Capítulo 102

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~A UN SOLO PASO~




Su pecho dolía. Su corazón amenazaba con salírsele. Todo le daba vueltas. La rabia estaba corrompiendo su alma como la pólvora y los petardos en las fiestas falleras valencianas. El aire le faltaba, se sentía como si llevase una pinza enganchada a su nariz, evitándole el paso al oxigeno que necesitaba su cuerpo. Su mujer estaba embarazada y él no lo sabía. Ya no solo se la habían arrebatado de su lado, sino también a esa pequeña criatura que sentía ya amaba con todas sus fuerzas.

¡Cabrones!

Gritó con impotencia.

¡Maldita sea!

Quería liberar su furia con lo primero que encontrase. Le estaban dejando hecho pedazos. Lo estaban matando lentamente y en vida. Respiró rápidamente. El pecho suyo subía y bajaba como si de repente fuese otra victima de la adicción. En verdad se sentía adicto a ella y no podía concebir esta vida sin la única persona que lo amó incondicionalmente.

Pataleó con furia otra silla. Donovan desde el cuarto contiguo al que se encontraba tenía la cabeza gacha. Bea estaba más cerca de lo pensado, si es que el doctor que les hubo engañado. De todos modos, no podía ser. Se le veía muy convencido. No tenía pinta de querer jugar con ellos. Se despeinó el pelo.

¿Dónde la tendrían?

Dev se dejó caer al piso, arrastrando su espalda sobre la pared. Acabó con la cabeza perdida entre las manos. Anselmo no le había llamado. Todo seguía igual. Seguían en el mismo punto de partida. El paradero de su esposa todavía era incierto. Lo único que sabía y en algo lo tranquilizaba, era saber que sus hijos estaban bien. En cuanto Hanna se enteró de lo ocurrido, no dudó en volar hacia Valencia y encargarse de los niños. Los padres de Bea también quisieron emprender marcha, pero Dev tuvo que hablar con ellos, tuvo que convencerles de que en casa poco había por hacer. El llanto de la madre lo desarmó por completo. Si ya estaba destrozado, escucharla llorar de ese modo lo puso peor. No paraba de lamentar el secuestro de su hija. No entendía quién querría hacerles daño de ese modo, como tampoco Dev.

Dejó que las lágrimas ronden su perfecto rostro varonil. Él no era de mostrar sus sentimientos de ese modo. Si en algo se sentía caracterizado era en la prepotencia y en lo repelente que podía ser. De hecho Bea alguna vez se lo había dicho cuando se estaban conociendo.

Sonrió con amargura al evocar ese momento.

Ella sonriente, ella feliz, los dos juntos, unidos. Cómplices.

Se sopló la nariz. A veces intentaba evitar que se le oyera llorar, pero eso era imposible. No podía evitarlo. No podía evitar sentir lo que estaba sintiendo. No podía tan solo mostrar indiferencia cuando quien estaba desaparecida era su esposa, su mujer. Simplemente no podía.

La puerta se abrió. Donovan se dejó ver y, tras él Adela. Ambos se acercaron. Fue Adela quien le transmitió ánimo primero, y luego lo hizo su amigo.

—La vamos a encontrar. Sigue creyendo en que muy pronto tendrás a tu mujer de vuelta.

Tras salir de donde se encontraban, Gorka y Demetrio lo notaron más hundido. Muchísimo más deprimido. Apretaron los labios con pesar. Pese a que pasaba el tiempo, ellos se seguían sintiendo culpables. Sentían que de haber exigido verla antes, igual hubiesen podido evitar todo ese desmadre que a muchos había dejado destrozados. Empezando por su jefe.

El camino a casa fue silencioso. Dev se mantuvo perdido en sus pensamientos. Sumergido en los hermosos recuerdos que mantenía con su mujer que ni siquiera se había percatado de que habían llegado.

KILLING ME SOFTLYWhere stories live. Discover now