Papá, son apenas mis primeros pasos.

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Ha pasado un tiempo desde mi cumpleaños. Y yo estoy feliz, porque ya puedo caminar atajándome de los muebles y paredes. Es tan cómodo. He aprendido a bajar también las escaleras, aunque eso no le agrada mucho a mi padre. El insiste en que es peligroso.

Así que, ha mandado poner una especie varas en cada escalera, como si fuera una pared. Y no alcanzo la perilla para abrirlas.

Es injusto papá, pero no me rendiré. Algún día me treparé a esa varas, como con las de mi corralito.

- ¡Ahí estás pequeña traviesa! -dijo Marie levantándome en sus brazos.

- ¡Adiós! -le dije para molestarla.

- ¿Cómo que adiós?, no te dejaré ir. Traviesa -me sonrió dulcemente- y tu BARON -dijo mirando fulminante a Baron quien con inocencia le entregaba las llaves- No me vuelvas a robar las llaves para complacer a Camille. La vas a malcriar de esa forma -le regañó Marie.

- Pero solo mira su carita angelical pidiendo tristemente algo -dijo imitando mis gestos.

Marie nos miró a ambos y rió.

- Cielos, es peligroso que también lleves a Baron al lado oscuro Camille -dijo fingiendo ser seria.

Sé muy bien que en el fondo ésto le causa mucha gracia.

- Marie, Camille, Baron, ella es Samantha -dijo mi padre acercándose repentinamente hacia nosotros con una mujer siguiéndolo.

- E-es un placer -dijo con algo de miedo la llamada Samantha.

Parecía ser alguien amable, y un poco miedosa. ¿Cómo habrá parado aquí?.

- Hola -le dije y la saludé con las manos.

- Hola pequeña -me sonrió amable- ¿Es tu hija?, es muy parecida a ti. Hasta en como la peinas -dijo ella mirándome.

- Hm, sí, es igual a mí. Aunque tiene algunos defectos como toda copia -dijo mi padre y me guiñó el ojo, luego la volvió a mirar serio- Pero si se te ocurre cargarla o tocarla te mataré allí mismo -su mirada de psicópata había vuelto.

Ella algo aterrada asintió.

- Un placer conocerla señora -sonrió Marie- Con permiso Señor, me retiro. ¿Me llevo a Camille? -seguía sosteniendo su sonrisa.

- Oh, sí. Déjala que juegue en su habitación o algo así. Le compré nuevos juguetes -dijo serio y tranquilo papá.

Vaya, si que cambia su actitud delante de otros.

Entonces Marie, Baron y yo fuimos a mi cuarto. Y era cierto, habían muchas cajas de regalos.

Pero había una particularmente grande.

- ¿Qué habrá dentro? -preguntó Marie al ver la caja.

- ¡Dentro! -repetí para que viéramos.

Baron abrió la caja...

- ¡SOY YO! -apareció repentinamente mi tío Pietro. Hoy lucía un color de cabello diferente.- ¡Mi pequeña!, ¡Has crecido tanto! -lloriqueaba mientras me arrebataba de los brazos de Marie.

- ¡Eh!, ¡Marie!, ¿Quién es él?, ¡No le des a Camille! -dijo molesto Baron sacando su pistola.

- Hey, calmate niño. Un arma no es un juguete. ¿Al menos sabes usarla? -dijo bromeando mi tío.

Y al finalizar sus palabras, Baron disparó rozándole el cuello levemente, la bala terminó incrustada en mi pared...

- V-Vale ya lo capté, si sabes usarla y muy bien -decía palidamente mi tío mientras Baron sonreía orgulloso- Pero, soy Pietro, hermano gemelo mayor de Dave. Ella es mi linda sobrina -dijo apretando mis mejillas cariñosamente.

Mi tío es igual de exagerado que mi padre, a su manera claro.

- ¿Ah sí?, el señor no me avisó nada. No niego que le pareces, pero no por eso te dejaré tomarla -dicho ésto él y mi tío se miraban fulminantemente con odio y celos ambos.

Y entonces Marie los interrumpió, tomándome en brazos.

- Mientras arreglan sus diferencias yo me quedo con Camille, adiós, dí adiós tú también Camille -me sonrió al mirarme.

- ¡Adiós! -dije sonriente.

Y así, Marie y yo fuimos a la azotea. La brisa estaba muy fresca. Era una agradable tarde.

- ¡Mari! -dije para captar su atención. Ella parecía estar pensativa.

- Perdón Camille, estaba recordando algo -dijo sonriendo mientras se tocaba el cuello.

¿En qué pensaba?, no sé. Tal ves me lo diría más tarde. Y ahora que lo recuerdo, aún debe contarme toda la historia que no me terminó de decir aquella vez.

- Pequeña, ¿Qué te parece si intentas caminar sola? -me dijo segura bajándome en el suelo- Ahora párate y ven hacia mí. Sé que puedes hacerlo -me sonrió mientras se alejaba un poco.

¿Podría lograrlo?, la última vez solo dí dos pasitos y caí.

Y entonces estuvimos intentando una y otra vez, y a cada vez podía dar más pasos, y lograr mejor equilibrio. Creo que lo lograre.

Y luego fuimos a bañarnos. Marie se bañó en la tina conmigo. Es muy divertido cuando ella me acompaña. Siempre hunde mis barcos, y entonces yo asesino a sus patos.

- ¡No!, ¡Señora Cuack Amarilla! -dijo sacando el pedazo de mi barco del ojo de su pato de juguete- eres mala -me regañó.

Nadie dijo que sus patos violaran las limitaciones y vinieran hacia mi lado. Bien merecido.

Luego nos alistamos ambas y fuimos para cenar. Pero mi padre no estaba.

Entonces salimos afuera, mi padre y Samantha estaban por salir afuera. ¿Dónde va mi papá sin mí?, ¿Y por qué si puede llevarla a ella?.

Entonces le señale a Marie el suelo. Y ella me bajó.

- ¡Pa...Papá! -le grité y el giro y al verme sonrió.

Entonces caminé hacia él. Mientras veía como se sorprendía y empezaba y sonreía lleno de emoción. Me detuve solamente al chocar con sus piernas.

El me abrazó, muy sonriente y acarició mi cabeza.

No deberías emocionarte tanto papá, solo apenas caminé unos pasos. Mis primeros pasos de muchos.

- Estás tan grande mi pequeña -me dijo en susurros mientras se agachaba hasta mi altura- y eres muy fuerte -y me dió un beso en la frente- papá hoy comerá con unos amigos, no puedo llevarte porque tengo miedo de que te pase algo -me sonrió.

Y Marie se acercó y le extendió un pañuelo.

Mi padre iba a agarrar el pañuelo y se detuvo a mirarlo sorprendido. Entonces vió a Marie y Marie desvió la mirada.

- ¿Esto es...? -dijo sorprendido.

- Me lo regalo un primo -dijo sin mirar a mi padre.

Mi padre devolvió el pañuelo y me volvió a sonreír.

- Adiós mi niña, vuelvo en unas horas -dijo levantándose y yéndose del lugar.

- Adiós mi niña, vuelvo en unas horas -dijo levantándose y yéndose del lugar

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Figlia Della MafiaWhere stories live. Discover now