Capítulo 63

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Capítulo 63

🍃 ¡FELICIDADES! 🍃

Un año después...

Me levanto de donde estoy sentada porque me apeteció tomarme un jugo cuando de pronto me siento mareada y se me nubla la vista. Hanna corre a mi auxilio y me ayuda a sentarme nuevamente.

—¿Estás bien?

Pregunta ella preocupada.

—Creo que me duele la cabeza.

—Toma. Bébete esto —me ofrece un vaso con agua—. ¿Te llevo adentro?

—No, no, no. Tranquila. Seguramente es porque no desayuné y ya son las doce.

—Pues si es así, ahora mismo te traigo algo —asiento.

La veo perderse en el interior de la casa. En verdad me siento mal. Como que de pronto me he sentido cansada. Me pesan las pestañas y siento desfallecer en cualquier momento. Le veo a Ailey acercarse.

—Tía Bea, ¿estás bien?

Hago un esfuerzo por sonreír.

—Ahora que te veo estoy mejor.

—¿Jugamos? —sopeso su propuesta. Nada me gustaría más que salir corriendo tras ella, pero cuando pienso en el malestar que llevo adentro, todo se me vuelve negro.

—Ailey, la tía ahora no puede. Pero enseguida juego contigo, ¿de acuerdo? —me salva Hanna el culo.

—De acuerdo —la mocosa sale corriendo dejándonos a las dos solas.

—Gracias —le digo por ayudarme a librarme de esta.

—Toma, aquí tienes. Y no me digas que es mucho.

—Hanna —estiro su nombre.

—Hanna, nada. ¡Come! —ruedo los ojos—. Aunque me los ruedes cual ventilador. ¡Come!

Tan mandona como su hermano.

Me callo y, sin rechistar, de nuevo intento llevarme una rebanada de pan bimbo tostado a la boca, pero de inmediato siento revuelto el estómago y salgo corriendo cual poseída del jardín rumbo al baño. En cuanto llego, me arrodillo frente al retrete lista para sacar todo lo que llevo adentro. Siento unas manos sujetarme el cabello ya que mis dos manos están sujetando el retrete.

—Tranquila, cariño —me dice la voz que deseo escuchar todas las mañanas—. Todo irá bien.

Me hace bien tenerle cerca. Me hace bien que sea él quien esté conmigo justo en este momento. Lo que me parece raro es tenerle en casa a estas horas de la mañana. Pero como sea, bienvenido es.

Sigo devolviendo, Es extraño porque no devuelvo nada considerable y realmente me siento fatal. Pálida. Cuando acabo, intento ponerme nuevamente en pie, pero ahí está el mareo de nuevo.

—Tú no estás bien, cielo. Anda, sujétate a mí. Nos vamos al hospital, ¡ahora!

Intento hacer la cuenta, pero no caigo. No sé qué comí para sentirme así de mal.

Me detengo y de paso le detengo a él. Lo veo y está en pánico. Tiene el rostro descolocado y a mí me entra la risa floja, pero me contengo. Y, con un gran esfuerzo, intento sonar lo más convincente que puedo, aunque sé que teniendo a este par de cabezones irlandeses aquí, imposible quedarme en casa.

—Estoy bien, se me pasará —no logro tranquilizarlo—. De veras. Un poco de comida y ¡listo! La Bea de siempre.

—¡Y un carajo! Si ni siquiera puedes sostenerte en pie. Estamos perdiendo el tiempo y me estoy impacientando. ¡Hanna! A por el coche.

Ruedo los ojos. Cuando el señor da una orden, ni el Papa le lleva la contraria.

Me besa la cabellera y me incita a caminar, pero con cuidado.

—Es por tu bien, cariño.

—Ya —digo cortante—. Pues vamos.

—¡Maldita sea!

Es lo último que escucho antes de caer en los brazos de Morfeo. Lo triste es que todo lo veo negro y no escucho nada. No le veo a él.

No veo a mi amor.

Me levanto en una sala blanca tumbada en una cama. Tengo un cable incrustado en mi piel. Me giro y le veo a Dev de espaldas hablando con un señor vestido de blanco.

¡Santos cielos, Bea! ¿Ni siquiera eres capaz de reconocer a un doctor?

No escucho nada, solo murmullos. Hablan tan bajo que me es prácticamente imposible escuchar lo que dicen. Quiero moverme cuando de repente siento un tremendo dolor de cabeza y en un auto reflejo, me llevo la mano a la frente emitiendo un quejido. De inmediato siento la respiración de Dev en mis fosas nasales.

¡Cómo corre el tío!

—¿Estás bien? ¿Te duele algo? —Es tan bonito verle así que quiero que se vaya el señor de blanco y me deje a solas con mi prometido.

—Solo es un dolor de cabeza, amor. Se me pasará.

Asiente.

Está preocupado, lo sé.

—Claro que se te pasará, te pusieron un suero mientras esperan los resultados de la analítica.

—No es pa' tanto.

—Para mí sí lo es. No pienso estar cruzado de brazos mientras mi mujer decide abrazarse al suelo con los ojos cerrados.

No puedo evitar sonreír. Intento hacer un esfuerzo por elevar la cabeza, pero me duele horrores.

—¡Hey! ¿Qué haces? No puedes moverte.

—Solo quería darle un beso a mi prometido.

Está feliz. Sé que dentro de la preocupación y de la incertidumbre de no saber qué me pasa, está feliz. Puedo sentirlo. Puedo verlo en sus ojos. Sin pensarlo más, se pone en pie ya que estaba en cuclillas, y se inclina apoyándose de la cama para besarme. Juro que adoro sus besos. Amo saborear los labios de mi señor mandón.

Un carraspeo lo hace separarse de mí y desde ya detesto a quien haya sido por haber interrumpido nuestro momento.

—Siento ser tan inoportuno, pero...

—¿Qué pasa? —Preguntamos los dos al unísono.

—Por favor, no se asusten.

—Asustado ya estoy con este inicio —le contesta Dev cruzándose de hombros.

—¿Estoy bien?

Como no hable ya mismo, Dev es capaz de tomarle por la bata y elevarle al techo.

Y con una sonrisa demasiado amplia en su rostro, suelta esa frase:

—¡Felicidades! Van a ser papás de tres trillizos.

¡Dev!

¡Dev! El médico y yo le llamamos al mismo tiempo.

Este hombre va a matarme. En vez de desmayarme yo, lo hace él.

¡Ay que joderse!

Un año y cho meses después...

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Llegando en la recta final ya. Y solo me queda agradeceros por haber llegado hasta aquí.
Gracias de corazón.

Cuando acabe con esta novela, subiré otra que ya publiqué, pero la cual anulé por faltas ortográficas.

Y mientras eso no pase, aquí seguiremos con nuestro Dev y nuestra Bea😊

Muchas gracias de nuevo y ya saben. Si les gusta lo que leen, voten, comenten y compartan. Se los agradecería infinitamente. 🤗😚

KILLING ME SOFTLYOnde histórias criam vida. Descubra agora