Un padre, protector.

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No sé cuánto tiempo ha pasado. Pero mi padre ha venido todos los días en el mismo horario. La vez pasada dije que él no venía seguido, me arrepiento de esas palabras, pues ahora viene todos los días sin importar qué.

Sin embargo, hoy pasearé con Marie por los jardines de la casa, estoy emocionada, es la primera vez que saldré de esta habitación. Ya quiero ver qué hay afuera.

Marie vino hacia mí, sonreía dulcemente como siempre. Me tomó en brazos y salimos afuera.

No pude evitar mirarla mientras caminábamos, hoy lucía muy feliz. Pero lo que más me llamaba su atención eran esas llamativas cosas brillantes que colgaban de sus orejas...este, ¿Cómo los había llamado?, ¡Ah!, ¡Aretes!, eso mismo.

Marie caminó y caminó, hasta que finalmente se detuvo en un lugar.

- Este es el jardín de flores pequeña, aquí antes no había nada más que césped, pero desde hace un mes tu padre decidió convertirlo en un jardín de flores para ti -me dijo sonriente mientras me levantaba un poco para que pudiese ver.

En verdad era bello, nunca ví tantos colores unidos, y todos daban una sensación de paz y armonía. El cielo estaba perfectamente despejado, y era tanto que mi atención era totalmente desviada a ello.

- Oh, la hija de Dave -escuché una voz desconocida acercarse a nosotras.

- Buenos días señora Leonora, sí, ella es Camille -dijo sin sonreír Marie, eso fue raro, ya que ella siempre sonríe.

- Ow, que cosita tierna, dámela -ordenó la mujer extendiendo sus brazos.

- Señora con todo el respeto, pero no puede cargar a la señorita Camille -dijo agarrándome con más fuerza sin lastimarme.

- ¿Y acaso una niñera estúpida como tú tiene el derecho de decirle que no a tu futura señora?. ¡Yo seré la nueva señora de esta casa muy pronto!, y espero que no tengamos estos inconvenientes en el futuro -decía con arrogancia la mujer.

Ella no me caía bien, miré a Marie a sus ojos y ella me miró. Si pudiera hablar le pediría que no me entregue a ella.

- ¡Qué esperas bastarda criada!, ¡Yo seré tu señora ahora que estoy con Dave!, ¡Dámela!, O te enseñaré a respetarme -dijo acercándose con brusquedad a Marie y a mí.

Ella intentaba tomarme, me apretaba muy fuerte empezaba a dolerme, Marie me soltó con una triste mirada. Yo ahora estaba en brazos de esa mujer. Y esa mujer no tenía cuidado conmigo, me apretaba muy fuerte y me sostenía de forma muy incómoda.

Por primera vez en mi vida, desearía que mi padre estuviera aquí, empecé a llorar y mover mis pies, quería que esa mujer me dejase.

- ¡Quieta niña!, Yo seré tu nueva mamá, te enseñaré a que debes respetarme desde ahora, así cuando seas mayor no me causas problemas -me gritó la mujer.

Se notaba que nunca había cargado a un bebé, era muy bruta, ¡Me estaba lastimando!.

- ¡Dije que te calles! -ví que levantó su mano, creo que iba a pegarme. Cerré mis ojos esperando el golpe, pero éste jamás llegó.

- Tú, ¿Qué tratas de hacer con mi hija?, ¿Por qué la sostienes tú? -escuché la voz de mi padre, la mujer palideció.

- ¡D-Dave!, yo sólo estaba tratando de calmarla, vi que esa mujer no conseguía hacerla callar y quería ver si podía ayudar a la niña, estaba muy preocupada-dijo entre lágrimas y desesperación.

Mi padre me arrebató de sus brazos con mucho cuidado y delicadeza, me trataba como una muñeca frágil de porcelana.

Nunca me ha sostenido en brazos, para ser la primera vez lo hacía bien. Mi llanto cesó, el me miró con su típica sonrisa cínica. Pero eso me tranquilizaba aún más.

- Conozco a Marie como la palma de mi mano, y sé como ella sostiene a mi hija y la cuida. Con sólo ver como tu la cargabas pude notar que no sabes nada de bebés. Además... -dijo acercándose a ella- mi hija no llora fácilmente, y tú acabas de hacerla llorar -dijo tan fríamente que hasta mi corazón se congeló unos segundos.

El llamó inmediatamente por sus empleados especiales, estos se llevaron a la mujer. La mujer gritaba y pedía perdón, decía que no quería morir. Pero mi padre simplemente se dió la vuelta.

El ahora me miraba con una dulce sonrisa, era la primera vez que veía una sonrisa tan dulce y sincera como esa.

- Me alegra que estés bien. Además, es la primera vez que veo que te mueves de esa manera estando en aprietos -su hermosa sonrisa me tranquilizaba, por un momento creí que había un ángel delante mío.

Pero eso duró poco, en segundos después su sonrisa se transformó en una sádica nuevamente.

- Recuerda que sólo yo puedo hacerte llorar, y sólo puedes llorar para mí y nadie más -dijo como siempre.

Ya me acostumbré a sus sádicas miradas y a la crueldad de sus palabras. Pero me alegra que hoy pude escuchar las primeras palabras de alivio de él, el parecía aliviado de verme bien.

- Por cierto -me dijo mirándome con una sonrisa burlona- ¿Así que te sentiste aliviada de verme?, ¿Qué tan desesperada estabas?, digo, dejaste de llorar al verme -se burlaba de mí el malnacido con su sonrisa victoriosa.

No puedo creer que este sea mi padre, ¡Está acusándome de ser frágil!, cuando pueda moverme libre y voluntariamente, y tenga mucha fuerza juro que no se me escapará la oportunidad de pegarle una patada o un rodillazo.

- Marie, cuídala. Más tarde iré a visitarla -ordenó serio mientras Marie me tomaba en sus brazos.

- Sí señor, la tendré lista para ese entonces. Por cierto, es bueno saber que sí está asistiendo a las clases de paternidad que le recomendé -le molestó Marie.

- Eso no te incumbe -dijo con una de sus típicas sonrisas de orgullo.

Marie y yo volvimos a mi habitación y ella me recostó en mi cuna.

Cielos, hoy fue un día muy ajetreado. Fue divertido salir afuera, y sobre todo escuchar las primeras palabras "dulces" de mi padre.

 Fue divertido salir afuera, y sobre todo escuchar las primeras palabras "dulces" de mi padre

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