Capítulo 25

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Savage Garden - Mine





—¿Cuándo piensas presentarme a mis suegros? —Suena tan raro escucharle decir eso que creo estoy soñando. Hace tres meses desde que sacamos —por así decirlo— toda la mierda que nos carcomía. Se lleva unas cuantas lechugas cortadas a la boca. Cómo me apetece. Me muerdo el labio y él lo nota.

Sonríe negando con la cabeza.

—¿Pensando en sexo a las once de la mañana, señorita Reyes? —¡Qué demonios! Tengo rojo el rostro, aunque sí, verle llevarse la verdura a la boca de ese modo tan sensual, me ha dejado mal.

—Pensando en cómo sabrían sus labios con ese sabor tan vegetariano. —sonríe. Lo veo llevar su silla para atrás y depositar la servilleta que llevaba sobre las piernas sobre la mesa. Llega hasta mí y se inclina hasta mi rostro. A pesar de los tres meses de novios —ya que aún me parece raro que realmente se haya dado ese hecho— mi corazón sigue reaccionando igual ante su cercanía. Sonríe de lado. Él feliz y yo con ganas de hacer pipí. Posa sus labios sobre los míos y yo automáticamente enredo mis manos en su pelo para intensificar todavía más el beso.

—¿A qué saben?

—Mmm... —hago un puchero con mi boca— a lechuga, vinagre y tomate—. Arquea una ceja—. Es coña —sonrío. Sus muslos se relajan. Sonríe—. Saben riquísimos —vuelvo a besarlo. Vuelve a sentarse en su silla dispuesto a continuar con su tarea.

—¿Entonces?

—No sé. Tengo que hablar con mis padres. Ya saben que estoy saliendo con un chico y que iré al pueblo en bravas, pero no sabe que iré con mi novio.

¿Acabo de sonrojarme? ¿Se me ha notado?

—Me encanta cómo suena— suelta orgulloso—. "Tu novio" Tuyo y tú mía— dice viéndome a los ojos. Si hace rato estaba cambiando la temperatura de mi cuerpo, ahora estoy peor y él, como siempre, lo nota—. Pues tienes tiempo para decírselo —continúa—; aunque la verdad, sorpresas como esas me fascinan. Pero mejor hacer las cosas bien, aunque ya seamos mayorcitos.

Acabamos nuestro desayuno entre charlas y risas hasta que llega su hora de irse a currar. Yo tengo el día libre así que me toca quedar en casa más aburrida que una ostra. Desde que nos hicimos novios, Dev pasa el mayor tiempo de su tiempo libre aquí. Hace dos meses y medio me di cuenta de que realmente necesitábamos darnos esta oportunidad para descubrir lo que realmente sentimos los dos el uno por el otro.

—¡See you soon Darling! —Me hace inclinar el cuello haciéndome mirar hacia el techo para darme un beso de picado. Otra de las tantas cosas que he descubierto de él —a parte de que es la mar de cariñoso— es que no pierde su costumbre. El inglés está tan presente en su vida que de vez en cuando se le escapa cuando está conmigo. No soy muy buena hablando el inglés y, de hecho, me pierdo bastante, pero tampoco soy una bruta. Pero con el irlandés ahí sí que me parezco bastante a la tonta del bote.

Es muy, súper detallista, e intentamos entretenernos y dar lo mejor de nosotros.

En la tarde comemos en la calle y me cuenta un poco más de su país natal. Me cuenta un poco sobre la independencia y la división que se llevó a cabo y cómo son sus tradiciones. Amo escucharle hablar de sus raíces ya que se le iluminan los ojos y le llegan gratos recuerdos de su madre.

A eso de las ocho cenamos en su casa.

Es una casa enorme para una sola persona. Llena de colores sofisticados, pasteles, blancos y grises. Consta de cinco habitaciones y siete baños —uno en cada habitación y dos abajo—, un comedor enorme, una sala de estar, una biblioteca, una oficina, una mini sala de cine, un campo de tenis, otro de fútbol, un gimnasio y la piscina. En medio de la casa, una vez accedes a ella, te encuentras con una lámpara araña colgando del techo y una escalera que, a su fin, está dividida en dos pasillos que te llevan a las habitaciones.

Como mencioné antes, es enorme. Y aquí solo vive él, una cocinera que solo viene, cocina y se va. Tres mozas que lo limpian todo, un mayordomo llamado Felipe, mas los guardias que aguardan afuera. Nadie más.

La cena estaba deliciosa. Se lo hacemos saber a Felipe para que le transmita el cumplido a la chica que guisa. Luego nos perdemos en la sala de cine. A él le encantan las películas de los años setenta y a mí esas me aburren y más si están en White and black como diría él. Al final decidimos ver John en busca de su hija. Película que, por lo que pude darme cuenta lo impacta más de lo que a mí y eso llama bastante mi atención. Para cuando tenga que molestarme, ya sé con qué meterme con él.

A eso de las diez y media me pierdo sobre su pecho escuchando sus latidos mientas me peina el pelo con su mano.

—Tengo miedo.

KILLING ME SOFTLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora