Capítulo 60

14K 893 41
                                    

Factoría - Ese Hombre Es Mío





Sujeta fuerte del volante con las dos manos y tira hacia atrás la cabeza. Parece estar enjuiciando lo que acabo de decirle.

Inspira y expira continuamente.

De repente lo veo reír y os juro que creo que no está bien. Como siga así, comenzará a asustarme. No lo veo con intenciones de dejar de reír y me estoy empezando a encabronar cuando sin esperármelo, lo oigo hablar.

—Supongo es hora de ir a casa —¡La madre que lo parió! Estaba empezando a sacar conclusiones prematuras por la risa psicópata de hace rato.

Arranca el coche y puedo respirar tranquila.

La vuelta no es larga. En menos tiempo llegamos a nuestro destino.

Suspiro primero y después lo miro a él. Siento no poder haberme enamorado de él. Es un chico leal y echaré de menos su osadía.

—Y bien... ¡llegamos! —Todavía me sigue viendo. Me acaricia el pómulo y luego el mentón—. Ve a por tu chico, anda. Que si es aquí donde vive, no sé por qué todavía sigues en mi coche —lo dice serio—. ¡Noooo, es coña! — Se abalanza sobre mí desprevenidamente y me abraza—. Si aún se aman, luchen por eso y sean felices. De veras —con lágrimas en los ojos, lo aprieto más a mí—. Qué irónico, ¿verdad? Yo queriendo partirle la nariz hace rato, y ahora le estoy salvando el culo. Le estoy ofreciendo en bandeja a lo más bonito que se me ha cruzado en la vida —nos separamos—. Andiamo, no vaya a ser que se quede dormido il tuo ragazzo —le abrazo y beso por última vez antes de abandonar el auto.

Ojalá todos los hombres fuesen como él.

Una vez habiendo pisado tierra, el auto de Luca se pierde entre la oscuridad. Igual algún día nos volvamos a ver y tomemos algo como amigos.

El guardia, Ramón, que me conoció durante mi estancia aquí, no duda en abrirme el portón. Le pido que no le avise a Dev de que estoy aquí ya que quiero sorprenderlo.

A Ramón le fascina la idea, así que no duda en ayudarme, es más, me acompaña hasta la entrada a la casa y me abre la puerta. Por norma tienen una copia por si llegase a ocurrir algo. Un mal mayor.

Le doy las gracias antes de que abandone felizmente y, sigilosamente, me pierdo en el interior. Me fijo en todo y me doy cuenta de que nada ha cambiado. Todo sigue en su sitio.

Me adentro más hacia lo que es la sala y está todo apagado. No prendo ninguna luz porque no quiero ser descubierta, pero de pronto una voz de mujer me alerta de la presencia de seres humanos en la casa desde el despacho.

¡Vamos Bea, animales no serán! —Ruedo los ojos.

—¿Sabes cuánto te deseo? —pregunta aquella voz. No sé a quien pertenece, pero desde ya me entraron ganas de apagarla para siempre.

—Andrea...

—Shhh... —¿lo acalló? ¿Puso los dedos sobre sus labios? —No digas nada y solo bésame—. Nada. Ya no escucho nada. Se me empañaron los ojos. Me estoy sofocando y mi temperatura corporal ascendió a más. No. Dev no puede estar con ella. Me niego a aceptarlo. Sé que me ama. No me lo dijo, pero pude sentirlo cuando me vio. Voy a retirarme cuando de pronto una voz en lo más profundo de mí me incita a quedarme. Por momentos lo dudo, pero finalmente decido quedarme, aunque esté hecha en mil pedazos y con cada trozo de mi corazoncito comprimido.

—¿Por qué no me besas? Antes te gustaba sentir mis labios, explorar mi piel —oigo de pronto.

—Hace mucho que llevo tatuada en la piel otra piel. Y esa no eres tú. En nada te pareces a ella. Sus labios son los únicos que quiero sobre los míos. Únicamente quiero perderme explorando en su piel. Embriagarme de ella. Te lo dije en Irlanda, y te lo repito: Aunque estemos separados, siempre la amaré. Y grábatelo bien: Siempre será ella. Ahora si eres tan amable, haz el favor de vestirte, coger tu monedero y abandonar mi casa.

¡Toma ya! Felicidad al máximo. Me llevo las manos a la boca para no gritar, aunque es difícil contenerme. Quiero entrar y decirla: "Chúpate esa, fresca pendeja". Es mío. Pero me contengo. Es tan maravilloso y reconfortante oírle hablar así de mí que me matan las ganas de entrar y hacerle mío aún estando esa zorra de frente.

—Te arrepentirás. Ella no te quiere. No es para ti. ¿Acaso está aquí luchando por ti? ¿Dónde está ella?

No, no, no. Por ahí no, señorita. Eso sí no se lo perdono.

—¿Necesitas que te saque de los pelos o de una patada? Tú eliges—. Me volteo y le guiño un ojo a mi chico. ¡Ay que me lo como! Sonríe y yo le lanzo un beso.

Lo siento chicas, no pude contenerme. Tenía que hacer acto de presencia sí o sí. Yo a esta la barro hoy por los suelos como no se vaya.

KILLING ME SOFTLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora