Papá, que inesperado eres.

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Ha pasado un poco de tiempo desde que mi padre luce algo raro. Lo he visto reírse solo algunas veces. Asustador.

Lo peor es que ríe maléficamente como si tramara algo y susurra cosas en un idioma que no entiendo.

A decir verdad, nunca me fijé detenidamente en las habilidades de papá. Ni en lo que suele hacer en su oficina. Me entra algo por saber ahora sobre lo que hace.

- ¡Ahí estás pequeña! -me dijo Marie mientras me levantaba por detrás- De nuevo te estás escapando, sabes que venir a la oficina de tu padre está prohibido -me regañó Marie mientras me llevó de nuevo a mi aburrido cuarto.

Pero cuando llegamos Evan estaba allí. Entonces le susurró a Marie algo en su oído y Marie asintió.

Y entonces salimos al gran patio, donde había una caja casi de mi tamaño y mi padre estaba parada al lado de ella.

- Camille, éste es tu regalo. Tendrás que quererlo mucho y cuidarlo mucho -mi padre me sonrió y entonces abrió la caja.

Escuché un ruido raro, y me acerqué cuidadosa a observar.

Y cuando asomé mi cabeza en la caja, algo húmedo me lamió el rostro.

Inmediatamente retrocedí mientras me limpiaba el rostro. Y entonces mi padre sacó a ese perrito en sus brazos.

- El es Chester, es un Doberman, tiene 2 meses de edad -me dijo mi padre mientras lo dejaba en el suelo.

¿Esa cosa fea y aterradora era mi regalo?, ¿Chester?.

Y entonces Chester corrió a mí y saltó. Derrumbándome en el suelo y empezando a ladrar y lamerme el rostro.

- ¡Feo!, ¡Feo!, ¡Malo! -gritaba mientras clamaba por ayuda.

Que alguien me saque a esta cosa de encima.

- Chester, niño malo -dijo mi padre sujetándolo en brazos mientras sonreía alegremente y lo acariciaba- Debes ser un buen chico Chester -mi padre hablaba con el perro.

Baron, Marie y yo lo mirábamos en sorprendidos. Esa era una reacción que nadie esperaba.

Entonces mi padre entre risas notó que lo mirábamos atónitos y quedó algo colorado nuevamente mientras bajaba a Chester en el suelo y se limpiaba la ropa.

- Ehm, cof cof -fingió toser mi padre- Yo siempre quise un perro, y nunca pude tener uno porque mis padres y hermano eran alérgicos a ellos -mi padre se notaba nuevamente muy serio.

Entonces Chester empezó a morder la caja.

- Chester, ¡No!, eso te hará mal -dijo mi padre quitándole la caja- Evan, llevate ésta caja, y Baron llevate a Chester a su casa -ordenó mi padre.

- Hola perri... -dijo alegre Baron mientras se acercaba a Chester, pero Chester empezó a ladrarle enojado- to... -dijo algo asustado.

Baron trataba de tomarlo pero Chester huía enojado de él. Baron se veía algo irritado pues no lograba tomarlo en brazos.

- Marie, Camille tiene permiso de ver a Chester 3 veces al día durante una hora. Tanya se encargará del cuidado de Chester. -dijo serio mi padre y entró a casa.

- Bueno, eso no me lo esperaba -dijo Marie mirando hacia la puerta por donde mi padre ingresó.

- Ni que lo digas -dijo Baron trayendo a Chester en sus brazos.

Baron lucía muy sucio, y con partes de su ropa rasgada.

Pobre Baron, Chester parece odiarlo. Baron peleaba contra Chester para mantenerlo en sus brazos mientras lo llevaba a su casita.

Figlia Della MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora