Capítulo 30

17.2K 989 7
                                    

~LE QUERÍA~



—Lo siento. Lo siento mucho.

—No, no lo sientes. No sientes nada porque no sabes sentir. No sabes querer. Me das asco. Me repugna saber que estuve enamorada durante siete años con un tío tan frustrante y cobarde como tú. Me aterra saber que fuiste así y que yo jamás me haya dado cuenta por lo ciega que estaba. Pero ya no, Ricky. Eso se acabó. Espero que algún día puedas perdonarte allá en donde quieras que estés. Que algún día tu hijo te pregunte a la cara el por qué no lo cuidaste, el por qué lo dejaste botado. El por qué nunca diste la cara. Y ojalá, ruega a Dios, nunca te odie como yo lo hago—. Está llorando, pero eso a mí no me importa. Como tampoco le importó a él abrirle las piernas a esa zorra que un día fue mi amiga. ¿Acaso ella también iba borracha? —Quería ser madre. Sabías que quería ser madre y vas y la cagas de ese modo—. Juro que no sé en qué momento comenzaron a brotarme las lágrimas. Tantas cosas que me estaba guardando. Tanto dolor innecesario. Tanta angustia por alguien que en verdad ni se lo merece—. Hasta nunca Ricky. Hasta nunca. Y no andes por ahí buscándome cuando vuelvas. Dale a Dios las gracias de que no les haya contado la verdad al completo a mis padres. Tantas entradas y salidas a mi casa como si tuvieses libre albedrío se acabó. ¡Qué vergüenza! Entrabas a mi casa y le mirabas a los ojos a mi padre sin ningún pudor. Ya no más Ricky. Ya no más. ¡Ah! —Me volteo de nuevo ya que ya me iba—. Si se te ocurre buscarme de nuevo te las verás con todos. Con mi madre, mi padre, conmigo y con mi chico. Además de la carta de denuncia que levantaré en tu contra por acoso.

Una vez fuera y lejos de la presencia de él, tomo aire. Lo necesito. Necesito liberar mis pulmones de tanto aire tóxico. Pienso en Dev y pienso en qué podría pasar si me engañara él. Saco el móvil y marco su número. No duda en responder. Seguramente está preocupado. No paró de preguntarme si estaría bien antes de verme con él.

—¿Cielo? ¿Estás bien? —Suspiro con dolencia y sin evitarlo esbozo un sollozo-. En dónde estás que voy a buscarte.

—En la calle Daroca. Te necesito amor —suelto sin poder contener más las lágrimas. Ya había logrado hacerme con valor, pero ahí dentro todo se prendió de tal modo que sentí que lo vivido hace unos años, pasó ayer.

Me siento en un banco aferrada a mí misma. Perdida en mis pensamientos. No noto nada. No siento nada. Todo me da vueltas.

Veo a Dev acercarse preocupado y con rapidez. Deposita su chaqueta sobre mí y me ayuda a ponerme en pie. Huele muy rico. Este es el único aroma que me mantiene cuerda ahora. El que quiero aspirar todos los días de mi vida.

—¿Por qué no me esperaste en un bar o en una cafetería? Podrías resfriarte y ponerte mala.

—Estoy bien.

—¿Ese tipo te hizo algo? ¿Te tocó? Si te tocó, lo mato. Lo mat...

—No me hizo nada. Al menos hoy no.

Lo noto triste. Sé que no le gusta verme rota. Apagada. Pero es que no tengo ánimos de nada.

—Me engañó. Me puso los cuernos con mi mejor amiga y la dejó preñada. ¡Preñada, maldita sea! Y yo queriendo ser mamá. Ya lo habíamos hablado. Estaba todo planeado y va y me sale con eso. No puedo más, Dev, no puedo más.

Lloro desconsoladamente sobre su pecho. Ahora es cuando el dolor hace acopio de mi ser. Ahora es cuando más siento arderme las entrañas.

—Vayamos a casa. Llevas mucho tiempo fuera y no quiero saberte mala.

—Mala ya estoy —suspira con pesar. Me toma del rostro y me mira directo a los ojos.

—Y no sabes cuan jodido me siento. Deseo buscarle y partirle la cara a ese gilipollas bueno para nada, pero sé que ese es un asunto que te concierne a ti siempre y cuando no te ponga un dedo encima.

—Le quería, Dev. Le quería y me lastimó. Jugó conmigo. Se burló de mis sentimientos.

—Shhh—. Me limpia las lágrimas con la yema de los dedos—. Él no se merece ni una sola lágrima tuya. Ni una sola. Ahora, por favor, vayamos a casa.

Durante el trayecto a casa, reina un silencio incómodo en el coche. Los dos estamos perdidos en nuestros pensamientos y daría cualquier cosa por saber en qué piensa. El chófer nos abre la puerta. Primero baja Dev y luego yo. Una vez dentro, Phillip hace acto de presencia.

—¿Ya cenó la señorita, señor?

—Em... no. Ordena que suban algo ligero, por favor.

—No tengo hambre.

—Debes comer.

—Dev...

KILLING ME SOFTLYWhere stories live. Discover now