Capítulo 32

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~Muchos son con los que estamos, pero muy pocos con los que ser~







—Es hermoso —digo en un suspiro—. Me quedaría viviendo aquí—. Como si de un interruptor se trata, abro los ojos de golpe—. A todo esto, ¿no nos íbamos a Florencia? —Mi novio sonríe. Me besa la frente y me tira de la mano.

—Es más tentador el tour contigo. Estoy seguro de que te encantará. Esta noche dormiremos aquí, en Roma. Mañana ya volamos para Florencia.

Sonrío sin que lo percate, aunque creo que eso es imposible.

—Y ¿se puede saber cuándo fue que trazó ese plan, señor Montecristo?

Me mira con los labios curvados.

—Mientras tú dormías como una condenada en el avión. Un cambio de planes de última hora. Nada más. Anselmo, ¿tan lejos está el coche?

—Ya llegamos, señor.

Me introduzco en el interior del coche y Dev hace lo mismo después de mí. Dejo descansar la cabeza sobre su hombro con nuestras manos todavía entrelazadas mientras veo pasar Roma por la ventanilla. Llegamos a un hotel demasiado ostentoso para mi bolsillo. Dev me mira de reojo para ver mi reacción. La verdad no me importa tanto. No se duerme en un lugar como este todos los días y este es un viaje que pienso disfrutar al máximo. En recepción nos entregan una llave en forma de carné. El botones se encarga de la única maleta que hemos traído mientras Dev y yo vamos tras él. Una vez llegado en nuestro piso, Dev se detiene y se dirige a Anselmo.

—Tu suite es la paralela. Espero tenga una buena noche —sonrío. Me gusta el hecho de que Dev trate a sus empleados como lo que son. Seres humanos y no como esclavos.

—Que descansen —con un ademán de cabeza, lo vemos perderse en su habitación.

—Espero tengan una buena estancia, señor Adams. Hace mucho no venía y la verdad me alegro de verle nuevamente—. Dev le da una palmada sobre el hombro—. Buenas noches señorita.

—Buenas noches, y gracias—. No puedo sentirme más orgullosa de él.

—No hay de qué—. El botones solicita el ascensor y nosotros nos perdemos en nuestra alcoba.

De un ágil movimiento Dev cierra la puerta y me acorrala contra ella.

—No veía la hora de estar a solas contigo —trae la respiración agitada y los ojos brillosos. Creo que este tío va cachondo la mayor parte del día. Sonrío sin proponérmelo—. ¿Qué le hace gracia, señorita Reyes? —Me huele el cuello. Trago duro y su boca corre hacia mi cuello.

—Nada —me inspecciona con la mirada. Mete la mano bajo mi vestido bajo su estrujante mirada y me acaricia el muslo. Su roce me prende y mi cuerpo se va avivando como si de una marea se tratara. Sin esperarlo me estruja el culo y yo doy un respingo.

—¡Dev! —Menciono su nombre como si le estuviera regañando.

—¿Qué? ¿No te gusta? —Vuelve a besarme el cuello y yo creo volverme loca. Esta vez su mano viaja a mi entrepierna y yo me arqueo. Cierro los ojos mientras aprieto fuerte las manos a la puerta. Me acaricia el sexo como si estuviese alistando una mandarina para ser pelada. Esto es una tortura. Me está torturando y está disfrutando de ello.

—Dev... —no puedo ni gesticular palabra. Las palabras no ceden ante mí.

Dev gime en mi boca. Sin poder contenerme más lo agarro del pelo y de este modo el beso se vuelve más intenso. Más exigente, más rudo. Buscamos nuestras bocas queriendo acallar nuestro interior, queriendo ahuyentar a ese diablillo que no ha parado de decirme: ''Convéncelo. De seguro ni falta hace''.

KILLING ME SOFTLYWo Geschichten leben. Entdecke jetzt