Capítulo 36

15K 870 5
                                    

~Tía Bea~



Hi! Im Hanna. Hanna Montecristo Adams. La hermana de este pivón. Espero que se haya portado bien. De lo normal la primera impresión que sueles tener de él suele ser: "Maldito engreído a que te pato el culo"

No me río. Juro que no me río. Bueno, intento no reírme, pero es que su acento es tan peculiar y más oírla decir pato en vez de pateo me hizo mucha gracia. Sí, ya lo sé. Soy una mala cuñada. Malísima.

Es un poco extraño el que sea la hermana quien admita lo pivonazo que está hecho su hermano. Le acepto amablemente el saludo con una sonrisa hasta que escuchamos a la pequeña.

—¿Tú eres la tía Bea? —¿Tía Bea? ¿Cuándo han hablado este par de mí? ¡Esperen, me ha llamado tía! Desde hoy me hago fan de esta pequeña mucosilla—. Eres muy linda. ¿A que sí tío Dev? —¡Oooow, es tan moooona!

—Claro que sí —suelta un Dev demasiado juguetón cargando a la pequeña por encima de su cuello—. El coche está en la entrada. ¿Qué tal el viaje? ¿Cansada?

Hanna asiente para luego suspirar. Se le nota.

—No son pocas las horas.

—Debe de quedar lejos, ¿verdad? Nunca he ido a Irlanda y concebir un vuelo para ahí es un poco pesado por lo lejos que creo se encuentra.

—Cuando quieras puedes venir a visitarnos con Dev. Me haría muy feliz tenerte en casa —me abraza. Es un abrazo inocente. Uno dulce, tierno. Yo me limito a sonreír cuando de pronto le pillo a Dev guiñándome un ojo. Cosa que me hace mucha gracia.

—Te tomamos la palabra —se adelanta Dev. En verdad iba a decirle lo mismo. Me gustaría salir por las afueras del territorio español. No porque no me guste mi país, es solo que creo que viajar te abre muchas puertas.

Llegamos en casa y Dev les saca la maleta de la mano al chófer junto con Felipe.

—¡Cuánto ha cambiado! —Dice Hanna asombrada. —La recordaba más chica.

—Mandé la ampliaran.

—Así queda más espaciosa —sonríe. — ¿Hace mucho que viven juntos?

Dev y yo nos miramos. ¿Qué le contesto a esto? —¿Oh no, cuñada, únicamente mientras vosotras estéis aquí?

—No. En verdad Bea todavía no vive conmigo. Aunque me gustaría.

¿Será cerdo? Se le iluminaron los ojos y sé a qué se debe eso.

—Pues ya os estáis tardando. Hacéis muy buena pareja.

¡Oh, gracias!

—¿Señorita Adams? —Entra Felipe desde la puerta de la sala que da al jardín. En cuanto esta lo ve se lanza sobre él. Desde luego es muy impulsiva. Hace y dice lo que piensa y siente y eso me gusta.

—¡Cuánto tiempo sin vernos!

—Mucho. ¿Cómo está?

—¿Cuándo dejarás de tratarme de usted? —Lo mismo digo yo.

Me alejo de ellos para perderme en busca de mi chico. La pequeña Ailey se quedó dormida durante el camino. Cuando llego al cuarto que de costumbre es de Hanna, le encuentro a Dev acomodando algunas toallas en su respectivo lugar.

—¿El señor Montecristo acomodando toallas? —Me ve y sonríe. Deja de hacer lo que hace para acercarse a mí y tomarme de la cintura.

—¿No te gusta esta faceta mía?

—Me encanta —inquiero con los labios a escasos centímetros de su boca y mis manos sobre su pecho.

—Y a mí me encanta tenerte así, conmigo, pegaditos y con mi hermana abajo y mi sobrina descansando del otro lado.

—¡Calla!

—¿Por qué? No estoy diciendo nada malo. Piénsalo —me besa los labios. Siento cada célula de mi piel activarse. Su solo roce me prende como nunca antes—. Anda; pon esto en el baño—. Hago lo que me pide y unos minutos después bajamos juntos. Encontramos a Hanna en el salón y Dev no duda en ofrecerle lo que mejor sabe vender.

—¿Vino?

—Ya estoy harta de tanto vino. ¿En esta casa no se toma nada más? —Se pone en pie y se dirige hacia la cocina. Cuando regresa lo hace con una cerveza en mano.

—¿Acabas de despreciar mi vino?

—No me seas dramático. Tu vino es muy buen vino, pero entiende que algo que tomas tan a menudo al final cansa.

—Desde este punto te lo acepto.

Pasamos horas charlando. En lo poco que llevamos hablando pude darme cuenta de que la hermana de Dev es una gran persona con un corazón enorme que no le quepa en el pecho. Le gusta mucho la rumba, pero desde que tuvo a la pequeña Ailey, tuvo que sacrificar un montón de cosas. Ahora no cambiaría a su hija por nada del mundo. ¿Quién lo haría?

—¿Y el padre de la nena por qué no vino con vosotras?

KILLING ME SOFTLYWhere stories live. Discover now