Capítulo 77

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🍃77🍃

~POR LOS PELOS~

Paro el coche frente la hermosa entrada de nuestra hermosa casa mientras las rejas se abren. Me pierdo en el patio y estaciono en el lado derecho de la entrada a lo que es la casa en sí. Me libero del cinturón y bajo del coche. Luna ya ha abierto la puerta trasera y el resto se está desabrochando el cinturón.

—Paaaa abajo —digo intentando ayudarles a bajar. Como sigan creciendo tan rápido, en dos años no podré cargarles.

Entramos los cuatro y tras nosotros cierro la puerta. Aparece Martina en nuestro campo de visión y salen Toby y Luna a su encuentro.

—Me voy a hacer los deberes —dice de pronto Theo. ¡Qué raro! Necesito hablar con él y que me cuente qué le pasa. Su actitud realmente está siendo muy extraño.

Xs xs xs —mi voz se parece al siseo de una víbora—. Nada de eso. Al igual que tus hermanos, te irás al cuarto, dejarás tu mochila, te lavarás las manos y bajarás a merendar con tu familia.

Sea lo que le haya pasado quiero que sienta el calor de su gente.

—Ya oíste a tu madre. ¡Marchando!

Escucho tras de mí una voz autoritaria y mucho más firme que la mía.

¿Mi chico en casa tan temprano?

Me acerco a él a pasos lentos y le tomo por la solapa.

Welcome home, darling —le beso en los labios. El contacto nuestro siempre sabe a gloria.

—Sentía que moría por verte.

—No seas mentiroso —me río.

—No lo soy —lleva una mecha de pelo mío tras mi oreja.

—¿Melancólico?

—Demasiado. Te eché mucho de menos —esta vez me toma el rostro con las dos manos y me besa. Su beso es, a parte de rico, diferente. La urgencia con la que me besa hace que note cierto miedo en el beso.

—¿Estás bien? —definitivamente, tener a dos de los tres hombres de tu vida medio raros, no es para nada agradable.

—Cansado.

—¿Un masaje de tu señora esposa? —le barro la camisa.

Me toma con fuerza del culo. Nos conectamos con la mirada y puedo sentirlo cachondo. Acerca su rostro al mío. Siento que volverá a besarme pero de pronto me siento engañada. Desvía la cabeza y me susurra al oído.

—Te lo agradecería. Aunque ya sabes cómo acaban esos masajitos.

Me estremezco. El calor que desprende su boca y el modo en el que soltó aquello me está prendiendo.

Le sonrío coquetamente.

Me sujeto a él pasando mi mano tras su cuello y le obligo a bajar la cabeza.

—Te lo hacía aquí y ahora.

Suelta una risotada.

—En todo caso te lo haría yo a ti —despega la vista y mira hacia las escaleras—. Adoro el morbo contigo, pero no enfrente de nuestros hijos.

Se separa de mí. Gesticulo como una gata mientras voy caminando de espaldas viéndole al único hombre que me transforma de este modo.

—Ten cuidado. No vaya a ser que en vez de darme masajitos, te dé yo comida en la boca en la cama de un hospital.

KILLING ME SOFTLYWhere stories live. Discover now