan. Asunto que no es mío. Pero se trata de conseguir dinero para la fundación Healthy Smile y sea cual sea el problema que tenga usted conmigo —lo señalo ahora yo—, creo que no es el momento adecuado para adoptar esa actitud. El pedido debe estar listo en tres días. Mi diseño se hará en vidrio. Es mi comando y

—Y esta es mi empresa —me corta la palabra. Se pone en pie con las manos apoyadas sobre el escritorio.

—¿No le parece infantil su actitud?

Lo miro en contrapicado.

—¿No le parece a usted que es muy osada? No sabe cuándo cerrar el pico y cuando ofrecer su opinión.

Aprieto el entrecejo. No le digo dos cosas porque correría el riesgo de ser despedida; así que opto por vestirme de formalismo.

—Llevo prácticamente un mes con este proyecto. Ha estado al tanto de cada cambio que ha ido experimentando el diseño y jamás se ha quejado. Siempre ha estado de acuerdo.

—Ahora lo quiero en cerámica. ¿Algún problema con eso?

¡Diooooooos!

Señor dame paciencia.

Me pongo en pie y hago lo mismo que él. Apoyo las manos sobre el escritorio y no le aparto la mirada.

—No. No lo habría si no estuviese mezclando lo personal con lo laboral.

—¿Quién dijo tal cosa?

Achino los ojos y él encoge más el rostro.
Minuto después intento tomar aire y calmarme.

Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis... Diez.

Expulso todo el aire contenido sin importarme que me esté viendo.

—Bien. Bien —repito resignada. —El diseño se hará en cerámica. ¿Algo más?

Respira hondo. Se afloja la corbata y se sienta. Da un giro con la silla y me da la espalda. Tengo una muy buena oportunidad para volarle la cabeza con la carpeta que llevo en mano.

El Señor me está tentando. Me está poniendo a prueba.

—Puede irse.

Dice sin mirarme.

Recojo sobre el escritorio el papel que le tendí y doy una media vuelta sobre mí.

¡Vaya mierda!

—Una última cosa —me detengo en seco mirando hacia la salida. —Su romance... Ese que mantiene con Leandro, disfrutad de él fuera de mi empresa.

Estoy atónita. Con una ceja elevada como señal de que entiendo una mierda de lo que está hablando. ¿Un romance? ¿Y encima con Leandro?

¿Pe pe pero qué se fuma ese tío?

—No es romance. Se llama compañerismo —otra vez estoy siendo puesta a prueba—. Le recuerdo que estoy casada.

Y como tenía pensado hacer antes, abandono su oficina.